En este relato cuento la historia de Dionisio Foianini Ioli, el primer inmigrante de la familia, y de mi tío abuelo Dionisio Foianini Banzer, quien aportó con la fundación de la empresa estatal de petróleo y el Tratado de Paz con Paraguay.
PRÓLOGO
La primera vez que tomé contacto con mi historia familiar fue en octubre de 1983, cuando tenía diecisiete años. En ese tiempo estaba cursando el primer año de estudios en la Universidad de Georgetown en Washington DC. Recibí la llamada de mi padre avisándome que tío Dionisio iba a llegar a la ciudad, y que debía acompañarlo en su estadía de tres días.
Para entonces, a él lo conocía muy poco. Vivía en Santa Cruz a una cuadra de nuestra casa, sobre la avenida Irala; pero, aun así, lo veía rara vez. Tío Dionisio era hermano de mi abuelo Ángel, así que mi papá era su sobrino. Tenía ochenta años, esto es, sesenta y tres de diferencia conmigo. Cuando mi padre me instruyó que lo acompañara por el fin de semana, digamos que no salté de alegría.
Me acuerdo de que nos encontramos en un hotel en Arlington, Virginia, para coordinar actividades y, al día siguiente, partimos a recorrer la ciudad. Él quería ver museos de arte, así que nos encaminamos al National Museum of American History y al National Gallery of Art.
Me sorprendió lo extremadamente educado y culto que era. Noté que, cuando se paraba ante un cuadro, lo miraba rápido y pasaba al siguiente. Después le comenté: “Pero, tío, ¿apreció ese cuadro? Casi ni lo vio”. “No hijo —me respondió—, es la tercera o cuarta vez que lo veo, es solo una ayuda memoria”.
Después de visitar dos o tres museos nos sentamos en un café a descansar y a charlar un poco. Para mi sorpresa, llegamos a congeniar muy bien. Rompimos la barrera generacional. Empezamos a hablar de historia, de arte, me contó cómo los Foianini llegaron a Bolivia, me abrió los ojos a muchas cosas que no sabía. Su broma era que el hombre más rico del mundo, John Rockefeller, lo quería matar por haberle quitado los campos petrolíferos a la Standard Oil, la compañía petrolera estadounidense.
Esos tres días fueron, la verdad, entretenidos, más de lo que esperaba. Después de visitar Washington, viajó a New Jersey a visitar a su hija Mercedes, quien vivía allí.
Algunos meses después, ya de vuelta en Bolivia, tío Dionisio anunció su decisión de hacer un último viaje a Europa, y pidió a mi padre que yo lo acompañara. Desde mi punto de vista, una cosa era compartir tres días con él en la ciudad donde yo vivía, y otra era sacrificar toda una vacación donde vería a mis amigos en Santa Cruz.
Cuando mis padres me propusieron que vaya, les dije de entrada que no. Al final, me convencieron de ir, aunque un poco obligado. Tomé el avión desde Washington directamente a Roma, y allí me encontré con tío Dionisio, quien ya había llegado desde Bolivia, acompañado de su hija, Martha, y su nieta, Noni (Patricia).
El viaje resultó fantástico, fueron tres semanas que nunca olvidaré. El hecho de que haya acompañado a tío Dionisio en su despedida a Europa fue único. Me contaba en el camino lo que recordaba de cada lugar donde ya había estado en sus épocas de estudiante, en la década de los veinte y, después, como embajador. Su papá, es decir mi bisabuelo, salió como emigrante desde Génova a principios de siglo.
Los Foianini Banzer eran italianos alemanes. Su padre provenía de la Lombardía, una zona del norte de Italia —objeto de conquistas entre el Imperio Austríaco, la Francia de Bonaparte y los españoles—, que fue vital en la unificación de la república italiana. Mientras tanto, su abuelo materno, Georg Banzer, provenía de Osnabrück, una ciudad del norte alemán. En su educación, las artes y la cultura, el ser fino, tenía mucha importancia.
Curiosamente, los Banzer vienen originalmente de Suiza, cerca de Saint Moritz, al otro lado de los Alpes que es donde se origina la familia Foianini. A tío Dionisio le gustaba relatar que la familia de su padre y la de su madre distaban a pocos kilómetros la una de la otra; lo curioso era que se habían venido a encontrar en una región lejana, en Bolivia.
A continuación, recapitularé todo lo que recuerdo de lo que él me contó, tanto en estos viajes como después, en sus últimos años de vida. Junto con mi editor, Marcos Grisi, hemos hecho uso de varias partes de su libro autobiográfico Misión Cumplida. Algunos amigos y parientes cooperaron también con datos.
Espero que disfruten la lectura.
EL ORIGEN DE LA FAMILIA FOIANINI
Los Foianini provienen de Foian, un pueblo situado en una de las laderas de los Alpes italianos, casi en la frontera con Suiza. Actualmente es un caserío abandonado, al que se llega a través de un pueblo más grande llamado Torre di Santa María, que se encuentra en el valle.




Al otro lado de las montañas, sobre el lado suizo, se encuentra St. Moritz, un resort de ski lujosísimo. En broma decimos que los Foianini nacieron en el lado equivocado de la montaña, en un pueblo de granjeros pobres con sus casas de piedras colocadas una encima de la otra, cuando podíamos venir del lado más bonito y lujoso.
Hace algunos años fui a visitar la zona con mi familia. Encontramos a una pareja de ancianos de apellido Foianini viviendo en un lugar llamado Skaia, a medio camino en la montaña entre Torre di Santa María y Foian. Una prima lejana de mi padre que me recibió en Torre di Santa María me dijo que uno de ellos era mi pariente, y el otro no.


DIONISIO FOIANINI IOLI, EL PRIMER INMIGRANTE
Después de señalar el lugar preciso de donde venimos, paso a contar la historia de mi bisabuelo, Dionisio Foianini Ioli, el primer inmigrante de nuestra rama familiar que llegó a Bolivia. Para facilitar el relato, simplemente lo llamaré Dionisio.
Nació en 1866, en esa pequeña aldea incrustada en las montañas. Su padre era severo y disciplinado, como era común en esas épocas. Para ir a la escuela local, tenía que subir una abrupta pendiente cubierta de hielo. Además de sus útiles, debía llevar un pedazo de leña para atizar el fogón del aula durante los días de invierno.
Al igual que todos los jóvenes del lugar, aprendió carpintería y minería. Esta última actividad era la que le hacía soñar con encontrar riquezas ocultas en las entrañas de la tierra. En 1884, a la edad de dieciocho años, decidió partir de esa pequeña aldea para buscar riquezas en América, donde abundaban leyendas mágicas de fortuna. La pasión por la minería no lo dejó nunca.
Tomó un barco, posiblemente en el puerto de Génova, rumbo a Buenos Aires. Al llegar a Argentina, encontró un país en crisis, donde escaseaba el trabajo. No tenía vuelta atrás, así que se tuvo que ajustar a la nueva realidad y ubicarse en la gran ciudad. Al poco tiempo de llegar, se fue hacia el norte, rumbo a Paraguay, ya que había oído que se trataba de un país donde había trabajo en abundancia.
Poniéndonos en un contexto histórico, en ese entonces Paraguay pasaba por un período de reconstrucción de infraestructura, después de haber perdido la Guerra de la Triple Alianza contra Brasil, Argentina y Uruguay unos años antes. En esta guerra, librada entre 1864 y 1870, se estima que murió el 80% de la población masculina, así que, evidentemente, se necesitaba gente y hombres para rehacer y repoblar el país.
En Paraguay encontró trabajo e hizo sus primeras amistades, entre ellos un norteamericano, Justin Smith, quien también había venido de tierras lejanas en búsqueda de fortuna. Los dos tenían obsesión por el oro y las piedras preciosas. Se volvieron amigos inseparables e hicieron planes de llevar adelante exploraciones para encontrar tesoros.
Con el fin de obtener fondos para sus futuros viajes, ambos se emplearon como albañiles en la construcción de depósitos y estaciones para la empresa de ferrocarril. Cuando terminaron su contrato, se dedicaron a recorrer el país, por el año 1891. No pudieron viajar mucho más, porque Paraguay se vio envuelto en convulsiones políticas internas que dificultaban toda actividad.
Ante esta situación, los dos amigos decidieron trasladarse al Brasil, donde se escuchaba que había oro y diamantes. Pasaron por Corumbá, Cáceres y Cuiabá, internándose en la Sierra dos Parecis, en plena selva amazónica, dentro del estado de Mato Grosso. Atravesaron ríos y lagunas en canoas, en tierra avanzaban a caballo y, a veces, recorrían largas distancias a pie. Corrieron peligro de ser atacados por bandoleros, mineros de mala índole y hasta por salvajes, que en la Sierra dos Parecis eran todavía caníbales.
