Walter Villarroel, jefe de planta en La Papelera (jubilado)

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Entré a La Papelera el 5 de noviembre de 1965 cuando tenía veintiún años, acababa de salir del cuartel. Presenté una carta al Tata von Bergen solicitándole trabajo. Ese papel lo tengo conmigo, me lo dieron como recuerdo el día en que me jubilé.

Walter Villarroel

Walter Villarroel

Uyuni, 11 de enero de 1962

Al señor gerente de La Papelera S.A., La Paz.

La presente es portadora de mi más cordial saludo, y al mismo tiempo, portadora de la siguiente solicitud.

En primer lugar quiero hacerle conocer mi deseo de trabajar, ya que debido a la crisis económica que atravieso en el seno de mi familia, debido a la ausencia de mi Sr. padre, que se encuentra radicando en la Rep. de Brasil, y velando el bienestar de mi madre como de mis hermanos menores, es que me permito solicitar un empleo en cualquier taller de esa empresa.

También me cabe hacerle conocer que tengo conocimientos de secretariado, agregando a ello, que tengo un marcado interés en trabajar, que a veces resulta más eficaz que los conocimientos teóricos.

En la actualidad, cuento con 18 años de edad, y como usted comprenderá, tengo interés en proseguir estudios para poder adquirir una profesión, y servir dignamente a mi patria y a mi familia.

Esperando que la presente tenga una buena acogida, hágole notar que estaré pendiente de sus noticias, que le insinúo lo haga por intermedio del Sr. Severo Cortez, empleado suyo.

Con este motivo, aprovecho la oportunidad de suscribirme como su más

Atto. y S.S.

Walter Villarroel C.

CUANDO ENTRÉ A TRABAJAR

Mi primer trabajo fue como obrero en el departamento de Litografía, enzunchaba etiquetas de cerveza. Mi puesto quedaba entre dos cholitas: a mi izquierda estaba la Rosa Cachi, que era Miss Lito (elegida como la más linda de la planta), y a mi derecha, la Aleja Cachi, su prima. Las dos estaban peleadas y no podían ni verse.  Y yo, al medio.

EL TATA Y LA ENTRADA A LA FÁBRICA

Cuando empecé a trabajar en La Papelera, vivía por la Plaza Villarroel, en Miraflores. Para llegar a la planta en Pura Pura tenía que tomar la góndola de la empresa, pero a veces me atrasaba y la perdía. Entonces me iba corriendo hasta la Av. Montes esquina Pisagua para alcanzar otra movilidad.

Una vez, mientras esperaba en la Av. Montes, vi a lo lejos el Mercedes Benz del Tata. Justo iba a pasar por donde yo estaba. Pensé: “Ucha, si soy un obrerito, no me va a recoger”. Pasó de largo. De repente, escuché una frenada del auto, me di la vuelta y el Tata, allá, a unos cuatro o cinco metros, me hacía señales para que me acerque.

“Señor Von Bergen, buenos días”, le dije. “Suba”, me ordenó. Abrí la puerta de atrás y subí. Recorrimos unas cuadras cuando me dijo: “¿Cree que soy el chofer? ¿Por qué se subió atrás?”  “No, señor, va a disculpar, perdón”, y me pasé al asiento de adelante. Cuando llegamos a la fábrica, yo me estaba bajando rápido del auto para marcar tarjeta. Entonces me dijo: “Qué pasa, por qué tan apurado, yo también soy obrero y tengo que hacer fila para registrar mi ingreso”. Así que parqueamos, y los dos hicimos la fila: yo adelante, el Tata atrás.

Pasaron unos dos meses, otra vez me atrasé y perdí la góndola. Llegué a la Montes, y, como antes, pasó el Tata, frenó y me hizo señales para que suba. Yo me fui directo al asiento de adelante. “Qué confianzas tenemos, por qué te sientas a mi lado”, me dijo. Seis meses más tarde de nuevo me sucedió lo mismo, solo que esta vez me escondí, y ya no quise que me lleve.

A CARGO DE LA PLANTA

Por el mes de julio de 1976 falleció don Theodoro Hertzenberg, el jefe de la sección de Litografía. El Tata nos llamó a don Oldrich Halas y a mí, para informarnos que había publicado un aviso en la revista Graphic de Alemania buscando un litógrafo para que venga a Bolivia.

Historias de vida - Walter Villarroel
Esta foto fue tomada en la “Peña Naira” en 1969. De derecha a izquierda: Theodoro Hertzenberg, yo, Adán Halas (hijo de Oldrich Halas) y dos clientes de ese local.

El proceso de contratación de un nuevo jefe podía tardar cinco o seis meses, hasta conseguir la persona que reúna los requisitos que necesitaba. Además, como él viajaba cada año en enero para firmar los contratos de provisión de papeles y de materiales, recién entrevistaría a los interesados en ese mes.

