Historia de la familia Gutiérrez Gil – tercera parte: 1955-1964

Tiempo de lectura: 28 minutos

La represión del MNR y el autoconfinamiento en la hacienda Guacareta afectó severamente la economía familiar. Los niños se educaron en internados en el exterior y los hijos mayores empezaron sus vidas adultas.

RECAPITULANDO…

En la segunda parte recorrimos los primeros años del matrimonio de Osvaldo Gutiérrez y Lydia Gil, marcados por la llegada de los hijos, el crecimiento del negocio familiar y el acercamiento del padre de familia al Partido Liberal.

En esta faceta política, los reconocimientos del Dr. Osvaldo se fueron sumando: diputado, prefecto, senador, ministro… hasta que la persecución política del MNR transformó lo que era prosperidad en una inestabilidad que llevaría a la familia al autoexilio en la hacienda Guacareta

Terminamos ese capítulo contando el nacimiento de María Cecilia (Pico), en 1958. Es necesario, sin embargo, volver un poco atrás en el tiempo para explicar con más detalle cómo sucedieron las cosas. La dinámica de esos años fue muy intensa.

Si desea leer el capítulo anterior, por favor siga este enlace.

LA ESTANCIA GUACARETA

Guacareta es la estancia que se convirtió en el refugio de la familia desde finales de 1952. Está ubicada en la provincia Cordillera del Departamento de Santa Cruz, aproximadamente a cincuenta kilómetros al suroeste de Camiri.

Mapa Guacareta
Ubicación de Guacareta  [Mapa de Guacareta, Bolivia en Google maps]. Recuperado el 1 de julio, 2020, de: https://www.google.com.
Entre los años 40 y 50 se tardaba hasta tres días en viajar en auto desde Santa Cruz hasta la estancia. El estado del camino era pésimo, con muchos baches y barriales. En algunos lugares, incluso, había que abrir camino con hacha y machete cuando la vegetación invadía la senda o cuando árboles caídos interrumpían el paso.

Actualmente, los 300 kilómetros desde Santa Cruz hacia Camiri están asfaltados y los últimos 50 kilómetros desde Camiri hasta Guacareta, ripiados (con tierra dura). El tiempo de viaje ahora es de aproximadamente cuatro horas en movilidad.

La zona es muy agreste y montañosa. En la época de sequía, que se alarga por varios meses en invierno, el ganado vive del ramoneo, es decir, de comer hojas de los árboles, ya que no crece pasto alguno. Los animales buscan sobre todo una leguminosa que crece adosada a la corteza del árbol, el choroquete, además de otras especies como el mistol, chichapi y cupesí, que suplen la falta de alimento.

Cuenta Luis Fernando:

En la estancia tenías que alambrar, cercar, hacer potreros y atajados para el agua. Mi padre hizo un sinnúmero de atajados, primero con pala-buey y después con un pequeño tractor que compró.

En la época seca, el problema ya no era la falta de agua, sino de suficiente alimentación. El ganado tenía que recorrer muchos kilómetros para alimentarse, a veces muriendo a su retorno en las orillas de los atajados porque se hinchaban por el exceso de agua que bebían.  Estaban tan desnutridos que, cuando se empantanaban, no tenían fuerza suficiente para salir del lodo. 

Vi muchas veces a mi padre angustiado contar la cantidad de ganado muerto por hambre o sed. Fue una vida muy difícil para él.

LA CASA

Por el año 1956, el Dr. Osvaldo había ampliado la muy precaria construcción que encontró originalmente el año 1952. Para obtener los ladrillos, ideó la construcción de un horno. La casa la ubicó encima de una loma, desde donde se podía ver todo el hermoso paisaje que la rodeaba.

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La casa de Guacareta gira alrededor de dos patios. El primero se ubica cerca de la entrada principal y el segundo, en la parte de atrás.

Alrededor del primero se encuentran los dormitorios y el living-comedor. En este patio se realizan los encuentros familiares hasta hoy. En el segundo, todo lo concerniente al servicio, cocina, horno para hacer pan, taller y despensa de entrega de víveres para la familia y el personal de la estancia.

ANGUSTIA POR LA LLUVIA

Luis Fernando recuerda:

Cuando yo tenía siete años, me acuerdo que hubo una sequía tremenda. Toda la familia estaba pendiente de si se acercaba alguna nube. Fue cuando le dije a mi madre: “Mire, mamá, ¡vienen las nubes, vienen las nubes!”. A lo que ella me respondió: “No, mi hijo, esas son nubes negras, nubes de viento. Las nubes blancas son las que traen la lluvia, esas son las que tenés que buscar”.