En varias partes encontraron oro y diamantes, lo cual les permitió acumular suficientes medios para continuar las exploraciones. Sin embargo, en el Brasil agreste de entonces, conservar la vida exigía un esfuerzo físico y mental extraordinario. Ya habían estado más de cinco años recorriendo la zona y se encontraban cansados. Dionisio, quien era originalmente de una zona fría y montañosa de los Alpes, no se terminaba de acostumbrar al trópico, mientras que Justin, originario de Palo Alto, California (cerca de San Francisco), extrañaba la inmensidad del mar.
Decidieron entonces buscar un nuevo reto. Por esos años se hablaba mucho de la fiebre del oro en el río Klondike, en Alaska (evento conocido como el Klondike Gold Rush), al otro extremo del continente americano. Comenzaron así a buscar rutas para llegar a este destino.
Justin propuso navegar por el río Paraguay hasta Buenos Aires, de ahí bordear el estrecho de Magallanes, y subir la costa del Océano Pacífico hasta llegar a la casa de su familia en Palo Alto, donde tomarían impulso para seguir a Alaska. A Dionisio no le pareció buena idea a raíz de su mala experiencia en la travesía cuando cruzó el Atlántico. Además, le habían comentado que en Tierra del Fuego los mares son muy picados, con corrientes y vientos fuertes. Él prefería cruzar el continente, cruzar las montañas de los Andes, llegar hasta un puerto en la costa del Pacífico y de ahí subir a California para encontrarse con su amigo.
Así lo decidieron. Llegaron de vuelta a Corumbá, donde se separaron. Era el año 1897. Justin siguió rumbo sur, siguiendo el río hasta llegar a Buenos Aires para, de ahí, seguir la travesía por mar. Dionisio tomó rumbo oeste, entrando a territorio boliviano. Nunca más se volverían a ver.
INGRESO DE DIONISIO A BOLIVIA
El primer pueblo al que Dionisio llegó fue Puerto Suárez. En la casa comercial Stefen le explicaron que los animales de la zona estaban enfermos, así que solo podía seguir camino con un buey-caballo, de caminar lento y pesado. Se vio forzado a dejar sus dos baúles en dicha casa comercial, con el encargo de que los enviaran a la ciudad más grande de la zona, Santa Cruz, que distaba unos 700 kilómetros hacia el oeste. Él esperaría su equipaje ahí para después continuar camino a Cochabamba, Oruro y Arica.
A causa de las lluvias que cayeron, no previstas en el calendario Bristol, y del mal estado de los caminos, Dionisio tardó dos meses en llegar a Santa Cruz. Cruzó ríos, curichis y posiblemente tuvo que cuidarse de los animales salvajes de la zona. Ya en Santa Cruz, alquiló un cuarto en la casa de una familia de apellido Silva, en la esquina de la calle La Paz y Ñuflo de Chávez. Ahí empezó la larga espera por la llegada de su equipaje, muy retrasado por el mal tiempo en la región.
Mientras, conoció a don Georg Banzer, un inmigrante alemán que llevaba para entonces más de veinte años en el país. Era originario de Osnabrück, en el norte de Alemania, y fue el progenitor de toda la familia Banzer en Bolivia.
Este le ofreció trabajo en su empresa comercial, lo cual fue muy bueno porque Dionisio necesitaba dinero así como ocuparse en alguna actividad. Los meses pasaron, no había ninguna noticia de su equipaje. Poco a poco se fue acostumbrando a vivir en la pequeña ciudad. En ese entonces, a finales del siglo XIX, Santa Cruz tenía alrededor de 18 000 habitantes.
LA FAMILIA DE GEORG BANZER
Georg Banzer era un hombre, en ese entonces, de casi cincuenta años, con una familia establecida. Su primera hija, Carmen, nació fruto de su relación con Salomé Montero Vaca, con la que no llegó a casarse. Un par de años después, Georg se casó con Josefina Aliaga, con quien tuvo nueve hijos.
Los descendientes de Georg el año 1897, cuando llegó Dionisio, tenían las siguientes edades:
Una nota aparte: Salomé Montero era hermana de Virginia Montero, quien se casó con John Shirley Bowles. De esa unión desciende la familia Bowles. De esta manera, todos los Foianini estamos ligados familiarmente con las familias Banzer y Bowles en Bolivia.
MATRIMONIO DE DIONISIO FOIANINI Y CARMEN BANZER
Mientras Dionisio esperaba noticias de su equipaje, surgió inesperadamente un romance entre él y Carmen. Tenían 31 y 23 años respectivamente. Se casaron el año 1898.
Mientras tanto, su amigo de exploraciones mineras, Justin Smith, llegó a su casa en Palo Alto, California, y esperó por él ahí. En vista de que Dionisio no llegaba, partió solo a Alaska y, al parecer, hizo una apreciable fortuna en ese lugar. Los amigos no dejaron de estar en contacto mediante cartas, usando como dirección la casa de Justin en Palo Alto.
Producto de la unión de Carmen y Dionisio nacieron los siguientes niños:
ACTIVIDADES COMERCIALES
A finales del siglo XIX y principios del XX el comercio de la goma era muy intenso, especialmente en el Beni. Los empresarios gomeros necesitaban todo tipo de insumos para la explotación de la sustancia. Es así que Carmen y Dionisio se dedicaron a crear productos para ese mercado, tales como cachas (baúles) de madera, ropa de trabajo y otros.
La mercancía la despachaban en flotas de carretones tirados por bueyes. En la cadena de distribución también había otros inmigrantes, tales como el Sr. José Sciaroni (francés pero de padre suizo-italiano), dueño del puerto de Cuatro Ojos sobre el río Piraí, y don José Bruno (italiano), que prefabricaba las embarcaciones en su maestranza de Santa Cruz.
Con el paso de los años, Dionisio también fue dueño de una tienda de venta de telas, un hotel y un negocio de importación de mercaderías desde Europa. Entre los artículos que trajo, por ejemplo, se encontraban las máquinas alemanas de coser a pedal, que permitieron el surgimiento de una pequeña industria de manufactura de ropa en la ciudad.
También siguió con su inquietud de buscar oro. En 1903 llegó a conformar una expedición para explorar el área de Guarayos, donde estuvo seis meses recorriendo las serranías del lugar, sin resultados positivos. La búsqueda tocó a su fin cuando alcanzaron las orillas del río Iténez, en la actual frontera entre Bolivia y Brasil.
El grupo, bordeando el río, llegó a una pequeña aldea ribereña, donde fueron recibidos por un amable médico alemán, don Pablo Busch, quien les ayudó a llegar a Ascensión de Guarayos. El hijo de don Pablo Busch fue Germán Busch, futuro presidente de Bolivia. Varios años después, los caminos de las dos familias se volverían a encontrar.
Dionisio tuvo varias iniciativas empresariales e inquietudes en su vida. Contaba con un buen sentido comercial y gozaba de amplio crédito. En 1918 adquirió acciones en una compañía que exploró petróleo en el altiplano boliviano, pero no tuvo éxito. En 1923 presentó un proyecto al gobierno de Bautista Saavedra para la instalación de una hilandería y fábrica de tejidos, con una planta de energía eléctrica propia. La iniciativa no prosperó porque el parlamento no aprobó la dotación de tierras adecuadas para el emprendimiento.

Uno de sus proyectos más importantes fue la apertura de un establecimiento farmacéutico llamado Farmacia Nacional, que contaba con un laboratorio completo para la época. Se dedicó a la elaboración de medicamentos inyectables, en ampollas fabricadas localmente y cerradas en el mismo laboratorio. También importó el primer equipo de Rayos X, que trajo desde Liverpool y cuyo transporte se hizo vía Porto Belho, Brasil, para luego ser llevado en el ferrocarril Madeira-Mamoré, luego por vía fluvial y, finalmente, en carretones hasta Santa Cruz.
Cuando vino la Guerra del Chaco, en 1932, amplió su laboratorio e incrementó la producción de medicamentos para ayudar en el esfuerzo de la guerra. El equipo de Rayos X ayudó a la ubicación de proyectiles en el cuerpo de los heridos. El laboratorio hizo cuanto humanamente fue posible para suplir las necesidades médicas del Ejército.

Mi bisabuelo recibió la medalla Cóndor de Los Andes en el grado de Oficial, en reconocimiento a los servicios prestados a la nación. Murió el 25 de agosto de 1945. Veintitrés años más tarde, en 1968, murió mi bisabuela Carmen.

LA SEGUNDA GENERACIÓN
Después de relatar la historia de mi bisabuelo Dionisio, debo pasar a la siguiente generación, a la cual pertenece mi abuelo Ángel y mi tío abuelo Dionisio.
