Mi padre, Abraham Afcha, nació en Ramallah, Palestina, el año 1899. El imperio Otomano dominaba la zona en ese entonces. Cuando era un jovencito de catorce años, en 1913, el mundo estaba a punto de entrar a la Primera Guerra Mundial.


El ejército otomano, preparándose para el conflicto que se venía, obligaba al enrolamiento de los hijos primogénitos desde los catorce años arriba, en todos los territorios bajo su control. Mi abuelo no quería que mi papá, como hijo mayor, entre al ejército, así que decidió sacarlo a ocultas, huyendo de las autoridades.
Lo embarcó en un carguero rumbo a Nueva York, a donde llegó con poquísima plata, sin saber nada del idioma. No pudo conseguir trabajo y decidió continuar viaje a Sudamérica, a la Argentina, donde decían que había más posibilidades de sobrevivir.
Arribó a Buenos Aires por el año 1914. Me contó que sufrió mucho porque al principio no sabía nada de castellano, hablaba solo árabe. Tuvo que mantenerse solo y trabajó en la construcción del metro de Buenos Aires, como ayudante de albañil. Se quedó en la ciudad por tres años, tiempo en el que pudo establecerse mejor económicamente y logró avanzar en el manejo del español.
Escuchó que en los centros mineros de Bolivia había plata y oro en las calles. Era, obviamente, una exageración, pero mucha gente con necesidad se animó a viajar para probar suerte. Reunió el dinero que había ganado y partió a Bolivia justamente en el apogeo de las minas de Simón Patiño, que estaba descubriendo los famosos yacimientos de estaño de las minas en Siglo XX y Catavi. En 1917 alcanzó a la ciudad de Uncía, en el departamento de Potosí, donde finalmente se estableció.
MATRIMONIO DE MIS PADRES
Mi mamá se llamaba Ercilia Maldonado, nació en 1902, era chuquisaqueña de padres cochabambinos. Llegó a Uncía alrededor del año 1918 acompañada de sus hermanas. Consiguió trabajo como ayudante personal de una mujer árabe que vivía desde hacía poco en Bolivia.
Además de las labores que realizaba con su empleadora, también daba lecciones de español a un grupo de cuatro o cinco mujeres de esa nacionalidad, además de enseñarles algo de la cocina boliviana y, —ya que mi mamá era muy buena costurera— también costura. Fue en esa etapa de su vida que conoció a mi papá. Se casaron en 1920.
De ese matrimonio nacieron diez hijos: dos murieron muy pequeños y quedaron ocho hermanos: tres hombres y cinco mujeres. Yo fui el quinto hijo, nací en 1930. Éramos una familia numerosa y muy unida. A continuación está la lista de todos nosotros:
EL CLUB ÁRABE DE ORURO
Cuando era niño y adolescente acompañaba frecuentemente a mi padre a la ciudad de Oruro. Eran los años treinta y cuarenta, una época de apogeo en esa ciudad. La explotación minera en manos privadas y los negocios que surgieron alrededor de esa industria generaron mucha bonanza económica.
En ese ambiente, la comunidad árabe tenía un centro de reuniones bien equipado, acorde a los tiempos de prosperidad: el Club Árabe, ubicado en la calle Junín, a una cuadra de la plaza.
El Club tenía socios básicamente de dos nacionalidades: palestinos y libaneses. Los palestinos tenían más fuerza dentro de la institución porque eran dueños de industrias y comercios y, con mucha frecuencia, ocupaban cargos en el directorio. Mi papá nunca llegó a desempeñar el cargo de presidente, pero sí fue un directivo importante por varios años. Incluso yo, cuando vivía en esa ciudad, fungí como secretario de actas del directorio. Recuerdo algunos apellidos de los socios de ese entonces: Ismael, Aliss, Satt, Homsi, Mukled e Hirmas.
Allí se jugaba mucho juegos de azar, tales como póker, craps, loba y otros. El nivel de apuestas era muy elevado, tanto que incluso venían jugadores árabes desde Buenos Aires para participar en mesas privadas. En las instalaciones había dormitorios para que la gente descanse. Algunos jugadores tenían la capacidad de memorizar todas las cartas, a pesar de que siempre se jugaba con barajas nuevas recién abiertas.
Además del Club, recuerdo bien el hotel Edén, también en Oruro, en todo su esplendor, ubicado en plena esquina de la plaza principal. Escuché que recién lo remodelaron, luego de un período de abandono. Pero, cuando yo era jovencito, el hotel era muy agradable, había baile en las noches, con grupos artísticos traídos de Argentina. En algún momento de su carrera, Gilberto Rojas, un famoso músico boliviano, tocó el piano allí. Una de las orquestas más famosas que había era una integrada por cinco mujeres que llegaron de Argentina, su especialidad era tocar tangos y milongas. Varias de ellas se quedaron a vivir en Oruro, casadas con miembros prominentes, de alta influencia económica.
MI EDUCACIÓN
Mis años de colegio transcurrieron en el centro minero de Llallagua. Recuerdo que recibíamos una educación muy buena en las escuelas de Patiño: la empresa traía a los mejores profesores, los colegios estaban bien equipados y la atención médica también era excelente. Si bien Patiño manejaba gran cantidad de recursos y tenía mucha influencia en los negocios, hemos visto también que tenía calidad humana y además sabía interactuar con la gente.
Cuando salí bachiller, no sabía todavía qué estudiar. Lo mismo sucedía a tres de mis amigos íntimos. Decidimos viajar todos juntos a la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca, y ahí escoger qué carrera tomar. Estando allá, en una ciudad completamente extraña, no queríamos separarnos para estudiar carreras diferentes.
Una noche se nos ocurrió que todos deberíamos estudiar lo mismo. Pusimos en un sombrero papelitos con el nombre de todas las facultades y dijimos: “Lo que sale, sale y eso estudiamos todos. ¿Palabra? ¡Palabra! Todos para uno y uno para todos. ¡Chócale!”. Salió Farmacia y Bioquímica.
Los cuatro nos inscribimos, pero uno se separó después y terminó estudiando Medicina. Los otros tres salimos bioquímicos farmacéuticos. Ahora, después de pasados tantos años, para qué vamos a arrepentirnos ni nada, tengo que decir que hice una buena carrera en mi especialidad.
Hemos tenido lindas épocas de estudiante. Yo era cantor, me gustaba mucho tocar guitarra. Hice un trío con unos amigos y nos dedicábamos a imitar a los Panchos. Cantábamos a las chicas debajo de sus balcones, hasta los catedráticos nos contrataban y también íbamos a la radio. Estuve un año en una academia de música, perfeccionando mi voz, pero me tuve que salir porque querían prohibirme que cante boleros, tangos o zambas para dedicarme a la música clásica, pero a mí no me gusta el canto lírico.
DESPUÉS DE GRADUARME
Después de mi graduación, me ofrecieron una beca en la especialidad de Química Orgánica en Córdoba, Argentina. Preferí quedarme en Bolivia, porque ya estaba enamorando con mi señora, quien era profesora de Literatura y Castellano en la Normal de Sucre. Conseguí entonces un trabajo en la empresa inglesa Bolivian Railway Co., en Oruro, con un muy buen sueldo para la edad que tenía, veintitrés años.
Me casé con Ruth de la Parra Careaga el 18 de diciembre de 1954. Mis hijos son: Oscar, nacido en 1955; Gonzalo, en 1958; Amparo, en 1961; y Claudia, en 1968.