Un día vimos aproximarse nubes blancas. Recuerdo que mamá le dijo a mi padre que se acercaban nubes de lluvia. “¡Osvaldo, Osvaldo, va a llover!” Él salió y le dijo: “Sí, Lydia, va a llover, son nubes blancas”. Pero la lluvia, que venía para nuestro lado, se desvió a la derecha unos cinco kilómetros antes. 

Eso sí, cuando llovía, lo hacía a cántaros. Recuerdo que una vez, en medio de un torrencial aguacero, nos quitamos la ropa y salimos a empaparnos. Éramos niños: yo tenía 7 años, Cuca 5 y Pocha, 3. Bañarse bajo esa lluvia helada era una bendición, ya que significaba que los animales no sufrirían por alimento, que se podría sembrar y que los campos iban a verdear.

OSVALDITO

Mientras los padres estaban abocados a las labores de campo en Guacareta, los hijos que ya estaban en edad escolar vivían en la ciudad de Santa Cruz, donde realizaban sus estudios normalmente.

Esto es lo que recuerda Luis Fernando:

Osvaldito, el segundo de los hermanos mayores, era una plaga, aunque brillante y astuto. Le gustaba hacer bromas. Una de sus favoritas en el colegio era poner baldes de agua encima de las puertas cuando iban a entrar los profesores.

Su hijo, también llamado Osvaldo (de apodo Quitiño), lo recuerda así:

Mi padre pasó por muchos colegios. No tuvo la paciencia para permanecer en uno o, tal vez, los profesores no tuvieron la paciencia con él para que él permanezca en uno.

En el colegio La Salle de Cochabamba, cuando tenía dieciséis años, lo botaron porque le pegó un puñete al cura profesor. Después estuvo un año en el colegio Pestalozzi (hoy Colegio Alemán). No se aplazó porque era tan inteligente que conseguía salir adelante.

Osvaldito egresó como bachiller del Colegio Nacional Florida en 1956. Resulta importante resaltar su figura porque, en medio de los problemas políticos y económicos que pasaba la familia, su personalidad se hacía sentir.

A PARTIR DE 1955 LAS COSAS CAMBIARON

Recuerda Luis Fernando:

La muerte de mi hermano Aurelio ocasionó para nosotros un cambio radical muy fuerte. Hasta entonces nuestra madre era una mujer muy devota que rezaba diariamente el rosario. A partir de ese día, ella reprimió su religiosidad debido a que no podía entender el porqué su hijo, de apenas catorce años, se había ido tan temprano.

Mi madre entró en una negación resistiéndose a asistir a la misa, aunque a nosotros nos mandaba los domingos. Era una persona muy alegre hasta entonces. Con la ausencia de Aurelio, había perdido la alegría y espontaneidad natural que tenía.

También esta etapa fue difícil para mi padre. Se encontraba confinado en Guacareta. Si venía a Santa Cruz, corría el riesgo de ser arrestado por el control político del MNR. No tenía otra alternativa que permanecer en la propiedad y desarrollarla con los recursos que tenía, ya que no había otra manera de generar ingresos. 

LÍOS POLÍTICOS EN 1955

A pesar de la prohibición de volver a Santa Cruz, por alguna razón que desconocemos, el Dr. Osvaldo viajó a esa ciudad en agosto de 1955, ocasión en la que fue efectivamente arrestado por el MNR. Los milicianos lo sacaron de su casa sin permitirle sacar ni siquiera una chompa.

Junto con otras diecisiete personalidades de Santa Cruz, fue destinado a Curahuara de Carangas, una población en el altiplano orureño, a 4000 metros sobre el nivel del mar y próxima al nevado Sajama. Llegaron en pleno invierno, cuando el frío en las noches es tan intenso que alcanza a diez grados centígrados bajo cero, o menos.

Charito recuerda:

Papá estaba en Santa Cruz cuando lo agarraron. Me acuerdo de que fuimos con mamá a hablar con el prefecto, de apellido Zambrana, para que lo liberaran. Mamá lloraba desconsoladamente para que permitieran salir en libertad a mi padre. En esa época yo tenía quince años y estudiaba en el Colegio Santa Ana.

La estadía en Curahuara de Carangas fue de un mes y medio, tiempo después del cual fue conducido al panóptico (cárcel) de San Pedro en la ciudad de La Paz. Algunos días después fue liberado y pudo volver a Santa Cruz.