Un punto sumamente importante en la vida de nuestra familia es el esfuerzo en la formación profesional de los hijos. El año 1909, mi bisabuelo viajó a Italia con su hijo mayor, Juan, cuando este apenas tenía nueve años, para que estudie en un colegio de ese país. Posteriormente, Juan entró a la Universidad de Pavia (cerca de Milán) donde se graduó como doctor en Química y Farmacia.
Tío Dionisio también estudió en la Universidad de Pavía, escogiendo la carrera de Química. Mi abuelo Ángel se inclinó por el mismo centro de estudios, pero para estudiar Medicina. Los tres hermanos se reunían con frecuencia en los ambientes universitarios. El menor de los hermanos, Elvio, fue el único que no viajó a Italia a estudiar. Prefirió quedarse en Bolivia, donde se graduó también en la carrera de Medicina en la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca.
Sobre las hijas, tía Blanca tenía un diplomado en Química y Farmacia, manejaba la farmacia de su padre junto con su hermano Juan. Tía Carmen tenía a su cargo la administración y contabilidad de la misma.

Los matrimonios en la familia y los hijos de esas uniones fueron los siguientes:
- Juan se casó con Mery Landívar Egüez. Hijos: Juan, Ana María (Moña) y Luis.
- Dionisio se casó con Dorothy Ryder. Hijos: Mercedes, Martha y Allen.
- Ángel (mi abuelo) se casó con Luisa Lozada Vespa. Hijos: Mario y Jorge.
- Elvio se casó con Irma Gutiérrez Velasco. Hijos: Guido, Cinthia, Gina e Ilse.
- Blanca se casó con Jorge Lavadenz Flores. Hija: Nancy.
- María se casó con Lucio Henicke Rada. Hijos: Erwin y Olga.
- Carmen se casó con Isaías Landívar Serrate. Hijas: Eda y Blanca.
Conocí a todos ellos, con excepción de Juan y Ángel quienes fallecieron cuando yo era muy pequeño por lo que no los recuerdo. Tías María, Blanca y Carmen eran muy cariñosas y guardo recuerdos muy lindos de los tiempos compartidos.
Con tío Dionisio entablamos una relación muy especial y por eso decidí relatar su historia. En una segunda entrega contaré acerca de mi abuelo Ángel con quien, junto con mi padre y conmigo, formamos tres generaciones dedicadas a la profesión de medicina.
A continuación, entonces, paso a contar sobre la vida de tío Dionisio, basado sobre todo en su libro de memorias Misión Cumplida. En el relato, algunas veces lo menciono como tío Dionisio y otras como Dionisio, a secas.
PRIMEROS AÑOS Y ESTUDIOS DE DIONISIO FOIANINI BANZER
Tío Dionisio nació en Santa Cruz en 1903 y cursó secundaria en el Colegio Nacional Florida, de donde fue alumno distinguido, graduado en en 1921. En su libro cuenta que, para legalizar su título de bachiller, tuvo que viajar a La Paz, lo cual le tomó, primero, ocho días a lomo de mula hasta Cochabamba y, desde allí, dos días más en tren hasta La Paz. En el viaje de regreso, en el tramo Cochabamba–Santa Cruz, su mula se enfermó y tuvo que continuar el viaje a pie, solo, también por ocho días. Llegó a su casa agotado y enfermo de paludismo pero, eso sí, con todos sus papeles en orden.
En 1923 viajó a Italia a continuar sus estudios universitarios. Me contó que, para financiar los costos de estadía, su padre le dio una bolsa con monedas de oro que le debían durar por los siguientes cinco años. La responsabilidad de llevar ese pequeño tesoro por los dos meses que duró la travesía —de los cuales treinta y cuatro fueron a lomo de caballo hasta Salta—, fue grande. Se matriculó en la Universidad de Pavía, cerca de Milán, para estudiar Química General.
En Pavía lo recibió su hermano mayor, Juan, quien estudiaba Farmacia. En realidad, Juan vivía en Italia desde sus nueve años. Mi bisabuelo Dionisio lo llevó allá a esa edad porque, según entiendo, había la costumbre que, cuando la familia se va lejos, el primogénito debe ir siempre al lugar de donde provienen, para mantener la relación con la familia.
Un par de años más tarde se uniría a ellos su hermano menor, mi abuelo Ángel, para estudiar Medicina. Entre los tres se encontraban frecuentemente en los ambientes universitarios. El hermano menor, Elvio, también estudió Medicina, pero escogió hacerlo en la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca.
En ese entonces, Europa iba reponiéndose de la Primera Guerra Mundial y el petróleo tomaba cada vez mayor importancia. Había una obsesión general de que las reservas se agotarían. Dionisio estaba seguro de que en Bolivia disponíamos de hidrocarburos: conoció a geólogos que le dieron algunas teorías y escuchó historias al respecto.
Retornó a Bolivia en 1930. Como anécdota, llegó de Buenos Aires hasta la frontera con Bolivia en tren, cruzó a Yacuiba, y de ahí tomó un vuelo del recientemente inaugurado Lloyd Aéreo Boliviano, de Yacuiba a Santa Cruz. El viaje duró tres horas. Cinco años antes, había hecho el mismo tramo a lomo de caballo en un mes.
1930-1932: UN PERÍODO DE CONEXIONES PERSONALES Y PROFESIONALES
Desde que estudiaba en la universidad, Dionisio tenía la idea de que Bolivia debería contar con una empresa nacional de petróleo, al igual que otros países. Con esa inquietud, viajó a La Paz en junio de 1930 para ver lo que podía hacer. Tenía algunos contactos de gente de gobierno que lo podían ayudar.
Llegó justo el día en que hubo una revuelta civil para deponer al presidente Hernando Siles, con balacera incluida. En esos días turbulentos conoció a Germán Busch, en una pensión de estudiantes benianos y cruceños. Forjaron entre ellos una amistad que perduró toda la vida.
Debido a la inestabilidad política en La Paz, tío Dionisio no pudo avanzar mucho con su proyecto. Decidió viajar a Argentina para, mediante unos contactos, conocer el funcionamiento de la empresa estatal de ese país, Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Pasó un año trabajando en esta entidad, durante el cual pudo visitar las instalaciones en Comodoro Rivadavia y revisar todos los procesos internos de la compañía.
En 1931 regresó a La Paz, donde consiguió una cita con el nuevo presidente Daniel Salamanca. En esta, le expuso brevemente su idea de fundar una entidad fiscal petrolera. El concepto fue bien recibido, pero los tiempos otra vez no estaban a su favor. Se acercaba un conflicto armado con Paraguay que ocupaba la mente de los funcionarios del gobierno, además de una severa crisis económica.
De todas maneras, Salamanca instruyó a Jorge Muñoz Reyes, Director General de Minas y Petróleo, que se reuniera con Dionisio para discutir el proyecto. A Muñoz Reyes le interesó la idea, pero mucho no podían adelantar por la situación por la que atravesaba Bolivia. Decidieron seguir en contacto.
LAS CONCESIONES PETROLERAS DE LA STANDARD OIL
La Standard Oil Company of New Jersey jugó un papel importantísimo en la historia de Bolivia. Después de la Primera Guerra Mundial se inició una corrida internacional en búsqueda de concesiones para desarrollos petroleros. En Bolivia el interés empezó con solicitudes de concesión hechas por empresarios privados pequeños y después se amplió con la intervención de multinacionales.
Una sola compañía, la Richmond Levering de Nueva York, obtuvo mediante intermediarios aproximadamente un millón de hectáreas para prospección petrolera. La Standard compró todas las concesiones a Richmond, así como otras pequeñas obtenidas por empresas privadas nacionales, alcanzando la superficie otorgada para exploración a más de 2.5 millones de hectáreas. Después de efectuar algunas inspecciones, retuvo aproximadamente un millón de hectáreas, haciendo renuncia del saldo.
La Standard encontró petróleo en las áreas de Camiri, Sanandita y Bermejo, pero no pagó los impuestos de producción que tenía acordado con el Estado boliviano, lo cual generó malas relaciones con el gobierno. La situación empeoró cuando, al inicio de la Guerra del Chaco en 1932, la compañía se declaró “neutral” y retiró a todos sus equipos, personal y documentación del territorio boliviano, para llevarlos a Argentina.
Terminada la guerra en 1935, por estos y otros motivos, había un ambiente muy desfavorable hacia la compañía, lo cual resultó en la reversión de las concesiones, como se lo mencionará más adelante.
ACTIVIDADES DURANTE LA GUERRA DEL CHACO
En 1933 Dionisio fue a visitar al ministro de Guerra, Enrique Hertzog, para exponer su voluntad de servir como un canal de comunicación con el gobierno paraguayo, con el fin de ayudar a parar la guerra con ese país. Utilizaría las relaciones personales que tenía con círculos argentinos para hacer algunas propuestas, en espera de que los amigos argentinos las transmitan a autoridades paraguayas.