Cuando llegué a Oruro y empecé a trabajar, me dijeron que tenía que ir a la estación de Uyuni, cosa que no habían mencionado cuando me contrataron. Cumplí con la instrucción, pero una vez allá, el jefe médico me dijo: “Mire, usted es joven, yo he venido hace seis años acá y se olvidan de uno. Váyase”. Le pedí al doctor que me consiga un camarote en el tren de vuelta a Oruro, esa misma noche regresé y renuncié a la empresa.
Otra vez en Oruro, le propuse a mi padre abrir una farmacia en sociedad, donde él pondría el capital y yo el trabajo, trabajaría día y noche para mí mismo, así sería independiente. Me respondió: “Si tú quieres, hijo, lo hacemos, pero no es necesario poner los papeles a mi nombre también, confío plenamente en ti. Tú maneja el negocio y se acabó”. Esa fue una gran ayuda que me hizo mi papá.
Abrí la farmacia el año 1955 y le puse de nombre Farmacia La Salud. Mi papá, después, me ayudó a comprar mi primer auto, que era una vagoneta de segunda mano de un sacerdote. También me apoyó en la adquisición de una casita.
En ese mismo año, 1955, el señor Lino Rocha Céspedes, director del Instituto Politécnico, dependiente de la Universidad Técnica de Oruro, me invitó a dictar cátedra en la asignatura de Química Orgánica. Este cargo lo acepté porque, como siempre digo, enseñando se aprende.
TRABAJANDO EN MI FARMACIA
Estuve trece años completamente involucrado en el crecimiento del negocio. Convertí la farmacia en la más grande y próspera de Oruro. Atendía a veinte empresas importantes, que me retribuían bien y me permitían ayudar a gente que acudía para conseguir medicamentos, pero que no tenía con qué pagarlos.
Ahí fue que poco a poco me metí más a la parte social, veía mucha necesidad en la población. Desde mi farmacia atendía a gente pobre, bajaba precios, regalaba productos. Una vez vino un hombre, me dijo que su esposa estaba por dar a luz con cesárea, pero que no tenía plata para los medicamentos. Le preparé todo lo que necesitaba y cuando me preguntó cuánto debía, le dije que no me debía nada, que se lleve todo. También se acercaba gente que no podía pagar la leche en polvo que necesitaba, a ellos les daba también productos de mi propio bolsillo.
Las farmacias tenían la obligación de atender en turnos de noche, una semana por cada mes. Cuando entras en turno, significa que la farmacia debe estar abierta las veinticuatro horas durante siete días, no solo de noche. Así he trabajado yo, muy fuerte. A veces mi padre me acompañaba, pero después él se iba a la casa, porque ya era mayor.
UNA ANÉCDOTA DE CUANDO ATENDÍA TURNO
La puerta de la farmacia era bien grande y pesada, costaba cerrarla, así que algunas noches la dejábamos abierta. Una vez, a las dos de la mañana, apareció un amigo mío, que era fotógrafo. “Salim”, me dijo desde la puerta, sin entrar. “¿Puedo charlar contigo un rato? Aquí afuera no más”. Era raro, pero salí. Me pidió que le provea un medicamento que solo se lo daba con receta, un anestésico local de nombre químico Benzocaína, con fuertes efectos secundarios. Él lo buscaba por los efectos secundarios, obviamente.
“No tengo”, le dije, aunque sí lo tenía. Ese tipo de fármaco, como otros que teníamos, eran muy controlados por el Ministerio de Salud. “¡Yo sé que tienes, todas las farmacias tienen!” y se empezó a alterar, a lanzarme improperios, cambió de rostro, me amenazó. Estaba desesperado por la adicción. Con el bullicio se acercó mi esposa también, que me estaba acompañando en el turno.
Le dije a él: “No cometas ninguna locura, porque aquí nosotros tenemos respaldo y guardia policial, al frente está un carabinero, yo lo llamo ahorita y viene”. Al final se fue despotricando y nunca más lo vi. Al poco tiempo me enteré de que se convirtió en guerrillero y que lo mataron en una refriega contra el ejército.
ME INVOLUCRÉ EN ACTIVIDADES DE LA COMUNIDAD
Como atendía a tanta gente y hacía mucha obra social, me volví conocido en el medio. Me invitaron a fundar, en 1967, el Comité de Intereses de Oruro, donde me eligieron como primer vicepresidente. En ese entonces tenía treinta y siete años.
Con la actividad que tenía en el comité y en la universidad, fui dejando la farmacia poco a poco. Más me interesaban las actividades académicas y sociales. Cedí el negocio a mis hermanos, que me reclamaban que estaba perdiendo plata y clientes. No los escuché y seguí con lo que estaba haciendo.
Cada vez me dedicaba más a la universidad. Llegué a ser catedrático titular y tenía buenos amigos ahí. Me encantó el ambiente. Había reuniones, conferencias y discursos, intelectualmente era muy atractivo. Me postulé a vicerrector en 1968 y de vicerrector subí a rector en 1970.
El 5 de agosto de 1971, mientras era rector, se realizó el congreso nacional de Bioquímica en Tarija, al cual asistí como autoridad universitaria. Ahí se fundó el Colegio Nacional de Bioquímica y Farmacia.
La alegría por haber aportado al desarrollo de la profesión y de estar tan involucrado en ese ambiente académico no duró mucho. Poco después del congreso, el 20 de agosto de 1971, vino el golpe de Estado de Hugo Bánzer Suárez.
AUDIENCIA CON EL PRESIDENTE JUAN JOSÉ TORRES
Antes de relatar los hechos que me tocaron vivir tras el golpe de Estado del año 1971, debo contar que, unos meses antes, como rector de la Universidad Técnica de Oruro, tuve la oportunidad de asistir a una audiencia con el presidente Juan José Tórres en Palacio de Gobierno, en la ciudad de La Paz. La razón era solicitarle más fondos para nuestro centro de estudios.
La impresión que tuve de él fue bastante buena. Era un hombre excelente, muy suave, cariñoso y respetuoso. En respuesta a mi pedido, recuerdo que me señaló en dirección a la plaza Murillo, donde se encontraba el Palacio Legislativo, que en ese entonces se conocía como Asamblea Popular. Me dijo que no podía hacer nada, porque quienes manejaban los fondos del país estaban en ese edificio.
GOLPE DE ESTADO DE 1971
El 19 de agosto de 1971 nos enteramos de que había empezado un alzamiento militar en Santa Cruz contra el gobierno del presidente Torres. La rebelión se expandía rápidamente por todo el país. Al día siguiente, el 20 de agosto, convoqué a una reunión de urgencia del Honorable Consejo Universitario para tomar una posición frente a los acontecimientos.
El ambiente en la ciudad de Oruro era tenso. Mi mamá, preocupada, me dijo: “No vayas, hijo, hay cosas muy feas que están pasando”. Había rumores bastante serios, uno de ellos afirmaba que los militares de Oruro iban a resistir el golpe de Estado enfrentándose a los militares de La Paz. A nivel de unidades militares, esa suposición significaba que el regimiento Camacho se iba a enfrentar con el regimiento Tarapacá. Respondí a mi madre que tenía que ir a la universidad porque ese era mi deber.
