En esta sección hay varios comentarios que escribí sobre un libro que me impactó, La mujer justa (Portraits of a marriage, en inglés), del autor húngaro Sándor Márai. No es una crítica literaria en sí, sino solamente comentarios.
Las relaciones humanas son eso, humanas, sujetas a cambios, a fallos, pero también son capaces de llegar a lo mas alto, al amor. Y es en este camino que Sándor Márai, en su novela La Mujer Justa, intenta describir.
Primero, con el relato de Marika, una mujer de treinta y cinco años, quien cuenta a una amiga de infancia cómo fue su vida de casada y cómo resultó en un divorcio doloroso ocho años despues. Después, con el relato de Peter, un aristócrata hungaro, que cuenta a un amigo en un bar cómo se casó a sus cuarenta y tres años con una mujer que no era de su condición social, para despues abandonarla por la empleada de su madre, en Budapest. Y, por último, la conversación íntima de Judit con su amante en Roma, donde ella cuenta cómo fue a trabajar como una campesina a una casa acomodada en Budapest, para casarse con el hijo de la señora y divorciarse despues.
Cada uno de estos relatos contiene verdades y pensamientos intimos, que dependen del punto de vista de cada protagonista. En este pequeño texto, me referiré a los relatos de Marika y de Peter, que son la primera y segunda historia del libro.
Para Marika, su matrimonio fue una unión con una persona distante, que nunca estuvo presente. Marika viene de una clase social media, mientras que Peter era de la aristocracia húngara del momento. Un burgués, según ella, tiene que demostrar toda su vida quién es, mientras que el aristócrata no necesita eso, con nacer es suficiente. Ella tuvo que demostrar, en los ocho años que duró su relación con Peter, que estaba a la altura del matrimonio y que tenía las cualidades para pertenecer a la clase social de su marido. Peter en cambio, se aburría de los esfuerzos de Marika; para él, nunca era suficiente.
Entre la riqueza y la pobreza hay infinidad de matices, desde la elección de tapices para los muebles hasta la forma de saludar a los invitados. Y entre Marika y su esposo había una notable diferencia de estilos. A Marika le enseñaron que hay que caminar por la vida con lo que hay, mientras que a Peter le enseñaron que hay vivir «como se debe», con refinamiento. Era una diferencia demasiado grande para ignorarla.
A medida que transcurría su matrimonio, Marika se daba cuenta de que su marido, a quien ella creia conocer en cuerpo y alma, no le pertenecía. Supo que él tenía otros mundos, no solo el que ella conocía.
En todos los hombres hay un espacio reservado, como si quisieran ocultar parte de su ser y de su alma a la mujer que aman. A las mujeres tontas esto las hace enfurecer de rabia. Las inteligentes se entristecen, sienten curiosidad, pero al final se resignan.
Alguna vez Marika le preguntó si la desprciaba, a lo que el contestó que no, de ninguna manera, que es una mujer inteligente y de gran sensibilidad. Pero a la pregunta sobre que opina de su carácter y espíritu, el se quedó en silencio.
De los ocho años que duró la relación con Peter, tuvieron un hijo. Como una forma de arreglar su vida y el distanciamiento de su marido, Marika se entregó completamente al bebé. Dejó de escribir a sus amigas, dejó de salir, el bebé era su única ocupación.
No se puede amar tanto, no se debe amar tanto a nadie, ni siquiera a los propios hijos.
Marika adoraba a su hijo, vivía solo para él. Pero quería al niño por y para su marido. Quería que el niño lo atara a él por completo, por siempre. Cuando el niño falleció a los dos años, Peter se dio cuenta que Marika usaba al bebé como un instrumento para obligarlo a amarla. La realidad ha debido ser mucho más compleja en el corazón de Marika, las mujeres piensan y sienten en niveles que los hombres no podemos siquiera imaginar.
Somos humanos y todo lo que nos ocurre en la vida pasa por el filtro de la razón. Y a través de la razón se hacen soportables o insoportables nuestros sentimientos y nuestras pasiones. No basta con amar.
Como Peter era un caballero, cuando nació el niño trato de arrancar de su alma ese terrible distanciamiento que tenía a Marika y se esforzó por acercarse a ella y al niño de forma conmovedora. Ha debido hacer un terrible esfuerzo durante aquellos dos años. Hace falta una fuerza sobrehumana para vivir contra la propia naturaleza.
Interiormente, Marika no dejo libre a Peter ni por un momento. Lo mantenía a su lado por medio del niño, lo chantajeaba sin palabras con su exigencia emocional. Dedicaba al niño cada segundo de su vida, pero solo porque sabia que, mientras estuviera el niño, estaría él, y sería solo suyo. Dios no perdona esas cosas. No se puede amar con segundas intenciones.
Cuando el niño falleció, Marika sintió como que algo acabó en su vida. No era que él la quería menos, sino que ella presintió que Peter le guardaba algo de rencor. No había posibilidad de rehacer la vida con un segundo hijo.
Siempre ocurre lo mismo: uno de los dos ama más que el otro. Pero es más fácil para el que ama. Esto le dice la suegra, la mamá de Peter. Le dice que como Marika ama a su marido, por eso es mas afortunada, aunque a veces le haga sufrir. Cuando es dificil es que uno este obligado a compartir un sentimiento que en el fondo no lo tienes.
Y aquí viene la pregunta de fondo, que justifica el título del libro: Si no esta bien conmigo, mejor que esté con la otra. ¿La otra? ¿Cual? Pues la mujer justa. Entonces, ¿existe una mujer justa? ¿Vive el alguna parte? Pues sí, siempre hay una mujer justa que vive en alguna parte.
Unos meses después de la muerte del niño, un domingo 14 de abril, Marika tomo una decisión. Debía cambiar las cosas, obrar un milagro. Decidió que iba a reconquistar a su marido. O él vuelve a ella en cuerpo y alma, por completo, sin reservas ni sentimientos de vergüenza, o ella se aleja de su lado.
En una confesión, el sacerdote de la parroquia, después de haberla escuchado pacientemente, le dice que no basta con amar a un hombre, el amor puede transofrmarse en un gran egoismo. Hay que amar con humildad y tener mucha fe. La vida entera tiene sentido si esta animada por la fe. Dios ha dado el amor a las personas para que puedan convivir mejor y soportar el mundo. Pero quein ama sin humildad pone una carga sobre los hombros del otro.
El sacerdote le dijo esto:
«Las almas apasionadas son orgullosas, sufren muchísimo. Dios nos ha dado a cada uno nuestra propia alma. Un alma está llena de secretos, como el univierso. ¿Por qué quiere usted avergiuar lo que Dios a ocultado en un alma?
Hay en su alma, hija mía, un ansia que raya en el pecado. Usted quiere privar a un hombre de su alma. Eso es lo que siempre quieren hacer todos los enamorados. Y eso es pecado.
Cometemos un pecado cada que vez que no nos contentamos con lo que el mundo nos ofrece de forma esponánea, con lo que una persona nos da libremente, es pecado siempre que tendemos una mano ávida hasta el secreto de otra persona.
Por que no intentar vivir de una forma mas simple, con menos exigencias afectivas? El amor, el verdadero amor es paciente. El amor es infinito y sabe esperar.