El ministro Hertzog aprobó la iniciativa y autorizó el viaje. Una vez allá, expuso a su grupo de contacto que una de las demandas bolivianas más importantes era la sesión de Bahía Negra (Puerto Pacheco). Los argentinos hicieron los contactos, y la respuesta fue una negativa tajante de las autoridades paraguayas. De todas maneras, el medio de comunicación quedó abierto para futuras negociaciones. Poco tiempo después, Hertzog renunció al cargo de ministro de Guerra.
Sin mucho más que hacer, tío Dionisio se incorporó al ejército en campaña. Fue enrolado en la Batería Ríos de Artillería y partió al frente junto con un grupo de jóvenes. Casualmente, entre ellos se encontraba Carlos Herzog, hermano del exministro.
A los pocos días de llegar al Chaco, recibió una comunicación urgente desde La Paz, instruyendo que se presente de inmediato a Palacio de Gobierno. Viajó de vuelta a la sede de gobierno y se entrevistó con el presidente Daniel Salamanca, quien se había enterado de las gestiones que había hecho en Buenos Aires. Pidió un informe completo de los resultados y preguntó si se podía hacer otro intento. Dionisio contestó que sí.
ENTREVISTA CON EL PRESIDENTE PARAGUAYO EN PLENA GUERRA
A través de los contactos argentinos, esta vez se llegó más alto en la jerarquía del gobierno paraguayo. Como la iniciativa partía del mismo presidente Salamanca, se concretó que habría una entrevista personal entre el representante del gobierno boliviano y Eusebio Ayala, el presidente paraguayo, en Asunción.
Partió entonces a Buenos Aires a encontrarse con el senador Carlos Sosa, quien fue designado por el presidente Ayala como su representante personal. La noche del 4 de noviembre de 1933 ambos partieron en misión secreta en un barco que hacía servicio de pasajeros regular entre Buenos Aires y Asunción.
Al llegar a Asunción, el presidente Ayala lo recibió en su residencia particular. Pactaron la reunión para horas de la tarde, en compañía del senador Sosa. Según el libro de tío Dionisio, Ayala mencionó los siguientes puntos:
- “Soy contrario a la guerra como recurso para resolver diferencias. No veo la razón para que dos pueblos hermanos se estén agotando en esta forma. El Paraguay es un país pequeño y despoblado. Quiero llegar a una paz lo más pronto posible”.
- “Antes del conflicto, tratábamos de reducir al ejército, las posibilidades económicas así lo exigían”.
- “Una prueba de que no hay odio para Bolivia es el profundo silencio con el que el pueblo asunceño presenció el paso de los prisioneros bolivianos por la ciudad”.
- “El Paraguay es un país pobre; no queremos una paz armada. La guerra debe concluir para siempre; debemos alejar la violencia de nuestras fronteras”.
- “La única solución es un arreglo directo entre los dos países, previa cesación de hostilidades”.
El presidente Ayala expresó su deseo de que sus opiniones lleguen hasta el presidente Salamanca con la mayor reserva posible. Agregó que la presencia de Dionisio en Asunción no era conocida por nadie, con la excepción del senador Sosa.
Un comentario aquí: en la reunión, el presidente Ayala habló de una zona llamada Puerto Caballo, como simple referencia geográfica, haciendo notar que era un puerto profundo. La mencionó dos veces y puso énfasis en su expresión, lo cual llamó la atención de Dionisio. Era la primera vez que escuchaba del lugar, y lo mantuvo en mente. Ese dato, aparentemente insignificante, iba a tener una tremenda importancia después.
Dionisio volvió a La Paz e informó al presidente Salamanca sobre los resultados. Salamanca, a su vez, transmitió al Comando de Ejército la proposición de Ayala de cese definitivo de hostilidades e inicio de negociaciones para un acuerdo definitivo. El comando militar rechazó la proposición. Una vez más, las gestiones de Dionisio fueron infructuosas, pero dejó vías de comunicación abiertas que servirían en el futuro.
Al no tener nada más que hacer, quiso volver al frente, donde todavía su presencia obligatoria como soldado era requerida. Salamanca, al enterarse de esto, le prohibió volver al Chaco, ya que las gestiones que realizó con Ayala fueron muy importantes y sus servicios podían ser requeridos nuevamente. Además, tenía que guardar absoluta reserva de lo que había hecho hasta entonces.
CONTACTOS PARA LA CREACIÓN DE UNA EMPRESA NACIONAL DE PETRÓLEO
Durante el resto de la guerra, Dionisio fue destinado a la ciudad de Santa Cruz para trabajar como Oficial de Sanidad. Colaboró a su padre en el laboratorio y la farmacia, que abastecían al Ejército en campaña. También prestó al Ejército servicios relacionados con su profesión de químico.
Siguió en contacto con Jorge Muñoz Reyes, a quien conoció antes de la guerra, cuando conversaron sobre la creación de una entidad estatal del petróleo. Este, con el grado de capitán, había sido destinado como interventor de las instalaciones de la Standard Oil of Bolivia en Camiri, donde duplicó la producción.
Dionisio insistía en la necesidad de crear una empresa petrolera estatal. Muñoz Reyes no se opuso a la idea, pero siempre aconsejaba prudencia, esperar a cuando llegara la oportunidad. Al final, su opinión fue vital para dar luz verde a la creación de la entidad.
Empezó a contactarse más frecuentemente con personas que compartían la idea del proyecto, entre ellos Humberto Vásquez, asesor jurídico del Ministerio de Relaciones Exteriores; Guillermo Mariaca, ingeniero petrolero; José Lavadenz, asesor jurídico de la Presidencia, y Gustavo Chacón, funcionario del Ministerio de Minas y Petróleo.
SEGUNDA VISITA AL PRESIDENTE AYALA
En el ámbito político, el presidente Salamanca había sido destituido con una renuncia forzada el 24 de noviembre de 1934, en lo que se conoce como “el Corralito de Villamontes” y asumió el cargo su vicepresidente, José Luis Tejada Sorzano.
El armisticio y cese del fuego con Paraguay se declaró unos meses más tarde, el 14 de junio de 1935. Las tropas paraguayas se quedaron todavía en sus puestos de avanzada, hasta que se firmara el Acuerdo de Paz definitivo. Algunos meses más tarde, Tejada Sorzano encomendó a Dionisio un segundo viaje a Asunción para volver a entrevistarse con el presidente Ayala para conversar temas económicos, comerciales y de desarrollo.
Esta vez, Dionisio llegó en avión desde Buenos Aires a Asunción. En la entrevista, Ayala le mencionó que fue una lástima que la misión que el presidente Salamanca le había encomendado en 1933 no hubiera tenido éxito. De prosperar, los dos países se habrían ahorrado muchas lágrimas, vidas y sufrimientos. “Esta guerra se la tenemos que hacer pagar a quienes, pudiendo, no la evitaron”, dijo.
FUNDACIÓN DE YACIMIENTOS PETROLÍFEROS FISCALES BOLIVIANOS
El 17 de mayo de 1936 se produjo un golpe de Estado contra Tejada Sorzano, en el cual se instaura a David Toro en la presidencia. Durante los siguientes años, se sucederían varios cambios de gobierno. No es materia de este relato indicar las razones ni la forma como sucedió cada cambio.
El presidente Toro, respondiendo a las nuevas tendencias socialistas de la época, aprobaba cuanto proyecto de Decreto le era sometido, sobre todo cuando el texto tenía un tinte “socialista” o de “reivindicación”.
En este ambiente nacionalista, la situación política estaba dada para la creación de una empresa propia de exploración petrolera, tal como quería Dionisio. Se realizaron varias reuniones con el presidente Toro sobre el proyecto, quien dio su completo apoyo a la creación de la entidad.
El decreto de creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) se redactó también con conocimiento de Germán Busch, un hombre fuerte en el gobierno, quien ocupaba las funciones de jefe de Estado Mayor General, así como de un reducido círculo de personas que estaban informadas de los preparativos.
Los toques finales al documento se hicieron en la residencia de Dionisio, con las personas involucradas en el proyecto. Humberto Vásquez Machicado, el asesor jurídico del Ministerio de Relaciones Exteriores, redactó el documento en limpio, usando para ello su máquina de escribir portátil.
A primera hora de la mañana del día siguiente, el 21 de diciembre de 1936, Dionisio fue al despacho del presidente Toro, quien ya estaba informado de su visita, y le presentó el decreto de creación de YPFB. El mandatario lo leyó atentamente y lo firmó. Conversaron sobre la forma de proceder, y acordaron la estrategia de no considerar este tema en el Consejo de Ministros, para evitar el riesgo de discusiones que podían postergar y hasta dañar el propósito de la creación de la entidad fiscal.