La reunión, a la cual debían venir los decanos y los delegados de la Federación Universitaria Local (FUL), la fijé para las tres de la tarde en la sala del Consejo. Esta sala está compuesta por varios curules dispuestos en forma circular, con un escritorio al centro para el rector y sus colaboradores. A la hora señalada, nos encontrábamos en el recinto el director de Tesoro, mi secretario y yo, esperando a que vengan los delegados.
Poco después de las tres de la tarde sonó el teléfono, era uno de los decanos. Le reclamé porqué no venían. Me respondió que, dadas las circunstancias, estaban huyendo a la frontera con Chile. Me recomendaron que haga lo mismo, a lo cual no hice caso. Minutos después entraron nueve jóvenes universitarios, diciéndome: “¡Doctor, hemos venido a apoyar, hemos traído un revolver!”. Los saqué inmediatamente de ahí, les dije que no quería que sus madres me maldigan si les pasaba algo.
LLEGARON LOS MILITARES
Ordené al portero que cierre los portones principales de la universidad y que no deje pasar a nadie, excepto a los del Consejo, si llegaban. A través de las ventanas vi que varios soldados estaban aproximándose a las inmediaciones de la universidad. Pensé que venían para defender al gobierno de Torres y que podía irme a casa, porque el conflicto iba a convertirse en un tema entre militares.
Estaba completamente equivocado.
Escuchamos varias detonaciones. Eran cohetes lanzados por bazucas contra el edificio de la universidad. Sobre nuestro escritorio y en toda la sala cayeron pedazos de yeso del techo. Algunos vidrios de las ventanas se rompieron. No sabíamos qué pasaba.
Oímos ruido de gente que se acercaba a la sala. Alguien gritó desde el pasillo: “¡Salí!”. Me pareció escuchar mi nombre, Salim, así que respondí: “¡Entrá!”. Otra vez la voz: “¡Salí!”, y otra vez respondí, con impaciencia: “¡Entrá pues, hermano!”. Pensaba que era uno de los delegados, así que rápidamente limpié los escombros que habían caído del techo y puse mi banderita de Bolivia al medio del escritorio. Se me vino un pensamiento: “Si voy a morir, que sea como un valiente, no como un cobarde”.
La puerta voló de una patada y entró un teniente, nervioso, apuntándonos con una ametralladora corta. Podía haber disparado, pero no lo hizo. Sentí que no era mi hora todavía.
“¡¿Quién es el rector?!” vociferó el teniente. “Yo soy el rector”, le respondí. “¡Queda usted detenido!” “¿Y para eso destruyen la universidad?”, empecé a decirle, y continué: “¿Cómo van a pisotear el Aula Magna, la casa de la cultura?”. El militar me paró en seco: “¡No me venga con arengas. Acompáñeme!”. No me quedó otra que callarme y, junto con mis colaboradores, salir a la calle con el teniente detrás nuestro, vigilándonos.
UNA CONVERSACIÓN ENTRE VIEJOS AMIGOS
Cuando cruzamos el portón de la universidad, vi que había soldados a ambos lados de la calle. Me acerqué a uno de ellos y quise darle unas palmaditas en el hombro, como solía hacer para saludar a la gente. Él me hizo un amago violento con el brazo, rechazando mi acercamiento. Tal vez pensó que le iba a quitar su fusil. Le pedí disculpas.
A media cuadra de distancia estaba el comandante del batallón que tomó la universidad. Casualmente había sido un compañero mío de colegio. “Salim, carajo hermanito, cómo te has metido aquí”, me dijo. Para calmarnos, me ofreció un cigarrillo. Nos sentamos en la acera de la calle. “No sabes hermano cuánto lo siento, nos dijeron que ustedes tenían armamento y eso hemos venido a buscar”. Le reclamé que no había nada y así fue: buscaron por todo lado, levantaron tablas, entraron a todas las aulas, sin ningún resultado.
Mientras estábamos hablando, pasó delante un soldado diciendo que lo habían herido. Se levantó la voz de alarma, por los walkies-talkies anunciaban: “¡Herido, herido, manden la ambulancia!”. Los militares se pusieron nerviosos. Averiguadas las cosas, supimos que se había herido por no agarrar bien la bazuca que tenía a su cargo. Al momento de disparar, el rebote del arma le golpeó el hombro y por eso se lastimó.
De todas maneras, los ánimos ya estaban caldeados por la situación. Como no llegaba ningún vehículo de auxilio, subieron al soldado a un taxi y se lo llevaron. Minutos después llegó la ambulancia y, para darle un buen uso, se les ocurrió meternos a nosotros tres adentro para llevarnos al cuartel del regimiento Camacho. Mi amigo pudo decirme, antes de que cierren las puertas, que iba a ayudarme en lo que pudiera. No lo vi más porque se quedó junto a su batallón.
EN EL CUARTEL CAMACHO
Cuando llegamos al cuartel, vi por la ventanilla que todo el lugar estaba lleno de soldados. Estaban concentrados ahí los regimientos de Challapata, Oruro y La Paz. La ambulancia paró, se abrió la puerta y nos dieron la orden de descender. El secretario fue el primero en bajar. Lo recibieron a patadas. Luego el director de Tesoro, a quien dieron el mismo tratamiento.
Al final me tocó el turno. Ya estaba preparado para lo mismo, cuando se apareció un capitán, furibundo, apuntándome con su revolver: “¡Este es el carajo, este es el que ha hecho herir a mi soldado, lo voy a matar!”. Estaba desencajado de la ira. De la nada apareció un teniente, que lo agarró por atrás, rodeándole con los dos brazos. Le dijo: “¡Capitán, capitán! ¡Tranquilo capitán!”. Así evitó que yo reciba un par de tiros.
Ese día me salve por segunda vez.
El teniente, después, me preguntó cómo me llamaba. Le dije: “Salim Afcha”. “Ah, usted es hermano de Karim”. “Sí”, le respondí. Resultó que él era compañero de secundaria de mi hermano menor.
Pasé la noche en un calabozo del cuartel. Al día siguiente, a las siete de la mañana, me hicieron subir a un salón en el segundo piso. Ahí reunidos estaban generales, coroneles, mayores, todos viéndome. El general a cargo me dijo: “Usted está acusado de ser comunista. ¿Qué tiene que decir?”. ¡Parecía una corte marcial!
Le respondí “No soy comunista, soy social cristiano”. Entonces me dijo: “Tenemos información que usted ha salido al campo en la frontera con Chile, llevando libros, literatura y panfletos comunistas. ¿Es cierto?”.
Mi respuesta fue así: “Tiene mala información mi general. He salido a la frontera, es cierto, pero con cuadernos, lápices y pizarras. He tenido la amargura más grande de comprobar en qué aislamiento vive esa gente, tanto en Curahuara de Carangas como en Corque. Yo he visto cómo los niños, nuestros hermanos campesinos, viven en agujeros en los cerros. Algunos de ellos vienen los lunes desde sus comarcas, llevando chuño y charque en una bolsita, para ir a la escuela. Sí, yo he ido, y he llevado literatura, he llevado libros, he llevado la bandera boliviana, la efigie de José Antonio de Sucre, de Simón Bolívar. Si lo quiere ver como un delito, entonces que así sea. Pero lo volvería a hacer”.
El general me escuchó atentamente y decidió liberarme, pero con la advertencia de que no debía involucrarme en acciones conspirativas. Incluso me dio su teléfono personal para que, en caso de que lo necesite, lo llame. Ese gesto no lo esperaba.
