Raffaele Grisi: desde Trecchina, las semillas de una nueva familia

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Raffaele tomó la decisión de salir de Italia en 1924, siguiendo los pasos de su padre Angelo, quien emigró a Brasil en 1885, y de Giuseppe Grisi, posiblemente su abuelo, quien llegó a México en 1860. Cada uno de ellos dejó su semilla en el nuevo continente.   

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Esta historia se basa en recopilaciones de información de varias fuentes, principalmente de lo relatado por Rafael (Rafo) y Roberto (Roby) Grisi Salmón, y de Anita Reyes Ortiz de Grisi. La parte de la familia Orrico se basa en lo contado por Giuseppina de Orrico y por su hija Patricia. Los datos sobre los Grisi en México fueron proporcionados por Gerardo Grisi, y sobre los Grisi en Brasil por diferentes descendientes de Doménico Grisi.
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LAS OLAS DE EMIGRACIÓN ITALIANA A SUDAMÉRICA

La época cuando Raffaele emigró, en la década de 1920, fue el final de un período de cincuenta años de emigración continua de italianos a las Américas. El inicio de esta ola inmigratoria, por el año 1870, coincidió con dos eventos mayores: la guerra civil en Italia, debido al proceso de unificación de los diferentes reinos de la península, y la abolición de la esclavitud en Brasil, con la consecuente demanda de mano de obra barata para las haciendas. 

El pequeño pueblo de Trecchina (provincia de Potenza, región de Basilicata, al sur de Nápoles), de donde viene Raffaele, curiosamente fue punto de partida de una emigración masiva a otro pueblo en el Brasil: Jequié, en el estado de Bahía, a 200 km al oeste de Salvador. Llama la atención que los trecchinèsi hayan escogido este lugar del nordeste brasilero, cuando la mayoría de los inmigrantes italianos llegaban a estados más al sur, como São Paulo, Paraná o Rio Grande do Sul. 

Mapa de Trecchina con todo Italia

Trecchina, a 195 kilómetros al sur de Nápoles.

Ubicación de Jequié

Jequié, a 200 kilómetros al oeste de Salvador, Bahia.

Las familias que llegaron a Jequié desde Trecchina fueron las siguientes: Aprile, Arleo, Arturo, Bertani, Biondi, Caricchio, Colavolpe, Colombini, Ferraro, Giudice, Grillo, Grisi, Labanca, Leto, Limongi, Lomanto, Magnavita, Marotta, Michelli, Niella, Orrico, Paladino, Pelegrini, Pignataro, Quaglia, Rotondano, Sarno, Scaladaferri, Schettini, Tolomei, Torregrossa y Vita (fuente www.casaconfianca.org).  

LOS GRISI EN LAS AMÉRICAS

Raffaele no fue el primer Grisi en emigrar de Italia hacia las Américas. Sesenta años antes que él, en 1860, Giuseppe Grisi, de profesión farmacéutico y también del mismo pueblo de Trecchina, se casó con Josefa Pietrasanta y se estableció en ciudad de México. Josefa era hija de Pietro Pietrasanta, un oficial italiano de la marina francesa que decidió quedarse a vivir en México, después de una contienda naval que enfrentó a la República de México con el Reino de Francia, en la llamada “Guerra de los Pasteles”.

Actualmente existe una gran familia Grisi en México con el apellido todavía vigente, gracias a la descendencia masculina. Sus integrantes están concentrados en el Distrito Federal. El dominio de Internet www.grisi.com les pertenece, debido al holding empresarial que tienen, el Grupo Grisi.  

La relación entre Giuseppe y Raffaele no está clara, pero debe ser cercana ya que ambos provienen del mismo pequeño pueblo de Trecchina. Es posible que Giuseppe (nacido en 1830) sea el abuelo o tío abuelo de Raffaele (nacido en 1898). La conexión entre los dos puede ser el padre de Raffaele, llamado Angelo (nacido en 1871), o tal vez Michele (pronunciado Mikele), un otro Grisi que vivió cerca de Jequié, en el estado de Bahía, por la misma época de Angelo. No sabemos si hay alguna relación entre Angelo y Michele, pueden ser hermanos o primos, pero sí es seguro que la mayoría de los Grisi que viven en Brasil tienen su origen en el estado de Bahía. 