No hay que olvidar que había intereses económicos muy grandes en contra de la creación de una entidad estatal de petróleo. La oposición más importante provenía de la Standard Oil y de sus aliados, que todavía litigaban en los tribunales sobre la validez de la reversión de sus concesiones petroleras en Bolivia.
Una vez obtenida la firma de Toro, Dionisio se dirigió al Ministerio de Minas y Petróleo, para que firmara el Coronel Antenor Ichazo, quien también estaba al tanto del proyecto. Con las dos firmas más importantes en el documento, un hombre de confianza de Germán Busch, Gustavo Chacón, tuvo la misión de hacer firmar el decreto al resto de los ministros, en sus despachos.
Al terminar el día, con todas las firmas en el documento, se le preguntó a Chacón si los ministros habían leído el decreto. Contestó: “Algunos lo han leído atentamente sin comentarios, otros a medias, otros simplemente lo ojearon y los demás lo han firmado sin leerlo”.
Fue así que Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) fue creado en vísperas de Navidad de 1936. Al iniciarse el año 1937 se emitieron varias normas que le concedieron facultades para su funcionamiento. El 6 de mayo de 1937 se promulgó la Ley Orgánica de YPFB.
Con estas herramientas legales se pudieron hacer las primeras transacciones, tal como alquilar oficinas, comprar camiones de la firma Mathias Csapek y terrenos en El Alto para el depósito de productos, y negociar con la Bolivian Railway de manera que esta tenga un número permanente de vagones-cisternas ferroviarios destinados al transporte de combustibles a La Paz, Oruro y Cochabamba.

“NACIONALIZACIÓN” DE LA STANDARD OIL COMPANY OF BOLIVIA
Dionisio hace una aclaración importante en su libro respecto a la decisión del gobierno de Toro de declarar la caducidad de las propiedades de la Standard Oil. Hay una versión histórica que indica que la “nacionalización” se debió a un acto de voluntad exclusiva del presidente Toro, para afirmar el carácter socialista de su gobierno.
Esto es inexacto, ya que las observaciones a los incumplimientos contractuales de la compañía se remontaban a más de quince años, y fueron representados por cada gobierno desde entonces. La reversión fue fruto de un cuidadoso análisis jurídico de varios actores dentro del Estado.
El 13 de marzo de 1937 se reunió todo el gabinete del presidente Toro para analizar la situación. Dionisio Foianini y Jorge Muñoz Reyes, como ejecutivos de YPFB, fueron invitados a dar sus opiniones profesionales. La discusión del asunto no fue encendida ni dio motivo a controversia.
En el decreto se estableció que todos los bienes de la compañía pasarían a propiedad del Estado, y que serían administrados por YPFB. Se ignoraba en ese momento que los estudios geológicos, que forman parte de los bienes de la empresa, habían sido enviados a las oficinas de la Standard en New Jersey, sin dejar una sola copia en Bolivia. Sin esa documentación, la labor de ubicación de áreas con potencial petrolero se hacía más difícil.
EL TRATADO DE PAZ CON PARAGUAY
En el campo político, nuevamente hubo un cambio de gobierno. El 13 de julio de 1937 el teniente coronel Germán Busch, quien ocupaba las funciones de jefe de Estado Mayor, dio un golpe de Estado al presidente David Toro.
En los dos años que Busch fue presidente, se emitieron varias normas que tuvieron largo efecto en la vida institucional del país. En el área energética, Dionisio, quien era su amigo, apoyó al gobierno desde su posición como presidente de YPFB y, posteriormente, como ministro de Minas y Petróleo.
Uno de los temas más apremiantes del gobierno de Busch era el estancamiento en las negociaciones por el Tratado de Paz con Paraguay, que se llevaban a cabo en Buenos Aires. Las misiones diplomáticas de los dos países beligerantes, así como de los países mediadores, llevaban más de dos años en negociaciones, sin un resultado final.
Uno de los asuntos más sensibles, lógicamente, era el de los nuevos límites fronterizos. El ejército paraguayo seguía ocupando posiciones muy avanzadas dentro de territorio boliviano. Tanto así, por ejemplo, que una fracción del camino y del trazado de la línea férrea Yacuiba-Santa Cruz estaba interrumpido por las fuerzas enemigas. Los paraguayos habían llegado hasta los primeros contrafuertes de la cordillera andina, que jamás había sido motivo de controversia antes de la Guerra.
Fue en estas circunstancias que, el 19 de abril de 1938, el presidente Germán Busch envió a Dionisio a ver qué podía hacer para apoyar en la solución de los límites. Una vez en Buenos Aires, tenía que reportarse y coordinar todos los aspectos de las negociaciones o contactos con Enrique Finot, el ministro plenipotenciario de Bolivia a cargo del Tratado de Paz.
En sus memorias, Dionisio hizo referencias a varios entretelones de las negociaciones, especialmente en lo relacionado a los países mediadores. Por un lado, Argentina quería cerrar la negociación con los términos más favorables a Paraguay, siguiendo con su política de apoyo que siempre tuvo a ese país durante el conflicto. Por otro lado, Estados Unidos, ante la proximidad de la guerra con Alemania, necesitaba mantener el flujo de materia prima sin problemas, y era prioridad resolver este conflicto a la brevedad.
También había una antipatía personal entre el canciller Argentino, Carlos Saavedra Lamas y el embajador estadounidense, Spruille Braden. El primero se sentía la figura central de las gestiones y jamás perdía oportunidad de lucimiento personal y, el segundo, era el representante de un país poderoso y como tal se sentía superior a Saavedra Lamas, a quien despreciaba y ridiculizaba continuamente.
DEMARCACIÓN DE LA NUEVA LÍNEA FRONTERIZA
Enrique Finot estaba convencido de que se debía asumir una posición radical, proponiendo una línea definitiva para presionar nuevamente en las negociaciones. Fue así que el acompañante de Dionisio en el viaje, Elías Belmonte, sugirió pasar por la zona ocupada por el Paraguay, para ver in situ la situación actual de la ocupación.
Partieron entonces desde Buenos Aires por tren hasta Aguaray, al norte de Asunción, para de ahí proseguir viaje a Sanandita, que queda en el actual territorio boliviano entre Yacuiba y Villamontes. Todo ese territorio estaba ocupado por el ejército paraguayo. Los recibió Jorge Lavadenz, quien había trabajado durante varios años como jefe de Transportes de la Standard Oil. Casualmente, Jorge estaba casado con Blanca Foianini, así que era cuñado de Dionisio.
Le preguntaron si conocía hasta dónde habían llegado las exploraciones de la Standard, a lo que respondió que sí, y procedió a marcar, en un viejo plano topográfico, los viajes efectuados por su exempresa. Eso daba un indicio de la extensión de las reservas de hidrocarburos en la zona.
Después de esa reunión, Dionisio y Belmonte partieron de Sanandita rumbo a Camiri, en un trayecto de cien kilómetros. En el camino tuvieron que detenerse en cuatro puestos militares paraguayos, en los cuales debieron hacerse sellar salvoconductos que llevaban el escudo del Paraguay y la leyenda de “zona ocupada”. En ese recorrido se pudo comprobar que los paraguayos tomaban, además del camino, el área del trazado de la línea férrea ya proyectada.
De regreso a La Paz, Dionisio informó sobre sus avances al presidente Busch. Posteriormente, junto con sus colegas de YPFB y del Ministerio de Minas y Petróleo, se dieron a la tarea de revisar los croquis de las solicitudes de concesiones petroleras realizadas por la Standard Oil. La búsqueda se centró en el área ubicada entre el río Parapetí y el Pilcomayo.
Se esbozó un croquis detallado, que fue después revisado por Jorge Muñoz, quien fuera varios años antes asistente del Ing. Leonardo Ball, asesor petrolero del Gobierno de Bolivia. También el Ing. Guillermo Mariaca aportó con sus conocimientos técnicos en el área petrolera; Humberto Vásquez, como abogado e investigador, disponía de un dossier que abarcaba el tema en toda su extensión.
Con el presidente Busch se repasó todo el material seleccionado. Él conocía la geografía de la superficie en detalle, ya que allí había pasado tres años de la Guerra. Finalmente, después de varios análisis, autorizó a Dionisio la confección del plano de la propuesta boliviana, para que sea presentado en Buenos Aires por el ministro plenipotenciario Enrique Finot.
En la mesa de negociaciones, la contraparte paraguaya, representada por el ministro Zubizarreta anteponía siempre un NO a cualquier posibilidad de negociación. En un descuido de reflejo condicionado, expresó: “Jamás daremos Puerto Caballo ni concesión alguna sobre el Río Paraguay”. Era la segunda vez que Dionisio oía de boca de los paraguayos la mención de esta área.
