Pedro Quispe: jefe de máquina en La Papelera

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Trabajo en la sección de Cartón Corrugado en la planta de El Alto. Ingresé a trabajar el 16 de octubre de 1990, el mismo año en que me casé. Gracias al sueldo que gano, mi esposa vive tranquila.

Vengo de una familia de pocos recursos, y valoro que tengamos un techo donde cubrirnos y que no nos falte de comer. Ayer justamente encontramos las papeletas de pago del año 1991, y recordamos cuando recibíamos los primeros sueldos. Dividíamos la plata por partes: esto para el mercado, esto para ropita, esto para los hijos. Nos hacíamos alcanzar.

Al principio, cuando empezamos nuestro matrimonio, nos prestábamos plata de algunas personas o de los vecinos, les decíamos que les íbamos a pagar en tal fecha. Como la empresa nunca nos ha fallado en el tema salarial, siempre hemos podido cumplir. Mi esposa dice: “Gracias a La Papelera ningún vecino, o alguien que nos haya prestado, ha venido a golpear la puerta reclamándonos que le paguemos”.

Antes de entrar, un tío me dio un consejo que nunca he olvidado. Me dijo: “El día que ingreses a la Papelera, entrá aunque sea limpiando los pisos. Cuando estés barriendo, no te debe importar si la gente te ve, si los jefes están cerca, o si estas solo, debes seguir trabajando igual. Si algo te escuece, te rascas con una mano, pero con la otra sigues”.

Una vez me llegó una invitación para trabajar en la Cervecería, extendida por el propio don Max Fernández. Mi padrino de matrimonio lo conocía. Podía haber sido un mejor puesto, con sueldo más alto, pero la verdad no quería. Preferí quedarme en La Papelera. Aquí hay mucho compañerismo. Los antiguos nos decían: “Esta es la familia Papelera”. Así andamos, como familia, como hermanitos.

Yo creo que valoras lo que tienes cuando lo logras por mérito propio. Si te viene de regalo, no lo sabes valorar.  Uno tiene que ganarse el puesto, así hay que decirles a los hijos.

Mi hijo menor una vez me dijo: “Papi, cuando salga profesional quiero trabajar en tu puesto, quiero ser papelero”. “Ya hijo, le respondí, pero vas a tener que esperar: o bien me botan, me jubilo o me retiro, una de tres”.

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La siguiente historia corresponde al señor Ramiro Chinchilla, chofer, con 32 años de antigüedad. Por favor siga este enlace.

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“Historias de vida”, escritas por Marcos Grisi, están disponibles en Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest y LinkedIn.  

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Escrito por

Cada historia que escucho es como si fuera mi propia historia. Y en cierta forma, es la tuya también. Al leerlas, espero que lo sientas así.

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