Entonces, ordenó a don Oldrich que se haga cargo de la parte técnica de la planta, y a mí que me ocupe del área administrativa. Así lo hicimos por los siguientes meses. Recuerdo que teníamos hora de entrada a las 7:30 de la mañana, pero no horario de salida. Muchas veces hemos salido a las 10 de la noche o más tarde, para cumplir con el trabajo.

El día del pago del aguinaldo, en diciembre, recogí mi papeleta que tenía la prima y la gratificación incluida. Me dieron un cheque, porque el dinero era mucho. Fui con una bolsa negra a recoger la plata al Banco Mercantil.

Hemos llevado adelante la sección hasta julio de 1977, cuando llegó Siegfried Stoll a hacerse cargo.

Con el tiempo, llegué a ser el jefe de planta de Litografía, y me jubilé en ese puesto. Fui el primer jefe boliviano en esta sección. Me antecedieron en ese cargo solo alemanes: Theodor Hertzenberg, Holdrich Halas, y Siegfried Stoll. Trabajé a cargo de la planta de Litografía desde 1976 a 1996. Estuve en total 35 años en la empresa.

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Trabajando en mi oficina, como jefe de planta.
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Mi equipo de trabajo.

LOS NIÑOS VON BERGEN

Cuando trabajaba en la sección Montajes-Fotomecánica, a veces venía el Tata con sus hijos, don Emilio y don Conrad, que eran niños todavía. Él me decía: “Oye, Villarroel, hazles trabajar”. Y así lo hice. Les di para que agarren las películas y barran la basura del material que se había cortado. Entonces, yo los he conocido de pequeñitos, es doble satisfacción.

VELORIO DEL TATA

Recuerdo muy bien el día en que murió el Tata. No recuerdo bien la fecha. A las 7:30 de la mañana oímos repicar reiteradamente la campanita que había en la portería, donde se marcaba la tarjeta de entrada, en la fábrica de Pura Pura. Nosotros ya sabíamos que el Tata estaba mal de salud, así que estábamos listos para recibir malas noticias.

Todos salimos a la puerta y vimos el ataúd del Tata llegando a la fábrica. Colocamos el féretro en un espacio del patio entre la oficina de despachos y la sección plásticos. Los trabajadores lo rodearon, las señoras, las cholitas, estaban en un mar de lágrimas. No hubo misa, pero sí hemos rezado. Hemos venerado al Tata.

Después, todos hemos salido con el ataúd en hombros fuera de la fábrica. Nadie ha permitido que lo pongan directo al carro fúnebre. Hemos bajado toda la avenida Vásquez hasta el puente cargando el ataúd en hombros, cambiándonos cada media cuadra para que todos tengan oportunidad de llevarlo.

Finalmente, subimos el ataúd al carro y nos fuimos todos en las tres o cuatro camionetas de la fábrica hasta el Cementerio Alemán, en Villa Copacabana. Ahí enterramos al Tata von Bergen. Nos pusimos en fila y nos despedimos, uno por uno. Hemos estado hasta la tarde.

PARA TERMINAR

Como últimas palabras, tengo algo que decir a mis compañeros. Si la empresa confía en ustedes, ¿cómo van a retribuir? ¡Trabajando bien! Esa es la manera de pagar: con fidelidad, capacidad, devoción al trabajo, buena voluntad y puntualidad.

GALERÍA DE FOTOS

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Los campeonatos de fútbol eran todo un acontecimiento. Aquí estoy desfilando con los de mi sección de Litografía, nuestro uniforme era verde.

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La entrega de premios en los campeonatos internos de la compañía.

Las siguientes fotos corresponden a la ceremonia por mi jubilación de la empresa:

Historias de vida - Walter Villarroel

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Foto 09

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De izquierda a derecha: Conrad von Bergen, Jorge von Bergen, yo y Emilio von Bergen.

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Nota del editor: Don Walter cuenta actualmente setenta y cinco años de edad. Tiene una tienda de abarrotes en Miraflores, la cual atiende desde exactamente las 7 h de la mañana hasta las 7 h de la noche. Lleva el registro de movimientos en un cuaderno, perfectamente escrito a mano con bolígrafos de diferentes colores, sin errores. Sigue con la misma pulcritud y esmero por los detalles que tuvo mientras trabajaba en La Papelera.

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La siguiente historia corresponde al señor Andrés Delgadillo, operador de maquinaria, con 35 años de antigüedad, actualmente jubilado. Por favor siga este enlace.

Si desea ver todos los relatos de La Papelera, por favor siga este enlace.

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“Historias de vida”, escritas por Marcos Grisi, están disponibles en Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest y LinkedIn.  

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Escrito por

Cada historia que escucho es como si fuera mi propia historia. Y en cierta forma, es la tuya también. Al leerlas, espero que lo sientas así.

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