La ayuda social siempre me ha parecido hermosa. Sentía que haber sido bendecida con una familia estable y salud me daba una cierta responsabilidad, ayudar a los demás. Todos tenemos la capacidad de traer bienestar a la gente.
A los dieciséis años empecé a trabajar en muchas actividades de carácter social dentro de mi iglesia. Una de las actividades que más me atraía era la de consejería; es decir, escuchar los problemas o situaciones difíciles que tenía la gente y tratar de brindar alguna solución al alcance de mis posibilidades.
Después de graduarme del colegio, entré a la universidad Univalle para estudiar administración de empresas. Mientras estudiaba en la universidad, e incluso después de terminarla, seguía haciendo consejería, era lo que más me llamaba la atención. No me sentía muy identificada con administración de empresas.
En los años que siguieron, y a medida que me metía más a la consejería (la daba siempre en forma gratuita), me di cuenta de que necesitaba encontrar la manera de combinar mi vocación de servicio a la comunidad con un medio estable de ingresos. Me enrolé en la Universidad de Palermo, en Buenos Aires, para hacer un MBA en recursos humanos, con mención en coaching.
En la universidad me enseñaron a hacer coaching desde un punto de vista más profesional. Básicamente me enseñaron a decir no. En la iglesia decía a todo que sí, que podía ayudar, que podía dar mi tiempo sin que me paguen. En la universidad, sin embargo, te dan las herramientas para manejarte con disciplina, estableciendo prioridades, tiempos y límites.
Después de graduarme, volví a Bolivia para, ahora sí, ejercer lo que había estudiado.
EN BUSCA DE UN PROPÓSITO DE VIDA
Uno de los primeros trabajos que obtuve después de mi graduación de la maestría no tenía nada que ver con coaching: repartía la marca artística de Monopol “Acritel” a todas las librerías, en mi auto, y ganaba una comisión por hacerlo.
Claro que no estaba contenta. Sentía que tenía un propósito en la vida y que, si bien el trabajo era muy bonito, no era lo que yo realmente quería. Lo que a mí me llena es estar en contacto con la gente, ayudarla, dar un servicio a la comunidad en forma permanente. Esa es mi vocación.
Me animé entonces a crear mi empresa de coaching y la lancé en un evento en el hotel Europa, en La Paz. En el lanzamiento me ayudaron muchas personas, entre ellos el experto en finanzas Pepe Romero, la presentadora de TV María Rene Duchén e incluso el pintor Mamani Mamani. El lanzamiento fue toda una novedad. Hace diez años no se sabía mucho de coaching.
Los primeros trabajos que me llegaron fueron con La Papelera, la Entidad de Depósito de Valores de Bolivia, Pollos Copacabana y otras empresas más. Ayudaba principalmente en capacitación, coaching, selección de personal y mediciones del clima laboral. Introduje el concepto de “Talento Humano” en vez de “Recursos Humanos”, donde el enfoque está en desarrollar el potencial de la gente, que encuentren un propósito en lo que hacen, fortalecer su autoestima y que tengan una visión más amplia de la empresa.
MI PRIMER TRABAJO EN INTI
Inicialmente entré a Inti para hacer una labor de coaching. Hice el contacto con Christian Schilling, quien me contrató inicialmente para hacer un trabajo en la ciudad de Cochabamba, donde realicé sesiones de coaching personal y grupal. El resultado fue bueno y se decidió que realizaría la misma actividad en toda la empresa.
Estuve cinco años trabajando como consultora externa en Inti, tiempo en el cual tuve el privilegio de escuchar a más de 850 colaboradores de todos los cargos, en cada oficina y en cada planta de producción del país. Pude implementar en cada uno de los lugares de trabajo todos los elementos de desarrollo humano que debía tener una empresa moderna.
A medida que pasaba el tiempo, y casi sin darme cuenta, el 80% de mis labores estaban dedicadas a Inti. Las otras empresas que eran mis clientes, entre Pollos Copacabana y alguna vez La Papelera, me contrataban esporádicamente. Mi empresa de coaching estaba cada vez más dedicada a atender a un solo cliente.
AL FINAL ME QUEDÉ
A esas alturas, mi corazón ya estaba muy comprometido e involucrado con Inti. Esta es una empresa que enamora, que te invita a llevar la camiseta y te la pones con gusto. Desde la gerencia general se respira un clima laboral seguro y lleno de desafíos.
A raíz de unos cambios que se produjeron en el departamento de recursos humanos, me ofrecieron el puesto de directora nacional, pero sentía que todavía no me había llegado la hora de involucrarme a tiempo completo. Ofrecí, sin embargo, reestructurar todo el departamento como consultora externa, para adecuarlo a los retos del enfoque en desarrollo y gestión del talento.
Una vez que terminé el trabajo de reestructuración, en febrero de 2016, acepté el cargo de directora nacional de talento humano. Para mí era un desafío difícil y a la vez emocionante, sobre todo porque contaba con el apoyo de mis colegas en el área y de los mismos gerentes con quienes había trabajado esos años.