Como consecuencia, se estudió dónde quedaba dicha zona y se presionó para que Bolivia, efectivamente, tenga una salida sobre el río Paraguay en ese lugar. Es así como, en el plano final, Bolivia tiene un triángulo en el extremo sureste del país, conocido como el Triángulo Foianini, donde actualmente se encuentra Puerto Busch, sobre el río Paraguay.


Después de varias negociaciones y con la presión de los mediadores, se logró que las fuerzas paraguayas se replegaran hacia el este de la siguiente manera: desde Cambeiti 120 km, Ñancaroinza 110 km, Macharetí 105 km, Tiguipa 106 km, Camatindí 109 km y Tarairí 110 km. Los profesionales del área petrolera que conocen la zona pueden ubicarse perfectamente sobre las dimensiones e importancia que tuvieron estas negociaciones.
El Tratado de Paz, Amistad y Límites entre Paraguay y Bolivia se firmó el 21 de julio de 1938.


LEY DE REGALÍAS PETROLERAS DEL 11%
El origen más antiguo para obtener regalías departamentales sobre la explotación de petróleo proviene de la Ley de 24 de febrero de 1920, durante la presidencia de José Gutiérrez Guerra. Esta disposición, sin embargo, nunca tuvo valor, por no existir producción en esos tiempos.
Posteriormente, el Código de Petróleo del 20 de junio de 1921, promulgado por el gobierno de Bautista Saavedra, acordaba una regalía del 11%. Esta norma tampoco llegó a aplicarse por las declaraciones irregulares de producción de la Standard Oil, que condujeron, con el tiempo, a la reversión de sus concesiones petroleras.
Durante el gobierno de Busch y un poco antes se habían establecido ciertas condiciones que ayudarían a reconducir el pago de regalías a los departamentos. Por un lado, se había creado una empresa estatal de petróleo, YPFB, que respondería a intereses nacionales y no extranjeros. Por otro lado, las negociaciones de límites con Paraguay aseguraban que los campos petroleros quedaban en nuestro territorio.
En su condición de ministro de Minas y Petróleo del Gobierno de Germán Busch, Dionisio puso a consideración de la brigada parlamentaria cruceña un nuevo proyecto que modificaba la ley de 1921. La modificación trataba de instrucciones más específicas para que los fondos se depositen directamente en forma semestral en los tesoros departamentales.
Después de varios análisis y reuniones, la brigada delegó en tres convencionales (parlamentarios) la presentación y defensa del proyecto ante el Parlamento. La norma fue aprobada por la Convención el 15 de julio de 1938. El mismo día, el presidente Busch la promulgó como Ley de la República.
Pasaron los años. Los pagos que deberían haberse realizado casi en forma automática, no se hicieron nunca. Varios gobiernos que administraron el país ignoraron el pago de las regalías. Mientras tanto, Santa Cruz carecía por completo de servicios elementales tales como agua potable, alcantarillado, hospitales, pavimentación y otros servicios básicos.
Fue en estas circunstancias que, el 17 de agosto de 1957, el Comité Pro Santa Cruz reinició sus actividades para reclamar, por los medios legales a su alcance, el pago devengado de las regalías. En esos arduos días, la institución fue conducida por el Dr. Melchor Pinto Parada, en el cargo de presidente.
Los líderes civiles solicitaron a Dionisio su asesoramiento para tratar el tema de las regalías con personeros del gobierno y coordinar la liquidación de los montos adeudados. Se conformó una comisión liquidadora del Comité de Obras Públicas, cuyos integrantes calcularon las cuentas pendientes de pago desde 1938 hasta 1958 y presentaron a YPFB los saldos adeudados.
Fue sobre esa base de cálculo que se entablaron las negociaciones con el Gobierno, lo que dio lugar a incidentes de penosa recordación para todos los habitantes de Santa Cruz, por la resistencia que puso el Ejecutivo de entonces para acceder a la demanda del pueblo cruceño.
Finalmente se impuso la justicia de la causa regional. Desde entonces, los departamentos de Santa Cruz, Tarija y Chuquisaca han venido percibiendo las regalías previstas por la Ley de Busch.
OTRAS ACTIVIDADES INSTITUCIONALES
Tío Dionisio también realizó otras actividades en su vida pública. Entre las más importantes se encuentra su nombramiento y gestión como senador por el departamento de Santa Cruz en 1944, embajador ante el gobierno italiano en 1974 y embajador ante el gobierno brasilero en 1980.
FAMILIA
En el plano personal, tío Dionisio se casó el año 1939 con Dorothy Ryder, una norteamericana que había estado casada con un pintor boliviano, de quien se divorció. Dorothy tenía dos hijas de su primer matrimonio, Mercedes y Martha, quienes tenían nueve y siete años cuando ella se casó por segunda vez. Dionisio las crio y siempre las trató como sus hijas. Con el tiempo, las adoptó, dándoles a ambas su apellido.
Dos años más tarde, en 1941, nació Allen, el hijo de ambos.

Allen nació en Buenos Aires, en la época cuando Dionisio se encontraba exiliado en la Argentina. La razón de su exilio fue la persecución política que sufrió por su participación en la creación de YPFB que perjudicó enormemente a la Standard Oil, la cual seguía moviendo sus hilos para obtener beneficios en Bolivia. Otra razón era su oposición a aceptar los precios de venta de estaño por contrato a los Estados Unidos, muy por debajo del precio de mercado.
Allen creció en Santa Cruz. Sus estudios universitarios los realizó en Penn State University, en Pennsylvania. Posteriormente, obtuvo una maestría en la University of California at Los Angeles (UCLA) en Ingeniería Petrolera. Para terminar con su carrera, obtuvo una plaza para hacer un doctorado en Ciencias Políticas en Harvard University.
El año 1967 se casó con Karen Labinger, a quien conoció mientras estudiaba en UCLA. A continuación, una foto de su matrimonio:
Ese mismo año, Allen y Karen vinieron a Bolivia a pasar vacaciones, como una manera de que ella conociera el país. Llegaron hasta Cochabamba en aviones comerciales regulares y, después, tomaron el vuelo en una aeronave pequeña con destino a Santa Cruz. Era el 25 de octubre de 1967. Por alguna razón no aterrizaron en el Aeropuerto El Trompillo, sino que escogieron una pequeña pista de aterrizaje que se encontraba en lo que hoy es el barrio de Las Palmas.
Tío Dionisio fue a recibirlos al aeropuerto. Era casi de noche, la pista no tenía buena iluminación. Vio cómo el avión se acercaba a la pista y, al momento de tocar tierra, se rompía el tren de aterrizaje. La nave se estrelló. Es muy posible que el piloto no haya calculado bien la altura a la que se encontraba.
Ninguno de los ocupantes sobrevivió. Fue un golpe muy duro que nunca pudo olvidar. Allen era su único hijo, acababa de casarse, tenía todo un futuro por delante. Karen, su esposa, también falleció en el accidente. Este evento dejó muy marcado a tío Dionisio y a toda la familia.
Él nunca me contó sobre este capítulo de su vida. Tío Dionisio era un hombre extremadamente reservado y ese tema no lo tocaba. Lo que yo sé de ese accidente es porque me lo contó mi padre y otros familiares. Cuando me hablaban de Allen, siempre lo hacían con mucho cariño acompañado de una tristeza por una pérdida irreparable.
ÚLTIMOS AÑOS
El recorrido que hice por Europa con tío Dionisio en 1984 fue, creo, su último viaje al exterior. Él quiso ir al pueblo de Torre di Santa María, donde había vivido con sus hermanos cuando eran jóvenes universitarios, pero no pudo llegar allá. Me dio pena por él que no se despidió de sus familiares y la tierra que lo había recibido con tanto cariño en su juventud.
Su esposa Dorothy había fallecido unos años antes, en marzo de 1983. Sus hijas, Martha y Mercedes, tenían vidas independientes y sus cinco nietos ya estaban grandes. Él sentía que había cumplido también con el país, tomando un rol importantísimo en procesos históricos que tienen vigencia hasta el día de hoy.
Le quedaba un reto: escribir las memorias de su vida y dejar constancia de su legado. Así, se dio de lleno a esa tarea. Empezó en 1985. Su vida diaria giraba alrededor del libro. No quería publicarlo porque iba a perder propósito su vida. Es por eso que, cuando lo terminaba, otra vez volvía a editarlo. Finalmente, el libro se publicó en 1991, seis años después de empezarlo.
Yo lo visitaba algunas veces, salíamos a caminar un poco. Él estaba siempre muy bien vestido. Le encantaban los jamones y los fiambres, que aprovechaba de comprar en el camino. Siempre fue un hombre delgado, caminaba mucho, era muy activo. Su mente permaneció lúcida en todo momento.