EN LOS DÍAS SIGUIENTES
A los pocos días de ocurrido esos eventos, un amigo me convocó a una reunión en un bar alejado, donde me propuso participar en una actividad de resistencia. Lo que él no sabía era que estaba siendo vigilado por personal de inteligencia. Nos arrestaron a los dos saliendo de ese bar.
Tuve que llamar al teléfono personal del general para que me ayude a salir del embrollo. Me reprendió con palabras muy duras, advirtiéndome que era la última vez que me iba a ayudar. Si yo persistía en meterme en líos, ya no podría hacer nada más por mí.
Esos días fueron terribles. Mi casa fue allanada dos veces. Ya no tenía trabajo en la universidad, no podía asistir a reuniones de ninguna institución y, además, ya no contaba con la farmacia que, por abandono, terminó en otras manos. Tuve que tomar la decisión de viajar a La Paz.
EN LA PAZ
Cuando llegué a La Paz, me encontré con un amigo de la época de universidad. Le conté que estaba fregado, que viví un montón de cosas terribles a causa del abuso de los militares: allanaron mi casa dos veces y yo estaba hasta con delirio de persecución. No sabía qué hacer. Entonces, él me dijo: “Bueno, Salim, volveremos a las antiguas épocas: ¡cantemos!”.
Y así, sin más, a mis cuarenta años y sin muchas alternativas a la vista, empecé a tocar guitarra otra vez, cantando aquí y allá, tratando de ganarme algún dinero con esa actividad. Era una nueva vida que, además, me infundió renovadas energías. Yo creo que el ser humano persiste en no envejecer.
De ahí sucedió algo interesante. En 1972, un año después del golpe, se desarrollaba un congreso en Cochabamba de la Confederación Nacional de Profesionales de Bolivia. Entre los actos programados, había un evento de una peña musical en la noche del primer día del congreso. A mí y a mis amigos de canto nos contrataron para actuar ahí.
Cuando llegamos al salón, la gente empezó a felicitarme, Yo no sabía de qué. Se acercó un señor bajito, quien me dijo: “Es un honor conocerlo, doctor”. Era don Manuel Morales Dávila, quien se postulaba como presidente de la Confederación. Ahí mismo me ofrecieron que sea su primer vicepresidente. Fue completamente inesperado. Acepté y al día siguiente formé parte del directorio.
Esa fue una muestra de las vueltas inesperadas que da la vida.
IMPORTADOR DE MEDICAMENTOS
Alrededor del año 1973 volví a mi profesión, esta vez como importador de medicamentos, con base en La Paz. La empresa de importación ya la había constituido unos años atrás, solo que la tenía abandonada. La reactivé, pero teniendo cuidado en no atender al público porque todavía estaba en problemas con el Ministerio del Interior. Ganaba algo de plata, pero nunca dejé de estar involucrado en los compromisos con los amigos. He estado metido en muchas cosas. ¡Cómo he tenido que batallar en esos años!
En esa época, como vicepresidente de la Confederacion, hice varios viajes al exterior. Manuel Morales Dávila fue exiliado, tiempo en el cual yo lo reemplacé como presidente.
El negocio de importación de medicamentos no tuvo mucho éxito. Era complicado, si no imposible, moverme comercialmente sin hacerme notar. Al final, afortunadamente, el Ministerio del Interior no llegó a hacerme daño.
Pasó el tiempo y llegamos a finales de 1979, cuando sucedió el golpe de Natusch Busch a Walter Guevara. Lidia Gueiler fue después nombrada presidenta de la República. A partir de ese año empieza mi relacionamiento con el sector público.
EN EL SECTOR PÚBLICO
Como conté antes, fui elegido vicepresidente de la Federación de Profesionales el año 1972. Después de cumplir ese mandato, me involucré en el Colegio de Bioquímica y Farmacia de Bolivia, donde serví por tres gestiones como presidente de la institución.
Todo este recorrido institucional, más el hecho de haber servido como vicerrector y rector de la universidad de Oruro, me abrieron las puertas para postularme, mediante concurso de méritos, a un puesto en el Ministerio de Salud, en el citado gobierno de Lidia Gueiler. Mi trabajo estaba relacionado con el control de medicamentos en el país.
Irónicamente, me pasó lo mismo que cuando ejercía el cargo de rector en la universidad de Oruro. A los pocos meses que me posesionaron, vino el golpe de Estado de Luis García Mesa, el 17 de julio de 1980. Recuerdo que estaba sentado en el escritorio de mi oficina, con la certeza de que tarde o temprano vendrían a sacarme.
Evidentemente, vino un sicario, preguntó quién era el Dr. Afcha. “Yo”, le respondí. “Queda usted despedido”. Así de simple. Le pedí que por lo menos me deje sacar mis libros, mis cosas personales. “Apúrese, apúrese”. Había una persona que le acompañaba, un colega de mi profesión. El sicario le dijo a él: “Queda usted posesionado”, y así, sin más trámite, fui reemplazado.
A este colega, que era beniano, le ayudé después, generalmente por teléfono, como un asesor externo. Había muchas cosas que necesitaban seguimiento, además que todo fue muy intempestivo. Él después hizo una carrera bastante buena como servidor público.
EN LA ÉPOCA DE LA HIPERINFLACIÓN
Después de que pasaron los gobiernos militares, volví a entrar al Ministerio de Salud en el gobierno de la UDP, en 1982, en el mismo cargo de Jefe Nacional de Farmacia y Laboratorios. Fue una época muy difícil, marcada por una hiperinflación devastadora y una tremenda escasez de productos de todo tipo. A mí me tocó velar para que no falten medicamentos a la población.
Se controlaba la demanda y oferta de todos los productos. La leche para los niños se tenía que repartir por cupos y muchas veces había más demanda que las existencias que teníamos. Cuando se liberaba algún producto, dábamos órdenes a la gente para que vaya y compre, ha sido terrible. Pasaba gran parte de mi tiempo en el Ministerio de Industria y Comercio, porque los precios eran controlados desde ahí.
Uno de los retos que teníamos era facilitar la entrada de medicamentos del exterior. Los importadores tenían que hacer muchos trámites para que les entreguen divisas. Para algunos medicamentos vitales que se necesitaban, de mucha urgencia, nosotros dábamos las órdenes al Banco Central para que se entreguen las divisas inmediatamente.
CAMBIOS DE GOBIERNO, PERO SIGO EN EL MISMO PUESTO
Cuando vino el cambio de gobierno de la UDP al MNR en 1985, continué en el mismo cargo. Conocí personalmente al Dr. Víctor Paz Estenssoro, con él estuve hasta el término de su gobierno. El año 1989 hubo elecciones y entró Jaime Paz Zamora a la presidencia. Su hermano Mario, que es doctor, fue nombrado Ministro de Salud y me pidió que me quede, pero yo sentí que mi ciclo ya había terminado. Estuve unos meses más, hasta 1990 y después renuncié, dejando todo en orden y con inventario.
ME FUI A TRABAJAR A INTI
Conocí a Ernesto Schilling padre, dueño de Droguería Inti, desde los años 70, cuando empecé a involucrarme en la vida institucional de la profesión. Ya en funciones en el Ministerio de Salud, nos veíamos con más frecuencia, por la importancia que yo daba a la relación con el sector privado. También conocí a Ernesto hijo, los dos eran muy buenos.