MATRIMONIO DE ANGELO CON MARÍA NIELLA

Angelo Grisi llegó a Brasil en 1885 con su amigo Carmine Marotta, quien tenía para entonces solo catorce años. Los dos fueron contratados como empleados en un negocio muy conocido en la zona, la Casa Confiança, un establecimiento de venta de insumos agrícolas muy bien ubicado en Jequié. Este local había sido fundado originalmente por otros dos trecchinèsi: Giuseppe Rotondano y Giuseppe Niella, quienes llegaron a Brasil en 1866 y 1869, respectivamente. 

Llama la atención que la madre de Raffaele, María Niella, tuviera el mismo apellido que uno de los socios de Casa Confiança, Giuseppe Niella. De ahí es que surge la teoría de que Giuseppe y María Niella estarían relacionados entre sí, ya sea como padre e hija o como tío y sobrina. No se sabe el año de nacimiento de María.

María tuvo a su primera hija, Agnese, en 1896 y a su segundo hijo, Raffaele, en 1898, ambos de diferentes padres. Por muchos años a Agnese se la conoció en el pueblo como Agnese Niella, por lo que es posible que María no se haya casado con el padre de su hija. Sin embargo, cuando Raffaele nació, este sí fue reconocido como hijo de Angelo, como se demuestra en el certificado de nacimiento a continuación. Se desconoce el año de matrimonio entre Angelo y María.

Certificado de nacimiento Raffaele

Es de notar que Raffaele nació en Trecchina, no en Brasil, lo cual indica que muy posiblemente Angelo y María se conocieron en Italia. Raffaele nunca comentó a sus hijos haber ido alguna vez a Brasil.

Angelo volvió a Jequié, donde tenía que atender el negocio de Casa Confiança, del cual se hizo socio en 1889 con su amigo, Carmine Marotta. Los fundadores del establecimiento, Giuseppe Niella y Giuseppe Rotondano, habían retornado a Italia por el año 1895, dejando el negocio a Carmine Marotta, Angelo Grisi y un señor Pignataro, como se demuestra en el cartel del negocio de principios de siglo: 

Casa confianca nuevo
Fuente: http://www.casaconfianca.org

 

UN PROBLEMA DE HERENCIA 

Angelo contrajo malaria y falleció alrededor de 1910, a sus sesenta años. Este hecho generó un problema a los socios en Casa Confiança, ya que los herederos deberían tomar posesión de los bienes. En vista de que la esposa de Angelo, María Niella, vivía en Italia, fue necesario traerla hasta Jequié para que firme los papeles necesarios y que la sociedad siga funcionando.

Según los comentarios que llegaron a los nietos de Raffaele, en esa época María se involucró sentimentalmente con un hombre que influyó para que ella pierda todo el dinero y bienes heredados de su marido. Entre Agnese y Raffaele se generaron fuertes discusiones, ya que Agnese defendía al novio de su madre mientras que Raffaele, no. Por otro lado, este hombre (cuyo nombre desconocemos) ya tenía hijos de un previo matrimonio, uno de ellos falleció como soldado en la Primera Guerra Mundial.

Debido a la pelea sobre su madre, Raffaele y Agnese dejaron de dirigirse la palabra por décadas.

PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Raffaele ingresó como soldado del ejército italiano a sus dieciséis años, en 1914. Estuvo en el frente hasta 1916, específicamente en los Alpes, enfrentando a los austríacos en una división de artillería. Las condiciones eran muy malas, no tenían suficientes municiones, además de poca comida y poca agua. 

De lo poco que contó Raffaele a sus hijos acerca de sus experiencias de la guerra, se deduce que el verdadero conflicto no era contra el enemigo austríaco, sino contra el hambre y la sed. Tuvieron que comerse las mulas y después hacer hervir su cuero, los cinturones y las botas para comer. Se vieron obligados a reciclar la orina, porque no había agua, para subsistir. 

Raffaele no hablaba casi nada de la guerra, solo se notaba que cuando la recordaba se sumía en un silencio muy triste. Siguió el patrón de comportamiento de los excombatientes, que están entrenados para reprimir sus emociones y no contar nada sobre sus experiencias. 