1956, OTRA VEZ ARRESTADO

El 25 de septiembre del siguiente año fue nuevamente arrestado, esta vez en su propia estancia.

Nos cuenta Luis Fernando:

En 1956 se repitió el arresto, pero esta vez fue en Guacareta. Dos hermanos tenientes de apellido Fuentes llegaron en una avioneta, directamente a la pista aérea de la estancia, con la misión de llevar adelante la operación de tomarlo preso y trasladarlo a Santa Cruz.

Curiosamente, esos mismos hermanos Fuentes fueron los que, cinco años después, en 1961, cometieron el asalto del tren de Calamarca, robando la remesa del dinero destinado a pagar sueldos y aguinaldos de la empresa estatal minera Comibol. 

El Dr. Gutiérrez fue conducido al cuartel de policía de Santa Cruz, siendo recluido junto a otros amigos en la celda de presos comunes. Parece que enfermó y tuvo que ser internado en el Hospital San Juan de Dios, bajo vigilancia policial.

Mientras estaba internado, ocurrió un evento curioso. El principal represor político del MNR en Santa Cruz fue a visitarlo a su pieza. Entre los dos había una enemistad abierta y declarada.

Estas fueron las palabras de su enemigo político:

Doctor Osvaldo, usted habrá visto que no hay ningún guardia en la puerta. Por favor, no salga, porque si usted se fija, verá que en ese techo hay una persona con un arma. A usted se le ha dado la ley de fuga y, si usted sale, él tiene orden de matarlo. No se mueva de aquí y quédese tranquilo.

Se podría decir que, con esa advertencia, su adversario le salvó la vida.

A PARTIR DE 1956, EDUCACIÓN FUERA DEL PAÍS

Debido a la inestabilidad política y al constante peligro para la familia, se decidió que, en lo posible, los hijos salgan de Santa Cruz para continuar con sus estudios en un lugar que brindara más seguridad.

En 1956 Charito, Rose Marie y Cuca se fueron a Sucre por un año. Osvaldito se quedó, porque ese año salía bachiller, al igual que Luis Fernando, quien cursaba el primero básico en el colegio Pestalozzi.

En 1957 las chicas se trasladaron a un internado en Córdoba, Argentina. Mientras tanto, Osvaldito y Luis Fernando viajaron a Buenos Aires para continuar sus estudios.

Osvaldito se inscribiría en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Plata, mientras que Luis Fernando ingresó a un internado en Buenos Aires, el colegio inglés St. George’s College. En este establecimiento se juntó con sus primos hermanos Ramoncito, Guillermo y Eduardo Gutiérrez Sosa, quienes ya estudiaban allí.

1957: EVENTOS EN ARGENTINA

Hay dos versiones sobre lo que pasó después con los estudios de Osvaldito. La primera corresponde a Luis Fernando:

Mi hermano iba a estudiar Medicina. Con el dinero que le dieron, se compró unos quince tomos bellísimos de Medicina, que nadie los tenía. Se compró, además, un tocadiscos y un solo disco, llamado “Juan Guerrero el pistolero” que lo repetía a toda hora, hasta el cansancio. 

Resulta que llegó mi padre a Buenos Aires a los seis meses, por el mes de octubre o noviembre, y le expresó el deseo de conocer su universidad. Mi hermano rápidamente salió al paso, diciéndole: “No, papá, no se puede, es sábado ahora y está todo cerrado”. Sin embargo, mi padre insistió en que quería ver la universidad, aunque sea desde afuera. Entre que no y que sí, al final fueron pero nunca llegaron. ¡Ovaldito no conocía el camino a su facultad porque nunca se había inscrito!

Esta historia la oí de primera mano. Al cabo de tres meses en Buenos Aires, pude salir del internado por unos días a la ciudad de La Plata para visitar a mi hermano, de quien dependía, porque yo estaba a su cargo. 

Allí vi a muchos de sus amigos, como el doctor Bernardo Cadario, Mario Moreno Rivero, Marcimio López, Gastón Zelaya y mi primo hermano Vicente Roca Gil, quienes me contaron esta simpática historia.  

La otra versión corresponde a su hijo Quitiño:

El primer semestre de sus estudios le fue maravillosamente bien porque mi padre era una persona muy lectora. En la Facultad se dio cuenta de que, si veía sangre, se desmayaba. Es por ello que no continuó con sus estudios.