Ernesto padre era como un consejero, muy tranquilo, como un amigo. En las reuniones en la Cámara de Comercio, cuando nos encontrábamos, teníamos unas buenas discusiones. Me decía: “Usted ha hablado muy bonito, pero tiene nalgas de madera”. Nalgas de madera significaba que me tenía que aguantar lo que me golpeaban por todo lado, los industriales, los comerciantes, los otros ministerios… todo el mundo me daba y yo tenía que tolerar para seguir y cumplir.
Al terminar mi relación con el Ministerio de Salud, Ernesto padre me ofreció trabajar para Inti. Yo ya tenía sesenta años y sentí que era tiempo de estabilizarme y tener un trabajo seguro en una buena empresa. Y fue así. Estuve siete años trabajando en Inti hasta que me jubilé.
Mi cargo fue de jefe de Registro de Productos ante el Ministerio de Salud. Tengo la satisfacción de haber introducido al mercado grandes medicamentos que todavía son utilizados. Para lograr incorporar un nuevo producto tenía que dar a conocer toda la documentación científica sobre cómo se elabora, los orígenes y los análisis. Ese fue el caso del Udoprazol, de la familia de las cefoloporinas, de las penicilinas en antibiótico y otras.
EL EQUIPO DE DROGUERÍA INTI
Para hablar del equipo que compone la empresa, desde mi punto de vista, tenemos que empezar por su fundador, Ernesto Schilling Huhn. Recuerdo que él era un hombre muy bueno, sabio, tranquilo. Vivía en una casa en la calle Villalobos, del barrio de Miraflores, al lado de la fábrica. Su jardín estaba lleno de árboles, y tenía un huerto con lechugas, habas y otras legumbres.
Don Ernesto se apoyó mucho en sus dos hijos para llevar la empresa. En la parte comercial, su hijo Ernesto era como un embajador: relacionador, componedor, representante ante actos sociales de gobierno y autoridades. Toda la parte comercial estaba a su cargo.
Por otro lado, su hijo menor Dieter era más dedicado al laboratorio. Tenía un carácter muy fuerte. Yo decía que, si este hombre no hubiera sido así, Inti no hubiera tenido el progreso que tuvo. No se le escapaba nada, sabía llamar la atención cuando había fallas, así que todos caminaban como reloj. Le gustaba lo perfecto, un hombre que exigía mucho y sabía mucho.
Entre los dos hermanos, Dieter y Ernesto, hacían muy buen equipo. Su padre estaba orgulloso de ambos.
Mi paso por la Inti ha sido de paz y tranquilidad. Hice muy buenos amigos allá. Recuerdo que tenía un grupo que lo llamábamos “los cinco mosqueteros”, que lo formábamos Guillermo Monroy, Fernando Gallo, Federico Ohnes, Gonzalo Muñoz y yo. Reíamos, gozábamos, almorzábamos juntos todos los viernes.

EN LA JUBILACIÓN
Ya van veintidós años desde que me jubilé, tengo ahora noventa años. Estoy contento con mi vida, a pesar de que ha sido llena de problemas. Algunas de las cosas que me pasaron las he contado aquí, pero muchas otras las he dejado afuera, porque hacen un libro en sí. He vivido momentos muy difíciles.
Si algo aprendí de la experiencia de la vida, es que la práctica y la curiosidad hacen que te mantengas al día, porque en la universidad no se aprende mucho. La tecnología avanza tremendamente cada día. Yo, a mi edad y con mis limitaciones, no dejo de estudiar. Seguiré así hasta que Dios decida cuándo me tengo que ir.
He tenido una vida bastante activa y conocí a mucha gente. Siempre busqué la justicia y traté de ayudar y amar al prójimo. A mi señora tengo que agradecerle mucho, porque me ha aguantado demasiado.
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Nota del editor: Esta historia se basa en entrevistas y posteriores revisiones con el Sr. Afcha realizadas en noviembre de 2018 y enero-marzo de 2020. La redacción y edición son de Marcos Grisi Reyes Ortiz.
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Me encantó. Gonzalo es muy amigo mío. Lo
Conozco desde los 80’s cuando estudio su maestría en la Universidad Estatal de Arizona. Un hombre con un corazón muy grande u im gran ser humano. Su esposa Pati, una gran mujer.
Hola, me gusto mucho el relayto biográfico. Cuando el Dr. Afcha era Rector de la UTO, yo era el Director General de Radio Universidad que fue el objetivo de aquel bazucazo del que recuerda el Dr. Afcha, yo alcanzé a refugiarme en una casa de una vecina a la radio que tenía su entrada por la calle Potosi. Vi el ataque desde una ventana de un altillo que la señora tenía encima de su pequeña tienda. El Dr. Afcha ha sido una personalidad sin tacha, políticamente – tal como él mismo lo dice – era un social cristiano.
Salim un caballero digno en toda la extensión de la palabra. le deseo salud y siempre este con todos los que le queremos a usted , su digna esposa e hijos. recuerdo que que en 1966 nos hizo el Honor de ser nuestro padrino de matrimónio Guillermo alvarez y Maria Trinidad Salvatierra.
Solo. Puedo decir ,que este relato ,me a resultado impresionante, muy positivo dentro del marco de las circunstancias vividas por el personaje.
Una historia real ,que demuestra el lado intelectual en primera persona ,la disposición de lograr todo lo que se proponía, estaba dotado de una mente sagaz ,extrovertida ,brillante y una parte emocional muy digna llena de bondad y un hermoso compañerismo ,que ni en los momentos más difíciles olvido a sus amigos , creo que he aprendido mucho de que es luchar de verdad en esta vida.
Gracias por esta historia maravillosa.
Muchísimas gracias por esta historia realmente edificante. El Sr. Salim dice «El ser humano se niega a envejecer» y es cierto el espíritu permanece tan joven como se lo proponga la persona y es capaz de pensar con la energía de los 20, pero ventajosamnte con mucha experiencia. Este Señor es un vivo retrato de esto, le admiro su pasión por la vida activa y ayudadora, por sus ancias de siempre prosperar eso es lo ke le hace estar aún tan lúcido. Dios lo bendiga Señor Salim.
Un saludo al Dr. Salim Afcha M. Mi docente de Química Orgánica, en la Facultad Industrial de la UTO, en el año 1965.
Grandes recuerdos de un docente ejemplar, con excepcional empatía, con mucho conocimiento; recuerdo de sus clases cuando nos contaba las historias de los pioneros de ésta Ciencia, del iniciador de la Química Orgánica: Friedrich Wohler, del genio de Kekulé al soñarse con la estructura del benceno, de las biografías de Pasteur, de Nobel con la dinamita, de los esposos Curie, de la magia para dar nombre y apellido a más de un millón de compuestos orgánicos con la Nomenclatura Química, que dominaba el Doctor. Recordamos también que era estricto y justo con las notas. Ni esbozar un reclamo, tenía mucha autoridad. Desprendido en colaborar con los alumnos, nos obsequiaba el texto de la materia que era muy dificil de conseguir, un compañero quizo pagar el costo del policopiado, el Dr. se molestó y le dijo que acepte, por que a él le gusta colaborar a los jóvenes.
Que suerte tenerlo entre nosotros y expresarle una eterna gratitud. Dios le dió estos dones, que siempre le ampare y proteja. Un abrazo. Su alumno Victor Antezana Herrera.