Poco a poco se fue apagando. Su fallecimiento fue por edad avanzada, no por una enfermedad. Murió el 23 de noviembre de 2001, a los noventa y ocho años.
El epílogo de su libro contiene algunos pensamientos y agradecimientos. Para hacer honor a su memoria, transcribo algunos de ellos:
“Confiado en el futuro de Bolivia, hago votos para que el sacrificio de nuestros próceres no sea en vano. Pido por eso, deponer actitudes egoístas, ambiciones y afanes depredadores en aras de una nación unida, donde la justicia y la paz sociales sean un derecho de todos y no un privilegio de pocos”.
“Guardo un emocionado recuerdo para los ciudadanos que me ayudaron en la creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, así como todos los excelentes colaboradores que me acompañaron en el Ministerio de Minas y Petróleo, en el de Relaciones Exteriores y en las misiones con las que la Patria me honró”.
“Supero el dolor íntimo para dedicar estas líneas a la memoria de mi entrañable esposa Dorothy. Su fortaleza espiritual fue el estímulo constante que me permitió continuar contra toda adversidad”.
“Para mis hijas Mercedes y Martha, que siempre me alentaron con su comprensión y cariño, mi sincero reconocimiento”.
“Para mi hijo, Dionisio Allen, y su esposa Karen, mis recuerdos más tiernos y la oración de un padre que sufrió, en la más honda tristeza, su irreparable pérdida”.
“Al concluir este libro, no quise obviar esta faceta íntima por cuanto la vida está hecha de amor y dolor. Mis iniciativas y memorias espero habrán permitido seguir y comprender los pormenores que intervinieron en la vida de un hombre cuyo destino ha sido dedicarse a la misión de construir una Bolivia mejor”.
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Notas del editor:
Esta historia se basa en entrevistas y posteriores revisiones con Esteban Foianini Gutiérrez, realizadas entre octubre 2019 y febrero 2020.
Las fotos de la familia fueron proporcionadas por Esteban Foianini Gutiérrez. Otras imágenes utilizadas tienen la acreditación correspondiente.
La redacción y edición son de Marcos Grisi Reyes Ortiz.
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Antes de leer la biografía de una de las historias fantásticas de Bolivia, estava viendo un documental de la guerra del chaco por la UGRM y en la parte final sale el nombre de Dionísio foianini me pareció fantástico como se liga a otras histórias fascinantes felicidades por compartir esta riqueza histórica…
Excelente información para los que conocíamos la historia a medias
Felicitaciones y material instructivo para conocer su historia
Exelente historia, gracias por compartir el legado y aportes que hiso el sr. Dionisio al pais.
muy buen artículo, importante la participación de la familia Foianini en la historia del país hasta rl día de hoy, feliciades!
FELICIDADES ESTEBAN y MARCO,me encanto que cuenten la historia del Tio Dionisio, me trajo tantos recuerdos, inolviadable de nuestra familia. gracias
Una historia de la gradeza humana muchas veces oculta, el amor de familias inmigrantes por la tierra que acogió a sus antepasados, y Bolivia gente maravillosa que con la estabilidad politica desde el General Banzer a la fecha ocupa el lugar que siempre mereció, los nuevos tiempos provocarán un reacomodo de prioridades muy favorables a esa Nación Hermana
Excelente historia me encantaría que esta historia pase a las pantallas grandes y me es un orgullo leerlo porque hoy en día la juventud no conoce su historia yo en lo en particular a grandes rasgos conocía sobre la guerra del chaco siendo mi abuelo un excombatiente y prisionero de guerra en ese entonces y valoro mucho el esfuerzo y trabajo de don Dionisio Foianini por nuestra Bolivia
Excelente historia. La valoro en sumo grado, porque se refiera a momentos trascendentales de la Historia de Bolivia. Realmente felicito al autor, por esta brillante contribución bibliográfica.
Muy bueno el relato, casi media noche me costó leerlo, no podía dormirme sin terminar de leerlo. Siempre es bueno un poco de historia, a lo menos si se trata de tu país.
Gracias por el relato
Excelente relato, aprendi mucha historia y admire la tenasidad de la familia Foianini y otras. Gracias x compartir esta hermosa biografía. Mi hija trabaja en la clínica Foianini.
Hermosa la historia, por el protagonismo de una gran familia desde sus origenes de Italia, querendones de nuestro Pais, Don Dionisio gran protagonista en la vida azarosa del Pais y Patriota Boliviano llevó adelante la consolidación de la Gran Empresa petrolera boliviana, sosten de nuestra economia. Realmente es un PERSONAJE NOTABLE Y BENEFACTOR de nurstra Patria. Felicidades a toda su familia.
Excelente narrativa. Dignande un excelente Hombre como es el Sr. Foianini. Gracias por compartirla.
Muy bien redactada y de valiosa información. Don Dionisio a quien conocí en casa de tío Jorge era, como lo describís, un caballero a carta cabal. Gracias por compartir esta historia familiar tan ligada en la labor de tu tío Dionisio a los destinos de Bolivia. Abrazo.
Gary Prado Araúz
Muy interesante y ameno relato. Gracias por la información proporcionada.
Gran boliviano, el Dr. Dionisio Foianini Banzer!
Que bonita historia.
Nunca me he interesado por la historia de Bolivia hasta ahora. Es una buena oportunidad para comenzar a estudiar un poco. Muchas gracias!
Muy linda e hermosa historia de un hombre que se preocupó con los demás.se puede entender que se a vestido de la justicia por su país.
Admirable el coraje, desprendimiento, altruismo, visión amplia del país, nobleza en sus actos. Don Dioniso Foianini es un ejemplo para todos los bolivianos. Felicito al escritor del texto, tan bien narrado y saludo a mi amigo Guido Foianini Gutierrez.. Felicitaciones
La historia de Dionisio Foianini Ioli y Dionisio Foianini Banzer son parte de la historia de Santa Cruz y de Bolivia el gran aporte a nuestro país la visión de desarrollo que tuvo en la creacion de YPFB y la historia toca una parte muy triste en la vida de un ser humano, felicidades por el relato
Felicidades, es una linda historia que aporta a conocer más al país
Que interesante relato del sobrino lo lei todito sin pensar en esta altas horas de la noche, sin lugar a duda se convirtio en un boliviano por adopcion a nuestra patria quien dio mucho por ella y marco en su historia
La leí hasta el final, nunca supe la importancia que tenia la Familia Foianini en El Progreso de nuestra querida Santa Cruz me gustó el relato claro y ameno,te felicito Esteban por tu preocupación de darnos a conocer esta parte de la historia de nuestro pueblo.!
Que linda y conmovedora historia, además de muy interesante ya q es parte de la historia de nuestro país.
Una historia muy interesante relacionada con nuestro pais y la fundacion de YPFB es bueno conocer la historia de su fundacion
Muy linda historia digna de contar y conocer
Que linda historia !
La vida del honorable Dr. Dionisio Foinanini cuyo destino fue dedicarse a la misión de construir una Bolivia mejor”.
Hermoso!
Felicidades a la importante Familia Foianini !
Excelente historia. Soy extranjero en este hermoso y Bendecido país, conociendo este relato estoy un tanto más enterado dela historia de mi Bolivia amada.
Excelente, aporta mucho a la historia nacional.
Hermosa historia de una honorable y respetada familia como la Foianini. Fui amigo y admirador de Dr. Jorge Foianini. Un gran saludo y felicidades Dr
Esteban
Su colega Dr. Leonardo Montero Vaca.
FELICIDADES por el retato del Dr. Dionisio, lo conoci personalmente por que eran muy amigos con mi papá, Luis Lavadenz Flores y cuñado de tio Jorge. Conocia la historia de YPFB y mi padre decia que la sigla podria haberse leido como YACIMIENTOS PETROLIFEROS FOIANINI BANZER.
Tambien conoci a Allen antes del accidente por que asistio a la boda de mi hermana, hay una foto.
Muy buena historia. Me enternece y me da valor de seguir poniendo un grano de arena para tener una BOLIVIA mejor.
Excelente Historia, Gracias se quedo en Santa Cruz y por suerte no conoció a nadie en Paraguay
Una historia muy apropiada en estos tiempos de egos políticos personales. Este personaje hizo más patria que muchos de los políticos actuales.
Gran homenaje, me encantó desde el inicio, no hay nada mejor que conocer nuestra propia historia y saber que tenemos muchas personas que han trabajado por el bien estar de todo el país y no son lo debidamente reconocidas.
Muy linda la historia!!
Ejemplar biografía e historia de un hombre que estuvo al servicio del país, y que además tuvo un papel protagónico durante y después de la guerra del chaco.