Esa historia sobre que mi padre se perdió en el camino yendo a la universidad con mi abuelo no es así. Simplemente a él no le gustaba la sangre. Si hubiera sido teoría, lo habría completado. Tanto es así que, en la década de los setenta, estudió y se tituló en Derecho con honores.

OSVALDITO DE VUELTA A BOLIVIA

Lo cierto es que —después de abandonar la carrera de Medicina, y ante la suspensión del envío de dinero de su padre—, Osvaldito tuvo que procurar su sustento. Trabajó duramente en el Frigorífico La Negra en Buenos Aires. Entre sus tareas debía llevar tripas en carretillas de un corral a otro. No aguantó mucho tiempo así. Habló con su tío Venancio en Santa Cruz para que le prestase plata y volvió a esta ciudad.

El doctor Venancio Aquino, gran amigo del Dr. Osvaldo, era el tutor de la familia. Al no estar el Dr. Osvaldo en Santa Cruz o andar huyendo de los controles políticos, el Dr. Aquino gestionaba los fondos para las necesidades de la familia. Él era el gerente de Ultramar, una empresa del Dr. Osvaldo que se dedicaba a la importación desde Alemania de insumos químicos para la elaboración de medicamentos.

A finales de 1957, Osvaldito se apareció en Guacareta para sorpresa de sus padres. El Dr. Gutiérrez estaba furioso con él, así que lo hizo trabajar como peón, de sol a sol.

Un día Osvaldito se cansó y, a principios de 1958, huyó de Guacareta. Las hermanas cuentan que su periplo fue como en las películas norteamericanas, con un palo y su atadijo de ropa atrás. Llegó a Camiri a pie y después tomó transporte público hasta Santa Cruz.

No se recuerda en qué ocupó su tiempo en Santa Cruz los primeros meses de 1958. Lo que sí es cierto es que se involucró activamente con la Unión Juvenil Cruceñista, en una cruzada contra el gobierno represor del MNR. Lo hizo en el peor momento.

MAYO DE 1958, LA LLEGADA DE LOS UCUREÑOS A SANTA CRUZ

El 14 de mayo de 1958, durante el gobierno represor de Hernán Siles Suazo, llegó una fuerza de miles de campesinos ucureños para reducir a los opositores del régimen del MNR. La contrafuerza a esta invasión era precisamente la Unión Juvenil Cruceñista, conformada por valerosos e intrépidos jóvenes de Santa Cruz, en clara inferioridad numérica y sin armas.

Según diferentes testigos, los ucureños se concentraron en la esquina de las calles 21 de Mayo y Junín, es decir, prácticamente en la puerta de la casa de la familia Gutiérrez Gil.

Tal como sucedió con varias personas que tenían algún involucramiento político en contra del gobierno, Osvaldito fue buscado y capturado.

Pocha recuerda:

Tenía seis años. Estaba en casa con mamá cuando oí que tocaron la puerta de la calle. Corrí a abrirla. Sin pedir permiso, los milicianos entraron a la fuerza, haciendo mucho ruido. Me asusté mucho. Parece que mi hermano estaba escondido en la parte de atrás de la casa, en los tanques que nos servían para el agua. Lo pillaron y se lo llevaron. No recuerdo dónde estaría papá, puede ser que en Guacareta.

Cuenta Quitiño:

Mi padre era falangista, opuesto políticamente al MNR. Inicialmente huyó junto con varios jóvenes a la zona de La Bélgica. Cuando regresó, lo apresaron. Afortunadamente no fue a Terebinto, donde ocurrió una horrible matanza que hasta ahora es recordada.

Estuvo preso una buena temporada, unos seis meses en la ciudad de La Paz. El abuelo Osvaldo, que tenía algunas influencias en esa ciudad, providenció para que no lo maltrataran.

Mi padre, que era muy ocurrente, contaba que recibía visitas de personas que le llevaban manjar blanco, pan de arroz y cuñapés de parte de su madre. Estos “tapeques” (envoltorios con comida) estaban escondidos entre periódicos y, para poder comer sin que los guardias se lo quiten, tenía que simular que le estaban pegando. Daba gritos de “¡Ay, ay, ay!”, golpeando el periódico contra la pared, mientras se zampaba todo lo más rápido que podía.

Añade Luis Fernando:

A mi hermano Osvaldo lo llevaron primero a Cochabamba en mangas de camisa. Me contaba que lo hacían formar en las mañanas junto a otros presos en un patio donde había un piyo (avestruz) amaestrado que caminaba al lado del guardia. Cuando uno de los presos hacía un movimiento, venía el piyo y lo picoteaba. Tras el picotazo venía el guardia y le daba un palazo al infractor. Así que, si no querían recibir el “¡estate quieto!”, tenían que permanecer inmóviles. 