Excelente me encanta leer historias reales y haci conocer de nuestra gente extranjera que llegó a Bolivia 🇧🇴 y les fue excelente gracias por darnos a conocer sus historias me encanto
Es una excelente historia para meditar y aprender a ser fuertes para seguir en nuestros propositos
Muy bueno,gracias por compartir.la vivencia e el maestro de la vida.
Gracias por narrar la historia de distinta gente de Bolivia, llena nuestro espíritu de conocer más sus mundos y parte de lo que pasó en Bolivia
Es muy instructivo conocer parte de la vida y vicisitudes de personas que son ejemplos de su actitud frente a la vida. Felicitacioness Marcos por su iniciativa.
Muy buena la entrevista que cuenta parte de la historia de Bolivia de otro lado de la gente
Mucha gente buena y exitosa por muchas circunstancias salio de Oruro, lafamilla Afcha es un orgullo para esa tierra noble como es Oruro
Que historia impactante de un personaje que vivió las dictaduras de dos golpes militares. Es un ejemplo de imitar, porque nunca cayó en la depresión.
Que siga disfrutando de la vida porque no es facil llegar a los noventa. Felicidades
Mis felicitaciones…muy amena y agradable relato sobre una labor importante en pro de nuestro patria…no le conocí al Señor Salim…pero si a su hermano Moises Afcha Maldonado ya que era amistad de mi madre…fue un gusto realmente esta lectura….
Mis más sinceras felicitaciones y mil respetos, una persona muy inteligente y con un corazón noble, por mi parte hoy aprendí una buena lección no solo de vida también de superación, perseverancia y mucha humildad, felicito, a persona quien público hoy me permito también reenviar para así de esta manera nuestros jóvenes líderes conozcan, muchas gracias.
Saludos:
Lic. Mirtha Mina Montaño
Me gustó mucho la historia. Es una expresion real de los cambios en la vida política del país. Los abusos de los regímenes militares. Además, todos los cambios versátiles del protagonista por subsistir, la docencia, política universitaria, el comercio y otras muchas. Me gustaría conocer más de la vida de este Ilustre profesional. FELICIDADES.
Conocí a su hermano Karim en el colegio Saracho y después nos encontramos en Cochabamba, sabía que Salón era Rector en la UTO, salimos para el Dr Salón
eveizaga
Muy interesante, un gran profesional y sobretodo una gran Persona!
Me gusto mucho su historia Dr. Salim, aun mas en estas epocas de tanta inestabilidad politica y ahora esta pandemia que nos asecha. Estoy seguro que como hijos bien nacidos de esta tierra vamos a salir adelante como usted nos relata en su historia vivida en los años 70 y 80, un abrazo a la distancia desde Potosi.
Saludos.
Ing. Lino Adalid Ruiz Llanos
Que vida más interesante, llena de sorpresas y aventuras de un excelente profesional, lo felicito Doctor, leí con mucho interés el curso de su vida, un gran ser humano, Dios lo guarde y lo proteja. 🙏🙏👏👏👏
Linda historia de una persona luchadora que siempre estuvo al lado del necesitado, ojalá su ejemplo sea imitado por jóvenes que aún están en formación, felicidades Dr. Afcha, que Dios cuide a usted y a su familia.
Qué impresionante historia de vida, de un profesional en todo el sentido de la palabra, hace recordar recuerdos vividos sobre todo en Oruro, me acuerdo del golpe de Banzer, yo estudiaba en la escuela Ignacio León conocí la farmacia la salud, años después ingresé a la FNI , en donde otro golpe cerró la universidad el de García Meza, 1980 yo ingresé el 1979, sufrimos dos años de cierre, sufrimos los años de hiperinflacion, pese esa situación logré terminar mi carrera en ing. Civil, pués esa historia me hizo recordar, con tan linda historia, felicidades Dr. Salim, que Dios le bendiga.
Se destaca su valor fortaleza y firmesa pars luchar con las adversidades q le presentaba Bolivia en aquellos tiempos , pero su desicion de quedarse y luchar por sus intereses y por Bolivia es admirable 😘😘😘😘🙏🙏🙏🙏🙏
Me encantó el relato… Principalmente porque las personas de esas épocas fueron formados con buenos valores la historia de este señor muy emotiva y de lucha…. Gracias por compartir su historia.. 👏👏👏👏
Una gran persona. Ademas compositor de la letra y música del Himno del Colegio Rene Barrientos Ortuño de la zona sur Calacoto,donde fue su esposa fue mi Maestra de literatura. Un gusto escuchar su relato.
Una vida muy interesante y muy vivida
Una consulta, los señores musa y Jorge afcha q.e.p.d fueron familiares suyos ? Fallecieron entre el 2005 y 2015 si no me equivoco, si tuviera algunos datos por favor A este número de whatsapp 72451737, eran amigos míos inclusive los papás de Don Jorge facha. Gracias. Atte Jerry Wilson Lemus arancibia
Me gustó el relato,el Dr. Vivió una vida muy activa e interesante.Dejando una huella, de tesón y trabajo el no se dió por vencido e ningún momento,es un orgullo para el mismo su familia,y para todos gracias
Un ser humano generoso y leal, estudioso y emprendedor. Su legado siempre será reconocido por las generaciones que el ha formado.
Felicidades por su linda historia y es tan grata para mi ya que soy participe de una tan similar circunstancia desde el advenimiento de mi bisabuelo Juan Yapur Asaff, anhelado por la mineria a finales de siglo XIX y principios del XX, junto a Alejandro Asaff y H. Mijitariano. Ese anhelo lo trajo y a la vez condicionó su muerte en la mina de Siporo (Potosí).
Lo lindo de su historia es la maravillosa casualidad que mi abuelo fue farmacéutico en 1926 y mi padre estudio en Sucre en el mismo año que su distinguida persona el dr. Oscar Yapur Murillo junto a mí madre Enriqueta Manzano de Yapur (modestia aparte excelente y meritoria estudiante) un abrazo y me encantó su gran historia y la maravillosa comunión de nuestras circunstancias. Felicidades.
Que gusto conocer tu relato de vida estimado Salim, nos conocimos casi casualmente por la relación que tuve con tu hijo Gonzalo que se desempeñaba como vice ministro de economía allí por los años 90 y yo era diputado. Por casualidad descubrimos que coincidían mi apellido paterno y el materno de Gonzalo, escudriñando establecimos que mi abuelo era su bisabuelo, por motivos propio de la época nuestras familias se separaron pero el destino nos reencontró. De esa manera te conoci personalmente aunque siempre tuve referencias muy respetables de tu persona. Gonzalo es un gran profesional y al conocer la historia de tu vida se entiende que tuviste mucho que ver en su formación. Ruth, tu esposa que viene a ser mi prima, es una dama respetable, pese a la muy corta relación que tuvimos me dejó una gran impresión. Quien construye una familia respetable solo lo puede hacer con el ejemplo y yo percibo que el ejemplo de tu vida influyó en tu familia, felicidades Salim por todo que lograste basado en la capacidad profesional y la dignidad de hombre.r
Hermoso relato!
Que hermoso historia de vida de un excelente profesional, que Dios le bendiga y que tenga una buena salud
Una larga experiencia Dr!! Que amerita ser contada como enseñanza para los que venimos detrás !!! Bendiciones para usted y su hermosa familia !!!
Como persona y profesional, excelente lo conocí en Oruro donde tenía mucho prestigio. Muchas Felicidades
Atrapante relato..una historia de vida que inspira y educa. Felicidades marcosgrisi.