MATRIMONIO CON ROSA ORRICO

En 1920, a sus veintidós años, Raffaele se casó en Trecchina con Rosa Orrico Pesce. En ese matrimonio estuvieron presentes Biagio y Fortunata Orrico, los padres de Rosa, y María Niela, la madre del novio. Para entonces Raffaele ha debido estar cursando el segundo año de la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de Nápoles.  

El primer hijo de Raffaele y Rosa nació el 30 de septiembre de 1922. Lo llamaron Ángelo, como su abuelo paterno. Dos años después, el 24 de junio de 1924, nació el segundo hijo al que llamaron Biagio, como su abuelo materno.

1922 – 1924, AÑOS CONVULSOS EN ITALIA

Esos años fueron de mucha convulsión social en Italia. El país estaba pasando por una profunda crisis económica, la cual fue aprovechada por el movimiento revolucionario fascista, que tomaba cada vez más impulso. En 1922 Mussolini, amasó en Nápoles una fuerza de 40 000 hombres, los llamados «camisas negras», quienes usaban la violencia para reprimir a sus opositores políticos. Con esta fuerza casi militar, realizaron la llamada Marcha a Roma y forzaron al rey Víctor Manuel III a designarle como jefe de gobierno. Así, desde el octubre de ese año, Mussolini se convirtió en el presidente del Consejo de Ministros, a pesar de casi no tener presencia como partido en el parlamento.  

En abril de 1924 se llevaron a cabo elecciones parlamentarias, en las cuales los fascistas y sus aliados obtuvieron el 65% de los votos válidos. La consulta se llevó a cabo en un clima de violencia e intimidación contra los candidatos opositores, al igual que denuncias de fraude.

El diputado Giacomo Matteotti, del partido socialista, denunció ante la cámara parlamentaria las irregularidades que se vieron en los comicios. Unos días después, el 10 de junio, Matteotti fue secuestrado y desaparecido. Dos meses después, el 16 de agosto, su cuerpo fue encontrado con visibles marcas de tortura. Todos los indicios apuntaban a que se trataba de un acto ejecutado por los camisas negras de Mussolini. 

LA DECISIÓN DE EMIGRAR A BOLIVIA

Ese era el ambiente político que vivió Raffaele mientras residía en Nápoles. Para entonces, había conseguido un puesto como profesor de Literatura en la Universidad de Nápoles. Posiblemente el descubrimiento del cuerpo de Matteotti fue la gota que rebalsó el vaso. Ahí él se dio cuenta de que la espiral de violencia y represión política de los fascistas no iba a parar.

Consideró varias alternativas de lugares para emigrar. La más cercana y natural era Jequié, en Brasil, donde había emigrado su padre y muchos amigos o conocidos del pueblo. Otra opción era Argentina, un país que recibió a cientos de miles de italianos inmigrantes en las últimas décadas. Por último, estaba México, donde también había parientes Grisi, solo que había que encontrarlos. Giuseppe Grisi, que sería su abuelo o tío abuelo, había emigrado allá hacía más de sesenta años. El problema con todos esos países era que, o no conocía a nadie, o había que buscar el favor de parientes que tal vez nunca habían escuchado de él.  

La oportunidad se presentó cuando llegó a Trecchina, proveniente de Bolivia, Giuseppe Orrico, un tío de su esposa. Él había viajado a ese país a finales del siglo XIX junto con su hermano, Biaggio Orrico, como orfebres y vendedores de ornamentos de plata para iglesias. Establecieron negocios en La Paz y Cochabamba y les fue muy bien. Poco antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, Biagio y su familia (con Rosa como adolescente) decidieron volver a Italia, mientras que Giuseppe se quedó. Posteriormente él contrajo matrimonio con una señora boliviana, Lola Valda. Ahora estaba de visita en Trecchina pero debía volver Bolivia, donde tenía el negocio de un balneario en la localidad de Yotala, cerca de Sucre.

Considerando las opciones que tenía y el poco dinero del que disponía, el viaje a Bolivia era la mejor alternativa de los Grisi Orrico para comenzar una nueva vida. Por lo menos allí tendrían un lugar a donde llegar y alguien que les apoye localmente. Raffaele ha debido tener la pena de alejarse de su madre, María, quien para entonces tenía unos cincuenta años y vivía junto a su hija, Agnese, de veintiocho. Las dos mujeres no contaban con mucho dinero, así que él vio la oportunidad de apoyarles, enviándoles dinero cuando lo consiguiera.  