EL ENAMORAMIENTO DE LA EMPRESA
Un cambio que se introdujo en la reestructuración fue lo que bautizamos como: “La inducción de enamoramiento”. Este proceso básicamente se trata de la inducción que tiene cada persona cuando ingresa a la empresa, pero con un proceso más llamativo que en cierta forma apela a los sentimientos de pertenencia y a la construcción de identidad. La idea es que digan: “¡Wow, he entrado al mejor lugar para trabajar!” y después ellos den todo de sí para quedarse.
A las personas nuevas les damos un material estándar, que contiene nuestra historia, las unidades de negocio y representaciones que tenemos; nuestra misión, visión, valores y el código de ética. Además de invertir nuestro tiempo en hacer una presentación de este material, recorremos las instalaciones con ellas y les presentamos a los principales ejecutivos de la empresa.
Considero que el tiempo que invertimos en el enamoramiento de un nuevo talento humano que ingresa a la compañía está plenamente justificado. Esa persona después retribuirá con su trabajo comprometido y lealtad hacia los valores de la empresa por muchos años.
DESARROLLO DEL TALENTO HUMANO
Para desarrollar el talento humano es importante priorizar a las personas y tratarlas como talentos que pueden ser desarrollados, inspirados y potenciados. Una de las primeras tareas que hicimos fue la de cambiar el nombre del departamento, de Recursos Humanos a Talento Humano, ya que entendemos que cuando se habla de recursos se refiere más a un número o a una cosa.
En Inti trabajamos con las personas para que sientan pertenencia a la empresa y todo nuestro enfoque está en el desarrollo de sus habilidades profesionales y personales.
En la empresa tenemos planes de desarrollo, capacitación y retención de talento. Impulsamos a la gente para que crezca dentro de la empresa, para esto hemos creado planes de carrera y mediciones de desempeño donde se prueban sus logros y sus actitudes.
En Inti promovemos la equidad de género. Actualmente nuestra plantilla tiene casi igual número de hombres y de mujeres trabajando. Las retribuciones se basan en el puesto de trabajo, sin diferencia por el género de la persona que lo ocupa.
Los líderes son capacitados como líderes coach, que generan en sus equipos de trabajo colaboradores motivados para alcanzar un objetivo común.
NUESTRO CÓDIGO DE ÉTICA
El código de ética no quedó simplemente como un texto entregado al personal, sino que se hicieron talleres, incluso con obras de teatro realizadas por los mismos participantes donde se tocaron algunos temas de orden ético que podían surgir en el día a día. Se desarrollaron talleres en cada agencia a nivel nacional.

PROYECTO CERO TOLERANCIA HACIA LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Uno de los primeros proyectos que asumí fue el programa: “Cero tolerancia hacia la violencia contra la mujer”, que nació unos meses antes que yo tenga el cargo y asuma esta responsabilidad. Con toda la experiencia que tuve en la consejería desde mi juventud, tomé el reto como algo natural.
El proyecto se remonta al año 2014, cuando la Cámara Alemana de Comercio y la GIZ (la agencia de cooperación alemana) hicieron una encuesta a 30 empresas aquí en Bolivia sobre temas de violencia contra la mujer, de la cual Inti también participó. Esta encuesta era el punto de partida del programa “Empresa segura: cero tolerancia hacia la violencia contra la mujer”.
El resultado de la encuesta es que la empresa privada boliviana pierde dos mil millones de dólares al año por causa de la violencia contra la mujer. Estas cifras reflejan los días de bajas médicas, el tiempo que los y las trabajadoras se deben ausentar para los procesos legales; desmotivación, aislamiento, etc.
Cuando individualizamos el estudio para nuestra empresa, vimos que en Inti el 45.1% de las trabajadoras habían sido agredidas alguna vez en su relación de pareja y el 54.1% de los trabajadores varones habían atacado a su pareja alguna vez. Estos resultados impulsaron a nuestro gerente general a tener la iniciativa de hacer un programa integral para toda la empresa, que llegue a los más de mil colaboradores en todo el país.
LA IMPLEMENTACIÓN DEL PROGRAMA
El modelo de gestión integral tuvo tres años de duración, con todas sus actividades planeadas y financiadas.
La primera tarea fue hacer un taller con el 100% del personal a nivel nacional. Esto fue un gran reto porque teníamos que sacar de sus puestos de trabajo, en horas laborales, a los 960 empleados de toda la compañía, desde los gerentes hasta los obreros, en todas las ciudades. Los talleres se daban a grupos de 25 personas; es decir, había que organizar casi 40 capacitaciones en el curso de 6 meses.
Las reuniones eran llevadas a cabo por los expertos que contratamos para ello. Estaban la Dra. Alba Gamarra, quien es una abogada cochabambina con capacitación específica en esta materia, acompañada del Dr. Arístides y sus ayudantes. Cada taller tenía 8 horas de duración ejecutado en sesiones de 4 horas.
En los talleres se expusieron varios temas, entre ellos una explicación de la ley 348 (Ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia), temas psicológicos sobre la agresividad de las parejas y también dinámicas de grupo, recreando situaciones de violencia familiar en pequeñas obras de teatro.
Algo fundamental para que este programa salga adelante fue el compromiso personal en la ejecución del mismo por parte de Christian Schilling, el gerente general. Por ejemplo, sucedió que una persona de almacenes no había asistido a pesar de que estaba en la lista. Christian le llamó en persona a su celular para que asista al próximo taller, diciéndole claramente que no había excepciones. También ocurrió que uno de los gerentes se excusó y se le obligó a ir a otra ciudad (con el consiguiente gasto de su tiempo personal) para asistir al próximo taller.
El resultado fue que el 100% del personal asistió. Así es como que se ha tomado este asunto: con total seriedad.
VALÓRATE: CAMPAÑAS A NIVEL NACIONAL
Dentro del presupuesto general para el proyecto, había una partida para folletos o papelería. Yo me pregunté si valía la pena hacer ese gasto, porque la gente termina botando los papeles a la basura o los deja olvidados en algún rincón. Entonces, un día me pregunté: ¿Qué pasa si hacemos una cajita como si fuera un medicamento, con su posología adentro, y la repartimos con la fuerza de ventas? Utilizaríamos el mismo presupuesto y el mensaje de la campaña llegaría al público tal vez con más efectividad. Fue un día de iluminación.