El Dr. Salin fue y es un gran profesional alegre gobial y muy respetuoso hacia las personas.
Saludos Dr. Salin .
Atentamente Genaro Nina compañero de Lab. INTI
Gran ejemplo de vida. Sin ninguna duda: Un gran boliviano
Un distinguido profesional, que tuve la oportunidad de conocerlo, Oruro, fue un terruño al que el colaboro muchisimo,,
Una historia de grandeza humanitaria contada con la sencillez de quien tuvo una vida pensando siempre en servir de la mejor manera.
Una bonita historia de vida que me gustó conocer. Yo vivía a media cuadra de la casa de la familia Afcha en la calle Pagador y León, era compañera de curso y amiga de su hija Amparito en el colegio Jesús Maria, me acuerdo de ella como si fuera ayer y siempre me pregunté dónde y porque se había marchado de Oruro. Saludos y mis respetos al Dr Salim Afcha.
Buen trabajo y gracias al Dr. Por compartir algo de su historia personal ….. realmente el relato me atrapo ….. gracias.
Que gusto volver a escuchar su nombre. Era vecino y amigo de mi papá el Dr. Ricardo Durán en San Miguel La Paz. Y recuerdo a su hija Amparito ella estaba unos tres cursos antes que yo en el colegio loretto..
Gracias por su intetesante historia de vivir Señor Afcha. DIOS NOS BENDICE 🙌🙏
Mis respetos Dr Salim Afcha, un maravilloso ejemplo su historia de vida . Gracias por compartirla
Muy linda historia, un ejemplo de persona, de su actuar firme y derecho en sus convicciones. Estudie en Oruro en el Liceo Pantaleón Dalence. Es por eso que me llamo la atención leer su historia.
No se que decir, me dejo impactada esta historia, porque paralelamente viví en La Paz desde 1975 y pasé muchos episodios que marcaron mi vida.
Muy bueno!!! Una vida llena de matices. Llegar a los 90 años un triunfo.
Mis respetos para este distinguido señor
Cursaba el 3er año de la carrera de Metalurgia en la FNI, el Dr. Afcha era el rector de la UTO, eran tiempos caóticos del gobierno del Gral. Torres, recuerdo que un empresario minero de apellido Godefroy regalo a la FNI una mina de estaño muy rica ubicada cerca de Uncia, este «obsequio» era para frenar un inminente avasallamiento y toma violenta de esa mina por parte de los mineros de la E.M. Catavi, el día de la posecion muchos estudiantes y autoridades de la Universidad encabezadas por el Dr Afcha fueron a Pujcro a recibir las instalaciones y la mina misma, cuando se estaba por realizar el acto, irrumpieron mineros de Catavi a bordo de varias volquetas lanzando dinamitas, se desato el caos y desconcierto en medio de las explosiones y gritos de todo lado, al final los estudiantes y autoridades universitarias fueron prisioneros de los mineros quienes amenazaban con fusilar al Rector. despues de sufrir algunos maltratos fueron finalmente liberados y pudieron retornar a Oruro. La FNI se quedo sin mina al igual que el dueño de la misma. después del golpe de Banzer la mina fue recuperada y apareció en otras manos, se decía que uno de los nuevos propietarios era el mismo Banzer.
Cuando se produjo el golpe militar sucedió la violenta toma del rectorado tal como relata el Dr. Afcha, días después nos reuníamos algunos compañeros de la FNI para comentar y averiguar por algunos de los amigos que presentaron resistencia al golpe, ahí nos enteramos que un compañero de curso fue el que se presento en el Consejo Universitario munido de un revolver, tal como relata el Dr, Afcha y que el logro huir por los techos de las casa vecinas a la Universidad y evitando así caer en manos del Ejercito. Al poco tiempo ese estudiante fue apresado y exiliado.
Muchos años después retorno al país y retomó sus estudios en la FNI, cosas de la vida, mi ex compañero fue entonces mi alumno el año de 1982 cuando yo daba una catedra en la especialidad.
Saludo con mucha emoción al Dr. Salim Afcha que con su relato tan sencillo y claro me transportó hasta esos años turbulentos.
Para ser Franco decir, q ha sido una agradable lectura en estos tiempos difíciles de cuarentena en el país. Es una historia bonita q se puede aplicar a toda persona en éste tiempo de dificultad le puede ayudar a entender q en la vida » q la práctica y la curiosidad en la vida», te puede mantener siempre en pie.
Felicidades!!! Hermosa historia.
Que agradable leer el relato de una vida, llena de actividades positivas, de la cual podemos rescatar muchas cosas que hoy en día las estamos perdiendo como ser: el amor por el trabajo, la persistencia, la amistad, la honestidad, etc.,
etc. Gracias por tan lindo relato Doctor Salim Afcha
Excelente historia y el gusto de haberlo conocido .
Felicitar la iniciativa, en la producción de una gran persona y un digno profesional como fué, en nuestra querida ciudad de Oruro, tuve la fortuna de conocer a su distinguida familia alla por los años 60 y 70, como dice en relato, que administraba la Farmacia Salud, ubicado en esquina de las calles Pagador y Junin, el Dr. S. Afcha, fué muy apreciado por su carisma que poseia, muy tipico de su persona.
Tuve la oportunidad de conocerlo personalmente a don Salim Afcha M. cuando trabajaba en la Universidad Tecnica de Oruro, cuando mi padre tambien trabajaba en la misma institución.
En la epoca del golpe de Banzer del año 1971, no hace mención a los fallecidos en la toma del rectorado, entre ellos don Pedro Zubieta.
Señor Afcha, muy bonita su biografia, una leccion de vida para todas las generaciones, ese es el camino a seguir de todo profesional para terminar bien.
Bonito relato de una vida de lucha, vicisitudes, logros y reveses, me recordó los relatos del Dr. Jorge Casal, sobre el aporte de la comunidad árabe en el sur, de los turcos, por ser identificados con ese gentilicio los Palestinos, Sirios y Libaneses que llegaban por estas tierras. Existen hoy hermosas familias con esta desendencia e historias sobre su aporte en el comercio y otros menesteres desde la Guerra del Chaco, poblando y desarrollando esa rica llanura.
En Tarija el Club Arabe tuvo apogeo las décadas del 50 – 60 del siglo pasado, con pintorescos personajes, hoy la comida Arabe es bien degustara y hasta en ocasiones disfrutamos de un ya tradicional bufet.
Inmigrantes como la familia Afcha, son los que le hicieron bien al país e impulsaron su desarrollo.
Realmente interesante, una historia de vida llena de aventura y valentía, tomó las oportunidades que se le presentaro.
Es muy grato conocer los aportes de ciudadanos del Medio Oriente.
Felicidades por su esfuerzo.
Sin duda, una vida llena de vicisitudes, con altas y bajas pero con el norte de hacer las cosas bien.
Me encantó. Es padre de un compañero de curso
Dr. Su historia de vida me ha hecho hacer una reflexion, de su formacion basado en sus principios bien arraigado , sobre todo un hombre empoderado . Hombre que ha escrito sus propias vivencia. Admirable mi respeto y admiracion.
Que bueno conocer un poquito de un «PERSONAJE»que aporto mucho en Bolivia, rescato su gran corazón y humildad y sobre todo sif do extranjero
Muy buena
Como no recordar al Dr Afcha que fue rector de la UTO, en mi época de estudiante. Que bueno rememorar aquella época, gracias Dr por sus servicios a la comunidad, un fuerte abrazo desde Santa Cruz de Sierra.