Por esa época, la emigración italiana al exterior se hacía cada vez más difícil debido a las restricciones impuestas por el gobierno fascista. Siete años después, en 1931, el régimen de Mussolini suspendió definitivamente la emisión de nuevos pasaportes de viaje.

Partieron en el mes de octubre de 1924, en un transatlántico que salió del puerto de Nápoles rumbo a Sudamérica. El objetivo era llegar hasta la ciudad de Arica, en Chile, y de ahí tomar el tren a Oruro, en el altiplano boliviano. Posteriormente tomarían transporte público hasta Sucre.

El grupo de viaje se compuso de seis personas: Raffaele, Rosa, los pequeños Angelo y Biaggio, el tío Giuseppe y uno más que se sumó a último momento: Francesco, el hermano menor de Rosa, quien tenía solo catorce años. 

LOS PRIMEROS AÑOS EN BOLIVIA

El balneario del tío José también funcionaba como un casino, a donde llegaban jugadores de cartas y ruleta de diferentes zonas del país, incluso del norte argentino. Entre su principal clientela se encontraba gente que trabajaba en la construcción de la ferrovía Santa Cruz-Argentina. Como una forma de ayudar, acordaron que Raffaele, Rosa y los chicos se alojaran en uno de los ambientes del balneario, a cambio de ayudar con el mantenimiento y limpieza del mismo. 

A Raffaele le disgustaba la actividad de casino del hotel y llegó a tener fuertes discusiones con el tío José. Tan pronto pudo, consiguió un puesto como profesor de Literatura en la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, por el cual ganaba algo de dinero. Por otro lado, Rosa, que tenía dos bebés a su cargo, agradecía tener un lugar donde alojarse y trabajar, cerca de sus hijos. A la vez, Francesco (o Franco, para acortar), que tenía entonces catorce años, ayudaba con los quehaceres del establecimiento.

Además de los ingresos que tenía de la universidad, Raffaele abrió un pequeño negocio de importación, especialmente de casimires ingleses de Manchester y sombreros borsalino de Italia, con los que tuvo un éxito moderado. El nombre del negocio era Grisi y Orrico. Esta tienda se encontraba en una esquina de la plaza, justo al frente de la Catedral. El lugar era ideal, ya que las esquinas las ocupaban los sitios importantes de la ciudad: en una estaba la alcaldía y en la otra, el palacio de gobierno.

El 14 de agosto de 1928 nació el tercer hijo, Mario, y, dos años después, en 1930, nació el último, Aldo. Ambos nacieron en Sucre. A estas alturas, toda la familia italiana había castellanizado sus nombres: Raffaele se convirtió en Rafael, Angelo se convirtió en Ángel y Biagio en Blas. 

La estadía en esa ciudad llegó a su fin cuando empezaron las hostilidades por la guerra del Chaco, en 1932. Sucre, que se encontraba cerca al teatro de operaciones, vio transformada su economía al servicio del esfuerzo militar. Ese año Raffaele y Rosa decidieron viajar a La Paz, ya que como ciudadanos italianos no les correspondía estar en una zona de guerra en un país al que recién habían llegado. Por otro lado, Sucre era una ciudad chica y La Paz, como sede de gobierno, ofrecía más potencial de crecimiento.

INICIO DE VIDA EN LA PAZ

Cuando viajaron a La Paz para establecerse, se trataba de una familia joven: Rafael tenía 34 años; Rosa, 32; Ángel, 12; Blas, 10; Mario, 4 y Aldo, 2. Todos los hijos eran varones, la Providencia no les dio mujeres. La familia alquiló un piso en una casa sobre las gradas de la calle Pichincha, a una cuadra de la Avenida Montes. Esa casa tenía varios departamentos independientes y un patio central, que en otros tiempos era usado como caballeriza. En el mismo inmueble se alojaba José Luis Johnson, uno de los dueños de la Cervecería Boliviana Nacional, quien fue el padrino de bautizo de Blas. 

Los chicos se inscribieron en el colegio San Calixto, un establecimiento para varones que quedaba a dos cuadras de distancia. Raffaele, por su parte, consiguió trabajo en una tienda de telas sobre la calle Comercio, perteneciente a la empresa Manufacturas Forno. Esta compañía había sido fundada por otro italiano, Herminio Forno, y ahora era administrada por sus hijos.

