(basado en un cuento de Julio Cortázar, titulado «Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj»)
Piensa en esto: cuando te regalan un celular te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el celular, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca.
Te regalan – no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, y que tienes que llevarlo siempre como si fuera parte de él.
Te regalan la necesidad de cargar su batería todos los días, la obligación de estar cargado para que siga siendo un celular; te regalan la obsesión de ver su pantalla para saber que todavía existes en el mundo, que se acuerdan de ti y que te necesitan, por más que no sea cierto.
Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se te rompa.
Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu celular con los demás celulares.
No te regalan un celular, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del celular.