JUNIO DE 1958

Repasemos la situación ocurrida en junio de ese año: el Dr. Osvaldo estaba posiblemente en Guacareta (o posiblemente en la ciudad) escondiéndose de los represores del MNR; la señora Lydia se encontraba en Santa Cruz, acompañada de Pocha, que tenía seis años; Osvaldito estaba recién arrestado; las tres hijas mayores estudiaban en un internado en Córdoba y Luis Fernando vivía en un colegio en Buenos Aires.

En medio de todo esto, la señora Lydia, que ya contaba con cuarenta y dos años, estaba embarazada y a punto de dar a luz. El 16 de junio de 1958 nació María Cecilia (Pico), la última de todos los hermanos. Su nacimiento trajo toda la alegría que la familia necesitaba en esos tiempos tan agitados.

RECUERDOS DE NIÑEZ DE POCHA 

Recuerda Pocha:

Me acuerdo de que las patas de la cuna de Pico tenía una baranda trenzada y de que sus patas eran niqueladas. Un día me trepé a la cuna, puse mi “patinga” ahí al medio y traté de alzar a mi hermanita. Como no pude, por el peso, la volví a tirar sobre el colchón. ¡No la tumbé al suelo! Pico tenía unos tres meses, yo estaba por cumplir seis años.

Tengo presente dónde estaba la cuna, al lado de la ventana del primer cuarto, donde empezaba el dormitorio de mis padres. Me acuerdo cómo la luz del sol se posaba suavemente sobre la cuna, pasando a través de la ventana. ¡Cómo esas cosas se graban en la mente! También recuerdo que teníamos una lámpara con la figura de Micky Mouse en nuestro cuarto.

Recuerdo cuando papá llegaba después del trabajo. Durante el día no se le podía hablar, estaba en sus cosas, pero en la noche le aparecía una ternura de ver a sus angelitos durmiendo. Levantaba el mosquitero, se sentaba en la cama y nos sobaba la cabeza. 

INTERNADO EN CÓRDOBA, ARGENTINA

Después de su estadía en Sucre, las tres chicas mayores se trasladaron en 1958 a Córdoba, Argentina, al internado de las religiosas de Nuestra Señora de la Merced, llamadas las Mercedarias. Ninguna de ellas tiene recuerdos de los acontecimientos que sucedían esos días en Bolivia porque estaban, literalmente, en otro mundo. Las noticias, además, llegaban con mucho retraso.

Fue justo en esa época cuando Cuca hizo su Primera Comunión, lejos de sus padres, pero acompañada de sus hermanas y de las Hermanas de la Congregación.

Cuca recuerda:

A pesar de todo lo que le pasaba a mamá, ella se daba tiempo para ocuparse de nuestras actividades de niñas. Me envió una caja grande que tenía mi traje de primera comunión, acompañada de cualquier cantidad de dulces finísimos. Para la celebración, se hizo un desayuno grande con todas las internas y las monjitas.

En el internado recuerdo que había un padre que era churrísimo, el padre Pío. Tocaba el piano y nos cantaba zambas argentinas. Aparte de eso, me enseñaron el poco de civismo que tengo: todos los días a las siete de la mañana se izaba la bandera en el patio y todas las alumnas tenían que cantar el himno argentino y el himno a Sarmiento.

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Primera Comunión de Cuca

Por su lado, Charito estuvo solo un año en Córdoba y después volvió a Santa Cruz. Terminó sus estudios en el Colegio Santa Ana, de donde salió bachiller en 1959.

INTERNADO EN BUENOS AIRES

En 1959 el Dr. Gutiérrez decidió que Rose Marie y Cuca se trasladaran a otro internado, el colegio Nuestra Señora de la Misericordia, esta vez en Buenos Aires. Ellas recuerdan que daban tan poca comida en el almuerzo, que le pusieron de sobrenombre “colegio Nuestra Señora de la Miseria Gorda”.

En 1960 se cambiaron a otro internado, el Colegio de la Santa Unión de los Sagrados Corazones, ubicado en la Plaza Irlanda, también en la capital bonaerense. La razón por la que ocurrieron tantos cambios en los colegios de las chicas era que el Dr. Osvaldo preguntaba constantemente el mejor establecimiento educativo que había. Cuando se enteraba que había uno mejor para sus hijas, las cambiaba directamente, sin consulta previa.