En 1934 la familia tuvo que lamentar el fallecimiento del más pequeño, Aldo, que a los cuatro años contrajo coqueluche, una enfermedad respiratoria que genera una tos imparable que termina causando la muerte. Trataron de curarlo con inhalación de vahos, pero fue en vano. En esa época no existían los antibióticos con los que se trata ahora esta enfermedad. Lo enterraron inicialmente en un nicho normal, pero después Rafael utilizó uno de los del mausoleo Grisi Orrico en el Cementerio General para reubicarlo. 

Rafael no tenía alma de empleado, sino de empresario independiente. Es así que, a poco tiempo de trabajar en la tienda de los Forno, puso su propia tienda de casimires también sobre la calle Comercio, esta vez añadiendo a su stock algunos productos que vendía en Sucre, tales como sombreros borsalino y casimires importados de Manchester. Francisco se asoció con él, tal como lo hicieron en Sucre. La tienda se llamó, nuevamente, Grisi y Orrico.

DIEZ AÑOS CON LA TIENDA DE CASIMIRES

Desde 1934 hasta 1944, aproximadamente, Rafael y Franco fueron unos comerciantes prósperos. Entre sus clientes se encontraba, por ejemplo, el presidente Salamanca, quien se paseaba por las calles sin escolta, vestido rigurosamente de negro. Gracias a la ubicación de la tienda, en plena calle Comercio, y al tipo de productos de calidad que importaban, Rafael y Franco fueron ganando fama entre la gente de la alta sociedad y los burócratas estatales.

En esa época, Blas, que era un muchacho de diez años, ayudaba a su padre en algunas labores del negocio. Por ejemplo, Rafael le daba bolsitas con libras esterlinas para cambiar a bolivianos en el Banco Nacional, en la calle Ingavi. En esa época no se usaban dólares todavía, todo funcionaba en base a libras esterlinas o a libras de oro. 

Por el año 1937, la familia se trasladó a una casa más cómoda sobre la calle 23 de Marzo, subiendo la calle Landaeta, cerca al Instituto Americano, a más de quince cuadras de distancia de la primera casa donde vivían. La nueva casa creó alguna incomodidad, ya que Rafael y los niños tenían que caminar unos veinticinco minutos para llegar al trabajo o al colegio. 

LA FÁBRICA DE MÁRMOL

Gracias a las utilidades que estaba generando la venta de casimires, Rafael podía pensar en hacer otras inversiones. Es así que se involucró en un negocio con el Sr. Alceste Venturini, quien tenía una fábrica de mármol.

Ambos se conocieron en ambientes de la comunidad italiana de La Paz. Venturini, para esa época, ya había constituido una empresa unipersonal llamada Marmífera Boliviana. En 1927 compró unos terrenos frente al cementerio, estableciendo la fábrica en ese lugar. Era un negocio chico, pero con mucho potencial para crecer. Solo se necesitaba más capital.

Firmaron, entonces, una minuta de asociación el año 1937, por la que el Sr. Rafael Grisi pondría hasta 800 000 bolivianos de dinero fresco a la sociedad y el Sr. Venturini, por su lado, aportaría con la maquinaria existente, los inmuebles y la cantera de granito. Ambos socios tendrían una participación del 50% cada uno.  

En los cinco años que siguieron, hasta 1942, hubo una serie de desavenencias entre los dos empresarios que llegaron a sendos juicios del uno contra el otro. En debate estaba la propiedad de los terrenos e inmuebles, la propiedad de una cantera de granito negro camino a Viacha y, lo más importante, una cláusula de no competencia que no había sido cumplida por una de las partes. Entre esos años hubo quince procesos judiciales que les consumieron tiempo y energía. 

Entre estos dos personajes italianos, de sangre caliente, las discusiones eran apasionadas. Hubo una vez en que Rafael estaba en su tienda, detrás de los mostradores, cortando tela para algún cliente, cuando Venturini entró para discutir algún tema. La discusión subió de tono tanto que Rafael, tijeras en mano, salió detrás del mostrador para clavárselas. Venturini salió disparado por la calle Comercio, con Rafael persiguiéndolo.

