Entré a trabajar a La Papelera en 1986, cuando tenía veintinueve años. Yo jugaba fútbol, los campeonatos en los que representábamos a la empresa eran casi nuestro segundo trabajo. La casaca la he vestido como si fuera mi propia piel.
Los sábados teníamos nuestro campeonato interno, en el que participábamos nueve secciones de la empresa: Litografía, Manufacturas, Maestranza, Mecánica, Hostal, Corrugado A, Corrugado B, Transversal y Almacenes. Jugábamos estos partidos con mucha hinchada.
Los domingos en la mañana participábamos en la división Honores de la Liga Interfabril Departamental. Nuestros rivales eran la Cervecería, Embol, Derby, Ibusa, Plasmar, Acribol y Fambiplan, entre otros. El clásico era La Papelera contra Cervecería. Siempre resaltábamos en ese campeonato. La Cervecería hasta nos llevaba a su estadio, el Mariscal Braun en Miraflores, pero ahí también les hemos ganado.
Resultamos campeones por muchos años, teníamos buenos jugadores, había gente que destacar. Cuando mencionaban el nombre de La Papelera en la cancha, las otras empresas, nuestros rivales, tenían temor de jugar contra nosotros. Las graderías se llenaban porque brindábamos un buen espectáculo.
Los trofeos y todo lo que hemos ganado se exponía en la sede del sindicato. Cuando salíamos campeones, la Federación de Fabriles de La Paz nos daba un premio que consistía en viajar a Cochabamba y jugar contra el campeón de esa ciudad. Muchos de nuestros jugadores han sido escogidos para integrar la Selección Departamental de La Paz, que participaba en los juegos nacionales.
Cuando el equipo de Corrugado A cumplió bodas de oro, organizamos un acto en la cancha fabril, y ahí mismo jugamos contra un equipo que tenía como invitados a exjugadores profesionales de fútbol. Nos ganaron 7-1, pero el resultado era lo de menos, lo importante fue que nos hemos medido de igual a igual con un equipazo. Ha sido el orgullo más grande, hubo muchas fotos del evento.
En La Papelera, más que compañeros de trabajo o de equipo, todos éramos como una gran familia.
AGRADECIMIENTO
Se me hace un nudo en la garganta recordar todo lo que ha significado La Papelera en mi vida. Gracias a esta fuente laboral nuestros hijos han salido bachilleres y ahora son profesionales. Mi esposa también ha aportado indirectamente, porque me impulsó y apoyó cuando necesitaba. La empresa nos enseñó a valorar lo que teníamos.
Estamos agradecidos con el Tata. Aunque no lo conocí, sé que ha sido un emprendedor que ha venido a construir una planta para dar trabajo a bolivianos. También agradecemos a sus hijos, quienes han continuado con la empresa y la siguen cuidando por tantos años. Ellos han mantenido ese deseo de su padre de dar trabajo estable a familias bolivianas.
Solamente decir: ¡GRACIAS!
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La siguiente historia corresponde al señor Pedro Quispe, jefe de Máquina, con 29 años de antigüedad. Por favor siga este enlace.
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“Historias de vida”, escritas por Marcos Grisi, están disponibles en Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest y LinkedIn.
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