Increíble la historia de un gran hombre y de una familia que hizo mucho, estoy agradecida por un pequeño nombramiento y a la vez grande para mi, al leer mi Bermejo, que fue donde se descubrió el primer pozo petrolero de Bolivia, pero lamentablemente hasta el dia de hoy seguimos olvidados, mucho menos hay las regalías para mi ciudad – pueblo,porque al igual que cuenta la historia del movimiento pro Santa Cruz, no contamos con agua potable, pagamos los servicios básicos más caros y deficientes, gracias a la ineptitud, egoísmo de nuestras autoridades y el conformismo de mi gente. Agradezco de todo corazón la historia que dieron a conocer, me sirve muchísimo para enseñar a mis niños. Gracias.
La verdad, conocía muy poco sobre Don Dionisio Foianini Banzer, luego de la lectura de la presente, que interesante conocer tan brillante personaje de nuestra historia, considero que es una obra que merece una mayor difusión en formato impreso para conocimiento de nuestra juventud y país entero
Sin duda un personaje muy notable que contribuyo al progreso nacional. El titulo de su libro lo dice todo.Gracias Sr. Dionisio Foianini
Muy buena lectura, entretenida con detalles claros, agradecimientos a la familia Foianini Banzer por tan importantes aportes al país.
Me emociono esta interesante historia. No conocía tanto pormenores de la vida de un verdadero arquetipo cruceño que empeño todo su esfuerzo y voluntad en en benéficos de todos los bolivianos. Realmente el titulo del libro expresa todo lo que seguramente se trazo en su devenir. «Misión cumplida». Muchas felicidades a la familias Foianini Bazer. Gracias estimado amigo Dr. Esteban Foianini.
Gracias por este relato de la vida de de Don Dionisio, no soy de Santa Cruz y me intrigaba saber quién fué Foianini por la clínica y el puerto gracias por compartir su biografía y hacernos conocer pasajes de su vida y mostrarnos un atisbo de un pratriota y un Boliviano de corazón.
Me encanto una historia apasionante,mi bisabuelo vino con su hermano desde suiza y se quedaron en esta linda Bolivia de ahí venimos todos los Baeny ❤️
Leí la historia por curiosidad de saber más de Don Dionisio, al que escuché nombrar con admiracióny respeto, en anécdotas que nos contaba mi madre, y mis dos tias, que trabajaron en la FARMACIA NACIONAL, y guardaban el concepto : La familia Foianini era muy respetable y querida por los cruceños
Excelente articulo que muestra la vida , obra y patriotismo de un gran cruceño y boliviano. El libro Mision Cumplida deberia ser leido en todos los colegios de Bolivia.
Interesante manera de conocer la historia boliviana a través de relatos familiares, la hace mucho más amena!
Hoy en día fácilmente criticamos a las personas que tienen alto poder adquisitivo, tal vez a veces no nos preguntamos cuales fueron sus inicios. Hermosa historia. Atte. Mauricio Obe
Me ha gustado mucho esta historia que es también la de Santa Cruz y el aporte de los cruceños al país. Esta muy bien relatada
Hombre integro y amante de su patria !! Pocos quedan.
Interesante legajo de la Familia Foianini.
Apasionante historia
Mi abuelo Allesandro Magnani llego a Bolivia con el monumento a Don Pedro Domingo Murillo para posteriormente dejar su legado cultural a La Paz
Muy interesante y muchas Felicitaciones. Revelador y con mucho contenido histórico.
Una vida llena de historias que Bolivia le debe a este personaje que gracias a él nació YPFB grande Dionisio…mis respeto y mi agradecimiento….atte..Daniel Mercado
Gracias, tenía enorme curiosidad por conocer algún rasgo de la vida del señor Dionisio Foianini, quedé satisfecho, aunque mi deseo será alcanzado una vez tenga su libro Misión Cumplida. El trabajo de uds es encomiable, nuevamente gracias.
Alfonso Albarracín Gámez.
Una parte de la historia nacional, desconocida por los estudiantes de Santa Cruz porque en los textos escolares se habla muy poco de nuestra historia.
Me emocionó el relato porque al leer tantos nombres de cruceños conocidos por nuestra generación…estoy en la tercera edad…me sentí aún más orgullosa de ser cruceña.
Que pena que esta historia no sea reflejada en las aulas de los colegios del País. Debería ser parte de la curricula de los colegios de Santa Cruz.
Buen resumen. De un hombre que dio mucho a su país Bolivia. Felicidades
Emocionante historia..
El pecado es que nuestro hijos y nieto no puedan estudiar historia de bolivia en los colegio.
Gracias por compartir esta historia importante relacionada con BOLIVIA para tenerla presente, difundirla y conocer gran parte de la biografía de Dionisio. Entendemos fue muy allegado y querido por Humberto Vázquez Machicado. Tío abuelo de mi esposo Xavier Grigotá Vázquez Masi y mis hijos Xavier Humberto y Andrés Grigotá . También conocemos al Dr Ángel Foianini, un gran valor en medicina y colega de mi tía , la Dra.Ruth Turner de Oropeza. Muy apreciado profesional y sobre todo le recuerdo con mucho cariño por su calidez humana sobresaliente! Fue mi médico! Cariñosos saludos,
Mil felicidades estimado Marcos por este relato histórico muy valioso, que describe nuestras generaciones de aquella época. Ojala nuestras actuales generaciones tengan el mismo espíritu de protección y respeto a nuestra Bolivia. Solo lei este relato por primera vez, pero estoy seguro de que se lo tiene que leer varias veces para llegar a entender todos los detalles históricos y las interrelaciones que describe. Nuevamente muchas felicidades y mi respeto a la familia Foianini.
Vivo en Santa Cruz llegue en 1977 y siempre escuché ése apellido por la clínica luego por el puente sobre el Pirai…pero ahora valoro la obra de do Dionisio un Boliviano que dejó un gran legado. Felicitaciones por ésta publicación.
Muy interesante y de gran valor, el aporte de su tío como el de usted
, en ilustrarnos con conocimiento respecto a nuestra historia como boliviano y como cruceño. Felicitacionesm
Muy lindo relato estimado Marcos! Gracias por documentar esta parte de nuestra historia!
Gracias por compartir esta loable historia, con una profunda reflexión para los políticos que piensan en sí y no en nuestra Bolivia amada.
YACIMIETOS PETROLÍFEROS FISCALES BOLIVIANOS, debe respetarse como empresa estatal, los gobiernos de turno deben Institucionalizarla y no cuotearlas con sus militan cías, es una empresa estratégica de vital importancia para Bolivia.
Una historia extraordinaria, por momentos me emocioné hasta las lágrimas. Gracias por compartirla.
Mis respetos a la familia Foianini.
No cabe duda que los mejores bolivianos son los cruceños.
Me encanto el relato, felicidades Esteban y Marco. Conocí a Dionisio cuando visitaba semanalmente a mi abuelo Alfredo F., fue uno de sus mejores amigos. Me llamaba la atención su altura y distinción. Y recordé también a Blanca y Carmen, tías muy queridas y cariñosas. Gracias!.
Fantástica historia. Valiosa y de práctica enseñanza. Felicitaciones estimado Marcos y para mí ha sido un placer conocer a un ilustre antepasado de mi querido amigo Esteban.
Los grandes hombres como Dionisio Foianini Banzer dejan huellas profundas para que sean seguidas.
Gracias por compartir este libro. Que grato conocer los datos familiares de este ilustre boliviano, a quien debemos tanto sus connacionales. Y además destacar el estilo directo y coloquial de su autor, que hace su lectura tan agradable, despertando el interés del lector, y alejándose de la cursileria y la pedantería.
Muy interesante historia, me gustaría seguir leyendo
Que lectura agradable! Agradecimientos a Esteban por la iniciativa, y al querido «escribidor» Marcos, que no deja de sorprenderme.
Gracias Esteban por aportar esta valiosa historia
Quiero expresar mi admiracion y respeto por la familia Foianini Banzer, he leido toda la historia por supuesto bien narrada, al mismo tiempo permitanme resumir en dos palabras. Perseverancia y amor a su pueblo que lo acogio con cariño.
SENCILLAMENTE APASIONANTE!!!!!
interesante relato es historia de santa cruz que las actuales generaciones deben conocer, para que sepan el aporte de los cruceños a bolivia, es necesario publicaciones asi para conocer la historia de santa cruz
Gracias Esteban por el relato, aprendí muchas cosas de nuestra familia que no había tenido oportunidad de conocer!
Excelente relato Marco.
Gran iniciativa Esteban.
Las memorias y la historia se deben preservar.
La lei de principio a fin
Muy interesante, una gira de tantos años de historia latinoamericana-
Que lindo trabajo Esteban. Gracias por hacernos conocer sobre nuestra familia.
Muy lindo relato Esteban. Gracias por preocuparte por conservar los recuerdos de la familia.