El año 1942 concluyeron los conflictos, cuando Rafael compró a Venturini la totalidad de las acciones de la Marmífera con todos los terrenos, inmuebles y consignaciones mineras en orden.

La fábrica de mármol resultó ser un negocio sumamente rentable. Más adelante relataremos los beneficios que obtuvo.

ALGUNOS EVENTOS FAMILIARES

En medio de los líos de dinero y de juicios con Venturini, Rafael recibió la noticia en 1940 del fallecimiento de su mamá, María Niella. Fue Agnese, su hermana mayor, quien acompañó a su madre en sus últimos años.

En 1941 Franco se casó con Arminda Aguirre, con quien tuvo dos niños: Amparo y Mario.

Ángel salió bachiller en 1940 y Blas, en 1942. Ambos entraron a la universidad Mayor de San Andrés a estudiar Derecho.

Ha debido cruzar muchas veces la mente de Rafael el que, si no hubiera emigrado a Bolivia, sus dos hijos mayores habrían sido reclutados esos mismos años en el ejército italiano como soldados, bajo las órdenes de Mussolini.

En los papeles que Blas guardó, hay documentación que indica que él y Ángel fueron a la embajada de España, que representaba los intereses de Italia, para presentarse al servicio militar obligatorio como ciudadanos italianos. De esa manera, evitaron cualquier problema futuro con el gobierno italiano que podía interpretar, en caso que no se presentaran, como una deserción del ejército.   

DISCUSIONES POLÍTICAS

Las discusiones políticas sobre simpatías o antipatías hacia los fascistas no cesaron nunca en la familia, especialmente a la hora del almuerzo. Lo mismo ha debido pasar en las familias alemanas sobre el movimiento nacional socialista.

El enfrentamiento ideológico era más patente entre Rafael, un ferviente antifascista de cuarenta años y Franco, quien simpatizaba más con los ideales del nacional socialismo. Durante la Segunda Guerra Mundial, cada vez que las fuerzas alemanas/italianas ganaban terreno en Europa, la discusión se hacía más álgida sobre la superioridad ideológica del fascismo sobre la democracia occidental. Incluso había un mapa con alfileres que indicaba el avance de las tropas alemanas. 

Un día, a la hora del almuerzo, la discusión se hizo tan fuerte, que Rafael perdió los estribos y arremetió contra su cuñado Franco: descolgó el rifle de cacería que estaba sobre la chimenea y lo persiguió alrededor de la mesa de comedor, gritándole “¡He venido a este país porque no podía ver a los fascistas, y tú te vienes con esas poses políticas en mi casa! ¡Yo aquí vivo de mi trabajo!”. Los jóvenes Ángel, Blas y Mario se quedaron petrificados por la escena, mientras que Rosa iba detrás de Rafael tratando de calmar los ánimos y que su hermano no salga lastimado.

Es de notar que, de los que estaban sentados en la mesa, cinco eran ciudadanos italianos: Rafael, Rosa, Franco, Ángel y Blas. El único boliviano era Mario.

Mientras tanto, en el país, las demostraciones a favor de los fascistas no tenían ninguna restricción, ya que Bolivia era un país neutral hasta 1942. Hay fotos del Colegio Alemán con banderas nazis y demostraciones de las camisas negras italianas en El Prado. El MNR y la logia “Razón de Patria” estaban también fuertemente influenciados por los ideales y métodos nacionalsocialistas.

Recién a partir de 1942, en la presidencia de Peñaranda, el gobierno boliviano declaró la guerra a Alemania, en parte forzado por los Estados Unidos, después del ataque a Pearl Harbor.

LA TIENDA DE CASIMIRES Y LA FÁBRICA

Aproximadamente entre 1942 y 1944, Rafael y Franco manejaron los dos negocios, que resultaban muy prósperos. Es muy posible que Franco se haya quedado con la tienda, ya que era un negocio establecido y conocido en el medio, sin riesgos y con clientela estable, mientras que Rafael se dedicaba a la marmolera. Adicionalmente, Franco acababa de casarse y estaba formando una nueva familia.

Raffaele y Francisco
Francesco, a la izquierda, y Raffaele, a la derecha, en sus épocas de empresarios.