La forma de distribuir este medicamento simbólico fue la misma en la que se distribuyen los otros medicamentos, a través de los visitadores médicos. Esta es una fuerza de ventas que no se puede desaprovechar, son más de 400 personas a nivel nacional.
Los visitadores, cada cierto tiempo, tienen que estudiar los nuevos productos de Inti de memoria para ofrecerlos al médico. Coordiné con los supervisores para que en sus carpetas de trabajo pongan las cajitas de Valórate, como si fuera un producto nuevo, y ellos la estudien con la misma dedicación.
Las cajitas se distribuyeron a médicos de todas las especialidades, entre ellos a ginecólogos, traumatólogos, pediatras y especialmente doctores que atienden en emergencias. Fue muy bien recibido en todas partes y cada vez recogíamos más pedidos de las cajitas para que ellos puedan darlas a sus pacientes.
Valórate también se distribuyó en ferias como Alasitas, Fexpocruz y Feicobol, de esa manera logramos impulsar la campaña con el público en general.

Una de las actividades divertidas que también hicimos fue en alianza con las Cebras, salimos a las calles con ellas a repartir cajitas de Valórate.

CAMPAÑAS EXTERNAS
Como parte del programa, hemos hecho también varias campañas fuera de Inti y de nuestro ámbito empresarial. Hemos dado charlas gratuitamente en colegios y en universidades, como la Escuela Militar de Ingeniería, la Universidad Mayor de San Andrés, la Universidad Católica con el Dr. Vara, la Universidad Domingo Savio y la Universidad Gabriel René Moreno en Santa Cruz, entre otras.
Hemos hecho una obra de teatro mostrando la problemática del lenguaje cotidiano: “Me pega porque es mi marido y tiene derecho” o lo que le dice la madre: “Hijita, si es tu marido tienes que aguantar” o lo que dicen las amigas: “Dale nomás, si es tu jefe y te está pidiendo, te va a ascender”.
En la obra les decíamos que eso no está bien: “Hay que denunciarlo, no lo permitas, toma valor, empodérate, no porque sea tu jefe tiene derecho a acosarte o porque sea tu marido tiene derecho a pegarte. La forma de parar es que tú decidas, que tú denuncies. Toma valor y hazlo”.
Hemos realizado también dos eventos para empresarios, uno en La Paz en el hotel Europa y otro en Santa Cruz en el hotel Camino Real. En estos eventos explicamos la importancia de hacer campañas de prevención dentro de las empresas. Incluso algunos ejecutivos vinieron acá a nuestras oficinas, por invitación nuestra, para que les demos todo el programa. Nuestro objetivo es inspirarlos y que seamos más empresas en esta lucha.
LO QUE QUEDA EN LA CULTURA CORPORATIVA DE INTI
La actitud que asumieron muchos trabajadores de la empresa contra la violencia hacia la mujer es una muestra de cómo quedó el programa dentro de nuestra cultura. Los mismos trabajadores no aceptan chistes ofensivos y lo que antes era una broma, ahora está mal visto.
Lo que realmente me trae satisfacción es ver una mujer que dice: “¡Se acabó!”. Si esa mujer dice basta y sus hijos dejan de ver violencia, reducimos el riesgo de que el ciclo de violencia se repita con la siguiente generación.
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Nota del editor: La siguiente historia corresponde a la señora Zoraida Vargas, secretaria de gerencia, con 42 años de servicio en la compañía. Por favor siga este enlace.
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“Historias de vida”, escritas por Marcos Grisi, están disponibles en Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest y LinkedIn.
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