Una atractiva relación de hechos de Salim Afcha; que nos retrotrae al auge de la minería en la década de los 50 donde evidentemente la ciudad de Oruro principalmente, cobijó a la comunidad Palestina y libanesa dónde sabiamos de la familia Áfcha y se nos viene a la memoria el Club Árabe, la farmacia La Salud y los golpes de estado, el Regimiento Camacho, la Universidad Técnica de Oruro y otros mencionados por Salim Afcha. Una vida llena de vicisitudes y también de éxitos y de servicio social. Y ahora a los 90 años quizá diga misión cumplida. Cómo señala un poema en Oruro que dice «no preguntamos de dónde viene si es gringo o gitano, con tal de que traigan en las manos la dichosa bendición del trabajo». En horabuena Don Salim Afcha de haberlo tenido en mi amada tierra de Oruro.
Muy buen hombre !!
Simplemente hermoso ❤️
Muy interesante, una historia muy linda y con muchas anécdotas, además con pasajes de la historia de nuestra amada nación en su dramatico crecimiento..
Una sorpresa encontrarme con este relato,el Dr. Salim Afcha, amigo de mi papá también bioquímico farmacéutico, compañero de estudios en Sucre, Manuel Miranda Baya, mi papá me contó que muchas veces él ayudaba a cargar los instrumentos para las serenatas pues mi papá no cantaba.
Muy grato saber un poco mas de la historia del Dr. Salim. Ahora mismo mi papá leerá esta historia, un gran abrazo al Dr. Salim Afcha.
Excelente conocer a personaje que vivió la vid tan dura como Dr. En cada relato que daba me imaginaba estar yo ahí como que si lo hubiera visto cada época cada momento y hoy vive la tecnología a lo máximo. Muchas gracias..querido Dr…muchas gracias…
Realmente es una historia maravillosa sobre todo como un Palestino formó una familia aquí en Bolivia y siempre mostrando su generosidad su esmero por estudiar por trabajar y por ser un ejemplo para todos nosotros que Dios lo bendiga
Ejemplo de vidas, principios sólidas y bondad
Nalga de tabla,, es muy profundo el significado,,, escuchar. Oír, mirar, sonreír, acotar, aceptar, hablsr
Gracias por presentar un pedazo de la historia a través de su relato.
Una historia realmente impresionante que revive la historia de Bolivia en esos tiempos.
Cuando yo tenía 18 años conocí al Dr Afcha como Rector de la UTO, en un pasaje de su relato cuenta el ataque que sufrió la Universidad, recuerdo que vi cómo dos filas de soldados del ejército ingresaron por la calle 6 de Octubre, unos minutos después en mi curiosidad, me ubiqué en la calle Cochabamba y Potosí, allí pude ver lo que disparaban hacia la UTO con bazuca como cuenta el el Ex Rector, allí funcionaba la Asamblea del Pueblo, yo también pensé que el ejército estaba apoyando a J. J. Torres, al ver la situación se tornaba peligrosa, opté por retirarme a mi domicilio.
Un relato muy lindo. Muy atractivo para el lector. Aún sin conocer al personaje.
Que interesante
Muy interesante….!!! Todo un personaje
Gracias a hombres como el con ese amor a su prójimo me saco el sombrero gracias por haber nacido en nuestro pais ser un hombre tan correcto y bondadoso ejemplo a seguir dejas tus huellas y siempre seras recordado por tus buenas obras q dios te bendiga y te de salud siempre
Tuve el honor de conocer y relacionarme con el Dr.Afcha,cuando era autoridad en el Ministerio de Salud participamos de las reuniones,del Colegio de Farmacia y Bioquímica,excelente profesional y un maravilloso ser humano. Un gusto leer este texto .
Un relato hermoso, de una persona humanitaria. Dios lo bendiga.
Felicidades un saludo al Dr Salim Afcha lo conocí en la farmacia la Salud Junín esquina Pagador, yo pensé que se fue de ORURO por cuestiones económicas o de Salud, si vivimos esos golpes militares sangrientos , hermoso relato de semejante vivencia, que dios lo bendiga gran profesional Bioquímico Farmacéutico
Muy interesante!!! Historia de un luchador, hombre recto, correcto y solidario !! Como las historias de vida de muchos hijos de migrantes árabes!!
Muy bueno leyendo esta historia he revivido cada episodio que se vivió desde 1971 con el golpe de estado y así todos los golpes que hubieron después. Muy interesante.
Valioso relato, que me hace recuerdo de Oruro y sus años de apogeo, la ciudad de Oruro era «la enamorada del gringo y del gitano».Muy diversa y progresista. Conoci farmacia La Salud.
Equivoqué el el nombre en mi comentario, no era Abraham el padre sino la vida del hijo Salim, perdón por la equivocación
Muy interesante la vida del señor Abraham
Tuve la dicha de conocerlo al Dr. Salim Afcha Maldonado, a través de dis tíos míos, el cuñado de mi Padre, Lic. Raúl Ríos Beltrán y por el lado de mi madre su hermano Edgar Gorriti Źuñiga, que el primero era socio y el segundo empleado de LAFAR, si mal no recuerdo. Además lo conocí a su hijo Gonzalo Afcha de la Parra en su condición de ex alumno del San Calixto Següencoma y como autoridad del Estado. Recuerdo también que el Dr. Salim Afcha fue miembro del H. Directorio de la Caja Nacional de Salud, allá por el año 2000. Mi persona a más de trabajar en la Caja Nacional de Salud, culmine mi carrera en esta entidad en mi calidad de Miembro del Directorio de la CNS en representación del Ministerio de Trabajo, Empleo y Prevision Social. Para finalizar señalar que tenía el Long Play de la Peña del Profesional, disco que tenía bellos temas como «Puentecito del Río y El Duraznero» además de 2 poesías «Paciencia y la Imilla» de mi Colega y Jefe de trabajo el Dr. Óscar Vargas del Carpio. Amante de la Seguridad Social. Vida y Pasion de la Seguridad Social. Estos fueron mis Maestros a quienes los admiré con Devoción!!!
Una ejemplar vida en las circunstanciales condiciones de nuestro país. Veo que el Dr. Afcha puede decir con dignidad.! Deber cimplido¡
Buenos recuerdos del Sr. Afcha en especial la relación que tuvo con mi Sr,. Padre Albino Rejas y con la empresa «Imprenta Rejas», saludos afectuosos para Ud. y su familia.
Creo que es un relato de su interesante vida….felicidades Dr. Afcha. Fué mi docente en el Politécnico de Oruro, allá por el año 1970…era un catedrático muy estricto, habia que escribir al dictado y sobre la marcha las formulas químicas en el exámen, casi nadie lograba escribir todas las fórmulas…Aprovecho la oportinidad para hacerle llegar mis sinceros saludos a tan notable personalidad…
David Lopez Lima
Hermoso relato que resume la vida de un gran ser humano
Un relato maravilloso!
Mil felicitaciones Sr. SALIM AFCHA, me fascino su historia de vida, me emociono y vivi mucho su relato, hay tantos episodios similares en la historia de mi familia.
Gracias por compartir tantas anecdotas, Dios bendiga su vida de ayuda al projimo, es lo que caracteriza a las familias arabes 👏👏👏