En algún momento, ambos socios han debido decidir cerrar la tienda de casimires y dedicarse a tiempo completo a la fábrica de mármol. Rafael abrió también otra línea de negocio, la de fundición de bronce y aluminio, ya que naturalmente los trabajos de lápidas que le pedían para el cementerio requerían incorporar letras de esos materiales.

LA CASA Y EL EDIFICIO DE LA CALLE LANDAETA

Por el año 1938, aproximadamente, Rafael y Rosa compraron un terreno de mil metros cuadrados al principio de la calle Landaeta, el cual lindaba con el que era entonces el Círculo Italiano (actualmente el Ministerio de Salud). Este lugar fue ubicado porque se encontraba en el camino entre la casa de la calle 23 de Marzo y el centro de la ciudad.

En esa época, la tienda de casimires daba el suficiente flujo de dinero como para comprar el terreno y construir una casa. Así procedieron; compraron el terreno a nombre de Rosa y construyeron al final del mismo una casa de dos pisos, con unos depósitos para hacer vinos al fondo. Se encargó a un artista alemán que hiciera un vitral con motivos de cacería en el solario de la casa, que recordara a la Trecchina natal.

Por el año 1944, gracias a los enormes flujos de dinero que daba la fábrica de mármoles, Rafael hizo construir un edificio de cinco pisos en el patio de la casa. Para ello tuvo que hacer unos trabajos de hidrología complejos, ya que había riachuelos subterráneos que pasaban por debajo del terreno. La construcción se hizo de piedra maciza, con pilares que tenían hasta dos metros de ancho. En la obra ayudó Blas, quien acababa de salir bachiller.

El vestíbulo y las gradas al segundo piso de la casa fueron vestidos con mármol blanco de alta calidad. Las gradas del edificio tenían mármol verde desde la planta baja hasta el quinto piso. 

DEPORTACIONES DE ALEMANES, JAPONESES… ¿E ITALIANOS?

En cuanto al ambiente político boliviano, Gualberto Villarroel accedió a la presidencia mediante un golpe de Estado a Enrique Peñaranda, el 20 de diciembre de 1943. No pudo obtener el reconocimiento inmediato de parte de varios países, especialmente de Estados Unidos, ya que uno de los principales partidos políticos que lo apoyaba, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, era visto como un simpatizante del nacionalsocialismo alemán.

En vista de la necesidad económica y política de ser reconocido por Washington, Villarroel decidió viabilizar el pedido de este país de deportar a varios ciudadanos del eje (Alemania, Italia y Japón) a campos de concentración en Texas y Nuevo México, bajo el supuesto motivo de que dichos ciudadanos trabajaban en favor de sus países de origen, perjudicando así el esfuerzo aliado para ganar la guerra. 

La razón real por la que Estados Unidos recibía a estos ciudadanos deportados era para hacer un intercambio de prisioneros, civiles por civiles, con los alemanes. El caso de Bolivia no fue el único, también se deportaron personas de otros países de Latinoamérica.

Fue así que, en diferentes batidas de la policía local, varios ciudadanos de esas nacionalidades fueron capturados y deportados en aviones militares al país del norte. Hay constancia de que varios alemanes y japoneses sufrieron este destino, pero, curiosamente, no hay datos que lo mismo haya sucedido con ciudadanos italianos.

En el caso de Rafael Grisi, la amistad que tenía con el Dr. Joaquín Espada, Ministro de Finanzas del gobierno de Peñaranda y colaborador del gobierno de Villarroel, fue vital para evitar ser deportado. El Dr. Espada le informó que había el plan de deportar a ciudadanos alemanes e italianos, y le dijo: “Don Rafael, a usted no lo vamos a tocar porque nunca se metió en la política y no tiene nada que hacer con las ideas fascistas de Italia”. 

La verdad es que muchos ciudadanos aprehendidos y deportados no tenían nada que ver con las políticas de sus gobiernos, eran simples ciudadanos que se ocupaban de sus quehaceres diarios. Al final, se trataba de tener las conexiones correctas con personajes del gobierno central para ser arrestado o no. 

Durante esa época, la propiedad del inmueble del Círculo Italiano sobre la Plaza del Estudiante (donde ahora se encuentra el Ministerio de Salud) fue transferida al gobierno nacional.