Recuerda Rose Marie:

Cuca era una líder entre sus compañeras. Tenía muchísimas amigas. Yo la miraba cuando patinaba como loca en el patio del colegio, ella iba por delante y la seguía una hilera de otras chicas haciendo figuras. 

EL DINERO JUSTO

El dinero que les enviaba el Dr. Osvaldo les daba justo para el mes. Siempre andaban muy restringidas de fondos y, a pesar de que necesitaban más, nunca lo comentaron a sus padres. Consideraban que ellos tenían suficientes problemas y que hacían por demás para mantener a sus hijos estudiando fuera del país.

Sigue Rose Marie:

Las hermanas de los estudiantes del colegio Saint George, donde estudiaba Luis Fernando, eran unas rubias “mireyas” de pelo largo, con unos autazos y muy elegantes. Luis Fernando me confesó después que le daba vergüenza que yo vaya a buscarlo, porque llegaba de uniforme, que además era el mismo de siempre, y prefería que no vaya.

Recuerdo que, en una oportunidad, saqué a Luis Fernando fuera de su colegio para pasear. Íbamos también con Cuca. En una tienda donde había cañoncitos de dulces de leche —Buenos Aires era el lugar de las masas y de las tortas—, nos paramos en la vitrina con las narices pegadas al vidrio. ¡No tenía una sola moneda con qué comprar esas delicias a mis hermanos que todavía eran chicos!

Cuca añade:

Rose Marie pasaba por las tiendas de chompas, sobre todo por una de marca  ARS, y me decía: “¡Aquí voy a volver algún día y me voy a comprar cuatro chompas de un saque!”. Varios años después, lo cumplió.

LA ANÉCDOTA DEL PELLIZCO

Esta anécdota muy divertida la cuenta Cuca:

Resulta que nuestros papás nos enviaban dinero a comienzo de año y después cada tanto. Cuando llegaban los cheques, debíamos trasladarnos hasta el Banco de la Nación Argentina en el centro de la ciudad para cobrarlos.

Una vez salimos del internado cerca del mediodía para cobrar uno de esos cheques. Calculamos tener suficiente tiempo para llegar antes de que cierren el banco, a la una de la tarde. Sacamos nuestras últimas monedas para tomar el bus hasta el centro.

Llegamos al banco casi sobre la hora. Estábamos por presentar nuestro cheque a la cajera y ella, viéndonos que éramos un par de estudiantes con un cheque por cobrar, ¡nos cerró la caja en la cara! Nos quedamos mirándonos, atónitas. ¿Qué íbamos a hacer? Contábamos con ese dinero para volver al internado. ¡No teníamos un peso!

Rose Marie pensó rápido y me dijo: “A media cuadra hay una iglesia, andá y pedile al padre que te regale diez pesos para volvernos al colegio”. El ómnibus costaba cinco pesos la ida, por persona. Entré a la iglesia y salí llorando al minuto. “¡Me dio miedo, no pude!”, le dije. Entonces Rose Marie me dio un fuerte pellizco y me dijo: “¡Miércoles que sos pa’ nada!”.

Deambulamos un poco por las calles. En una esquina vimos un puesto de revistas donde había un plato lleno de monedas de las que necesitábamos. Me dijo: “¡Robate dos!”. Yo titubeé y después me lancé, pero justo en ese momento, el revistero se giró y gritó: “¡¡¡¡Noooooooooticias correo diarioooo….!!!” Yo escuché: “¡¡¡Noooooo me roben mi plata…!!!” y salí en veintiuna (salí volando).

Exhaustas y desinfladas, decidimos tomar un taxi y prestarnos dinero al llegar al internado. 

El taxista dio muchas vueltas innecesarias por la ciudad, hasta nos llevó por unos pajonales. ¡Estábamos paralizadas de miedo! Rose Marie tenía dieciséis años y yo, diez. El chiste nos costó un montón de plata que tuvimos que devolver después a quien nos prestó.

LAS CARTAS DE MAMÁ

Cuca comenta sobre las cartas que recibían de sus padres.

Me acuerdo perfectamente de las cartas de mamá, llegaban con gotas de lágrimas, la tinta corrida en el papel. ¡Las tengo tan presentes! Era cuando contaba cabalmente de la yesquera (la falta de plata) de Guacareta, lo que se moría el ganado, que no había agua por la sequía. Nos contaba lo difícil que estaba allá.

