Patricia Manjón: jefe de Tecnología en La Papelera

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La Papelera fue mi primer trabajo. En el año 1992, el Sr. Carlos Mérida, jefe de Recursos Humanos, me invitó a conocer la empresa. Me presentó al gerente general, don Jorge von Bergen, quien me preguntó: “¿Quieres trabajar aquí?”

Ante la pregunta, pensé que sería muy gratificante trabajar en una industria grande. “Sí, claro”, dije, pensando en el futuro. Entonces fuimos caminando hacia la gerencia de Costos y Sistemas Industriales. Abrió la puerta, y le dijo al ingeniero Salazar: “Hernando, a partir de hoy ella trabaja contigo”. No lo esperaba, porque solo había ido a visitar la empresa, no a quedarme.

Mi primer puesto fue como asistente en ese departamento, ya que tenía conocimiento del manejo de sistemas. Nos quedábamos a almorzar en la planta, y muchas veces era la única chica en una mesa de hombres, escuchando chistes de hombres que no entendía.

Estuve siete años en la empresa, hasta que vino la división del grupo, el año 1999. Como no me tocó estar en La Papelera, preferí renunciar. Sentí orgullo al recibir mi certificado de trabajo firmado por don Conrad y don Emilio.

Cinco años después me encontré con el ingeniero Juan Carlos Arnez, que era gerente general de la planta de Corrugado, quien me preguntó: “Y, cómo es, ¿te animas a volver a La Papelera?” Obviamente que sí quería, mi corazón es Papelera, así que volví.

Estoy en la planta de Corrugado hace ya 15 años, en el área de Tecnología de Informática y Comunicación. El 2013, cuando don Conrad asumió la gerencia general, me nombró líder de Proyecto de RTS, el software que utilizamos en la planta. Puso la confianza en mí y realmente se lo agradezco, la verdad es que no me lo esperaba.

Con el tiempo logramos implementar el software. Me costó entrar a la planta, porque en Corrugado no trabajan mujeres. Oía que entre los obreros decían: “¿Y qué hace la secre por aquí?”. Comenzar a hablar con ellos fue complicado al principio. A veces me preguntaba: “Dios mío, ¿qué estoy haciendo yo acá?”.

Una vez fui a la oficina de don Conrad para decirle que ya no podía, que no quería seguir. Pero me dio ánimos, y arregló las cosas para que siga con la implementación. Así, poco a poco, con mucha comunicación y respeto, los obreros me han ido enseñando bastante, explicando los procesos inherentes a las máquinas que debo aprender.

La familia von Bergen te enseña con el ejemplo. Te enseñan desde el momento en que los ves y los saludas. No se ve en otro lugar a un dueño que entre y te dé la mano, que se preocupe por ti, al que puedas contarle muchas cosas que quizás no las comentas con otras personas.

Las puertas de la oficina de don Conrad siempre han estado abiertas. No es uno de esos jefes que está en una esquina, en un sillón, como lejano. Por el contrario, está ahí presente, apoyándote y dándote confianza para seguir adelante.

Cuando te prestan dinero lo pagas en dinero. Pero cuando te dan confianza y te dan apoyo, con lo único que puedes pagar es con compromiso y solidaridad. Esta es realmente una empresa maravillosa para trabajar y para seguir. Espero que me pueda jubilar aquí, igual que mis amigas.

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La siguiente historia corresponde al señor Conrad von Bergen, gerente general, con 28 años de antigüedad. Por favor siga este enlace.

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“Historias de vida”, escritas por Marcos Grisi, están disponibles en Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest y LinkedIn.  

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Escrito por

Cada historia que escucho es como si fuera mi propia historia. Y en cierta forma, es la tuya también. Al leerlas, espero que lo sientas así.

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