Ramiro Chinchilla: chofer en La Papelera

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Mi ingreso a la empresa fue a través del deporte. El equipo de fútbol era muy fuerte en los campeonatos, y podían necesitar nuevos jugadores. Yo jugaba como arquero y tenía posibilidades de entrar, pero dependía del sindicato.

En esa época tenía veinte años. Entré a trabajar como empleado eventual, y al mes y medio tuve una oportunidad de entrar a planilla. Se estaba terminando el campeonato interno de la empresa, y había la final entre las secciones de Corrugado y Hostal. Me dijeron que, si ganábamos y salíamos campeones, me podían poner como empleado de planta.

Yo era soltero y vivía con mi mamá. Era tanta mi emoción de jugar, que le pedí a ella que venga a ver el partido. Jugamos, fue una final muy peleada en la que perdimos 1-0. El gol que me hicieron fue una falla de la defensa, casi un autogol. Como habíamos perdido, ya no podía entrar a la empresa.

Vi a mi mamá en la tribuna, fui donde ella y la abracé fuerte. Me puse a llorar. “Mami, no he podido, no vamos a poder asegurarnos, hemos perdido” le dije. “No, hijo, tú has hecho bastante, no te preocupes. Diosito sabe por qué hace las cosas”, me respondió. Yo insistí: “Mamita, prometo llegar a la selección Papelera”.

Mientras estaba en ello vino un compañero que tenía de sobrenombre Caballo, que me dijo: “Flaquito, no te preocupes, La Papelera es bien linda, vas a ver, vas a entrar, no llores”. “Ya hermano, gracias”, le respondí. Miré a mi mamá y le dije: “Vámonos, mami”.

Después de ese partido pasaron dos años hasta que me llegó otra convocatoria. El secretario de Deportes del sindicato de La Papera me buscaba. Me mostraron el oficio, donde decía “Ramiro Chinchilla”. No indicaba si me llamaban como titular, solo que estaba convocado. Yo tenía muchas ganas de volver a jugar, que me prueben otra vez.

Salí rápido de mi trabajo y me fui a casa a ver a mi mamá. Le dije: “¡Mami, estoy convocado, mira, promesa, ahí está!” Y añadí: “Solamente quiero pedirte un favor, tengo que comprarme guantes, con ellos yo hago todo. Acompáñame, mamita, a comprarlos”. Ella me abrazó y me dijo: “Sí, hijito, ya ves, sabe Diosito por qué hace las cosas”.

Pero, a la semana siguiente, cuando tenía que presentarme a la convocatoria, no me había comprado nada todavía. Fui a la reunión, y oí la voz del secretario de Deportes: “¡Chinchilla! ¡Quién es Chinchilla!” No me conocían. “Sí, soy yo”. “Aquí tienes” me dijo, ¡y me dio uniforme completo! Cachos, medias, corto, polera, deportivo y, lo que más quería, guantes. Yo me dije “qué linda empresa, la mejor empresa”, porque en otros lugares no te dan así.

Primero me probaron como suplente, para evaluar si daba resultado. El arquero titular se llamaba Omar, y lo reemplazaba cuando él no podía venir. Pasé el examen. Desde entonces me han dado el uniforme. Yo amo el deporte, a mis hijos siempre les digo que el deporte es lo mejor.

Para esta reunión he traído puesto mi uniforme de arquero. Este es uno de mis tesoros. Aquí está el símbolo de La Papelera. El logo cambió tal vez, pero la calidad sigue. Lo amo porque aquí dice Papelera Calidad. Tengo la polera también.

Historias de vida - Ramiro Chinchilla

FOTO A LAS MÁQUINAS CORRUGADORAS

Cuando entré a trabajar, le conté a mi mamá que en la fábrica había unas máquinas gigantes a las que metían unas bobinas de papel, y que había mucho ruido. No sabía cómo explicarle, era todo tan grande que medía casi una media cuadra. “Hijo, cómo será, ¿no? Alguna vez voy a conocer tu trabajo”.

La oportunidad de mostrarle me llegó en los feriados de carnaval. Estaba con mi enamorada recorriendo la fábrica, e hice que posara justo delante de las máquinas, para sacarle una foto. El supervisor me llamó la atención porque no se podía tomar fotos dentro de la planta. Le dije que solo le estaba tomando a ella. Me pidió que, después de que las revele, se las muestre. A los días se las llevé, y no me dijo nada de las máquinas ni de las bobinas que se veían al fondo, pero sí me felicitó porque ella era bonita.

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La siguiente historia corresponde al señor Miguel Mayta, obrero de planta, con 10 años de antigüedad. Por favor siga este enlace.

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“Historias de vida”, escritas por Marcos Grisi, están disponibles en Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest y LinkedIn.  

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Escrito por

Cada historia que escucho es como si fuera mi propia historia. Y en cierta forma, es la tuya también. Al leerlas, espero que lo sientas así.

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