Papá nos escribía también cartas pero a máquina, en papel seda. Mamá, por otro lado, nos escribía a pulso. Era por los años 1962 o 1963. Es una pena que no hayamos guardado ninguna de ellas.

MIENTRAS TANTO, EN GUACARETA…

Habla Luis Fernando:

El Dr. Osvaldo llegó a tener, después de mucho esfuerzo y años de trabajo, una hermosa ganadería, muy floreciente y reputada.

Al no poder salir de Guacareta, hizo muchas amistades alrededor de la zona circundante. Visitaba a sus familiares en Itaguazurenda; a su compadre Don José Luis Sánchez que tenía una hermosa propiedad en Yoaí; a los Barba por Villamontes y también a tío Carlos Gutiérrez en Santa Fe y San Pablo. Cuando deseaba hablar de política visitaba a su sobrino carnal Mario R. Gutiérrez en la propiedad vecina de Ururigua.

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El Dr. Osvaldo (de blanco, al centro) en el puesto de Parapetí, cerca de Río Grande.

OSVALDITO RECIÉN CASADO, 1961

Osvaldito fue el primero de la familia en casarse. La ceremonia se llevó a cabo el 4 de marzo de 1961. Él tenía veintidós años y su esposa, Melva Serrate (Pimpi), dieciocho.

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Osvaldito y Pimpi (foto de 1961).

La situación económica de la pareja era precaria. Para no repetir la experiencia de trabajar en Guacareta con su padre, consiguió un puesto en el Ingenio Azucarero La Bélgica, donde fue recibido por don Óscar Gasser. Era una muestra de rebeldía, porque La Bélgica competía con el Ingenio San Aurelio, perteneciente a su tío Ramón Darío Gutiérrez.

Osvaldito contó por muchos años que, de entrada, a él le dieron el puesto más alto del ingenio. “¿Cómo es eso?”, le preguntaban. “Es cierto —respondía—, ¡no miento!”. Evidentemente, estaba en el lugar más alto de la planta: trabajaba de operario de la grúa. Su tarea era descargar la caña de los camiones para pasarla a los depósitos.

Cuenta Quitiño:

Mi padre tiene tantas anécdotas. Operaba la grúa con la gorra volcada hacia atrás. Llegó a hacerlo tan bien, que lo hacía con una sola mano, mientras que con la otra leía una de sus revistas de fútbol argentino favoritas: El Gráfico. Un día se descuidó, no apuntó bien a dónde debería caer el gancho de la grúa, ¡y levantó el camión en vez de la caña!

Cuando se dio cuenta se asustó, ¡y largó todo! Deshizo camión y grúa.

Estuvo en La Bélgica por la temporada de una zafra entera, unos ocho meses. La señora Lydia sufría porque su hijo estaba recién casado y no contaba con alternativas de trabajo.

La reconciliación con el Dr. Osvaldo ocurrió en una emotiva reunión de Nochebuena en 1961, cuando Osvaldito llegó con su familia a la casa de sus padres.

Navidad 1962
Parados, de izquierda a derecha: Betty, (hermana de Pimpi), Pocha, la Sra. Lydia, el Dr. Osvaldo,  Charito, Cuca y Lorgio (esposo de Charito). Sentados: Delicia (mamá de Pimpi) Pico, Pimpi, Tania (de un año) y Osvaldito (foto de 1962).

En esa ocasión, el Dr. Osvaldo aceptó que Osvaldito vuelva a trabajar en Guacareta, esta vez como administrador de la propiedad. Uno de los términos del acuerdo era que las ganancias por los novillos nacidos se dividirían 50% cada uno, lo que en el léxico ganadero se llama “al partido”.

El trato tenía una condición que impuso el Dr. Osvaldo: Osvaldito volvería a Guacareta siempre y cuando no visitara Santa Cruz sin su consentimiento. Era un tipo de confinamiento obligatorio. El trato fue aceptado. Las condiciones fueron tan estrictas que, por ejemplo, Osvaldito no pudo llegar a Santa Cruz para el nacimiento de Quitiño, su segundo hijo.

Cuenta Quitiño:

Otra anécdota de mi padre: un día mi abuelo estaba en Camiri, cuando una señora le dijo: “Oiga, doctor, ¿cuándo va a traer usted esos quesos chicos tan ricos que ofrece su hijo?”. “¿¡Cómo!?”, le respondió, “¡yo no hago quesos chicos, los míos son quesos grandes!”. Mi abuelo era muy orgulloso de su producción. 

Resultaba que la práctica normal en la hacienda es que a las vacas se las ordeña en épocas cuando había agua, por noviembre o diciembre. No se debía ordeñar en época seca, porque se debilita el ganado. Pues mi padre las ordeñaba también en época seca, pero obtenía tan poca leche que solo le daba para hacer quesos chicos.

Hacía zapatear al abuelo con sus salvajadas…

MATRIMONIOS

Charito se casó el 26 de diciembre de 1961 con Lorgio Paz Stelzer. Los dos habían sido cortejos tres años antes, es decir, desde que ella volvió de Córdoba.

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Charito y Lorgio (foto de 1961).
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El Dr. Osvaldo, Charito, Lorgio y la Sra. Lydia (foto de 1961).

Unos días después, el 31 de diciembre de 1961, se casó Chichote, el hijo mayor del Dr. Osvaldo, con Norma San Martín, en la ciudad de La Paz.

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Chichote y Norma (foto de 1961).

CAÍDA DEL MNR

Mientras el MNR estaba en el poder, el Dr. Osvaldo no podía salir de Guacareta ni circular libremente por el país. Fue recién cuando René Barrientos Ortuño hizo el golpe de Estado a Víctor Paz Estenssoro, en 1964, que el MNR desapareció como partido opresor y tanto el Dr. Osvaldo como la señora Lydia pudieron volver a Santa Cruz.

A partir de ese año se abre una nueva etapa en la vida de ambos, cuando sus hijos mayores empezaron a transitar sus propios caminos y ellos tuvieron más tiempo para sus propias actividades. En 1964 el Dr. Osvaldo tenía cincuenta y ocho años y la señora Lydia, cuarenta y ocho.

PROXIMO CAPÍTULO

En la próxima entrega relataremos todas las actividades cívicas del Dr. Osvaldo Gutiérrez, así como las ocupaciones particulares de la señora Lydia.

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Notas del editor:

Esta historia se basa en entrevistas y posteriores revisiones con la familia Gutiérrez Gil, realizadas entre mayo y julio de 2020.

Las fotos fueron proporcionadas por la familia. Otras imágenes tienen la acreditación correspondiente.

La redacción y edición son de Marcos Grisi Reyes Ortiz.

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Escrito por

Cada historia que escucho es como si fuera mi propia historia. Y en cierta forma, es la tuya también. Al leerlas, espero que lo sientas así.

9 comentarios en “Historia de la familia Gutiérrez Gil – tercera parte: 1955-1964

  1. Emocionada con las tres historias y relatos puntuales .
    Hermosa familia ,difícil situación la que viven ,pero admirable el esfuerzo del Dr Osvaldo sacando adelante a su numerosa familia a pesar de los obstáculos a causa de la política.
    Muy bien narrada con dinamismo ,espero seguir leyendo la continuación de la vida de esta familia luchadora y perseverante en todo

  2. Hermoso relato de una familia oriunda de nuestra tierra. Ojala finalice comentando la situacion actual de la hacienda huacareta, la gente que la habita, nuevas historias del lugar.

  3. Quería dejar un comentario sobre Don Sungo Roca, aprovechando que su hijo Erland escribe aquí sus recuerdos al leer la historia. Nosotros queríamos muchísimo a Sungo, era nuestro héroe que nos llevaba en su avión y nos traía de Guacareta. Su sonrisota tan franca y alegre… lo recuerdo con mucho cariño.

  4. Hermoso relato me gozo mucho al leer historias verdaderas de una gran familia Cruceña muy querida y respetada como lo es la familia Gutierrez Gil muchas gracias por compartirla con su pueblo Felicidades! Y muchas bendiciones 🙏

  5. Marco muchas gracias por el minucioso relato aunque a grandes rasgos conozco algo de lo q siempre en mi infancia y ya parte de mi vida adulta escuchaba siempre a mi señor padre Sungo Roca siempre los llevaba o traia en avion de Guacareta hablar al respecto del Dr Osvaldo o la sra Lidia u Osvaldito ( se fue temprano) hermosa historia q me trae recuerdos de ese hermoso Sta Cruz de antaño MUCHAS GRACIAS ESTARE AL PENDIENTE DE SEGUIR LA HISTORIA HASTA EL FINAL

  6. Darse modo para tener a la familua junta y formándose..
    Gran logro de esa pareja con vision de futuro para los hijos en particular.
    Fue muy grato conocerlos.. José Diaz

  7. Bonito relato y recuerdos de una típica familia del oriente en una etapa hitórica muy dificil. Gracias por el relato.

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