TUTORÍA DE AMPARO Y MARITO

El matrimonio de Franco con Arminda Aguirre empezó a tener problemas por el año 1943. Se inició un proceso de divorcio complicado, en el cual uno de los puntos de discusión fue la tutoría de los hijos, Amparo y Mario (o Marito, para distinguirlo de Mario Grisi).

En vista de que no podían llegar a un acuerdo, Rafael y Rosa se ofrecieron a ser los tutores de los niños. Tenían para entonces un hogar establecido, una linda casa, ingresos económicos suficientes y podían ofrecer el amor de tíos para su crecimiento. El juez de familia dictaminó que así fuera, y los dos niños se fueron a vivir a la casa de los Grisi Orrico sobre la calle Landaeta. Franco también se fue a vivir a la misma casa, así que prácticamente era como si Franco hubiera obtenido la tutoría de sus hijos, ya que se ocupaba de ellos todos los días. 

En esa casa vivieron, entonces, por el año 1946, Rafael, Rosa, Mario (de dieciséis años), Franco, Amparo y Marito. El encargado de hacer cualquier transacción de dinero entre Franco y Arminda era Mario, que servía como intermediario. 

Para entonces, el edificio de cinco pisos ya había sido concluido. La planta la alquilaba una compañía de servicios públicos. En el segundo piso vivían los señores Rau y en el tercero los señores Fischer,  todos ellos sobrevivientes de los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. 

1946, EL CONTEXTO HISTÓRICO

Ese año hubo un acontecimiento que marcó la vida del país: el colgamiento del presidente Gualberto Villarroel. Fueron meses tumultuosos de demostraciones políticas que terminaron el 21 de julio de 1946. Ese día fatal una turba de gente llegó a una plaza Murillo desguarnecida, derribó las puertas de palacio de gobierno, encontró al presidente y su edecán en el segundo piso, asesinó a ambos, lanzó los cuerpos a la calle y los colgó de faroles en la plaza Murillo.

El hecho fue escalofriante. Mario Grisi, que para entonces estaba cursando el cuarto de secundaria en el colegio San Calixto, se encontraba en el centro de la ciudad esa misma mañana. Presenció con horror cómo las señoras de pollera perforaban el cuerpo ya sin vida del presidente colgado con sus pinchos para agarrar sus mantas. Esa escena nunca la pudo olvidar.

Hay una teoría bastante aceptada de que los paceños se inspiraron en un documental que se mostró en el cine, el cual describió cómo los cadáveres de Mussolini y de su amante, Claretta Petacci, fueron colgados de una viga de metal en una plaza el 28 de abril de 1945 y posteriormente fueron ultrajados por la muchedumbre. La misma forma de proceder fue aplicada al presidente Villarroel y a su edecán. 

LA MINA DE ORO

Una de las actividades empresariales que inició Rafael es el alquiler a un joyero español, de apellido Fernández, de una mina de oro que quedaba en las faldas del nevado Huayna Potosí. El canon de alquiler de la mina se basaba en la producción: el inquilino se quedaba con el 90% del oro descubierto mientras que el dueño obtenía el 10%.

Blas fue el que más tiempo dedicó a la mina, entre 1946 y 1949. Cuando trabajaba en el yacimiento, pernoctaba en él y volvía a la casa de sus padres los fines de semana. Tardaba una hora en hacer el trayecto, cruzando Río Seco y Alto Lima. Rosa, su madre, sabía cuándo su hijo estaba llegando a la casa, porque los dos perros pointer que tenían, Full y Crack (padre e hijo), se paraban en la puerta del garaje, atentos, moviendo la cola. Presentían que Blas estaba llegando.

La época cuando mejor se trabajaba en la mina era en la temporada de lluvias. Blas construyó una pequeña represa y una acequia para traer el agua de la montaña, de modo que bajara con mucha fuerza y, aplicando un chorro de agua a presión sobre el lodo, lograba separar el oro de la tierra, en una playa diseñada especialmente para ello. Como el oro tenía más peso, se iba al fondo, de donde lo recogían.

Este tipo de trabajo era muy lento, por lo que Blas sugirió a su padre comprar un tractor para no hacer todo el trabajo en forma manual, pero Rafael no quiso seguir el consejo. Este fue el motivo por el que Blas renunció a ese trabajo. Fue así que Mario, el hijo menor, tomó cargo de la mina, pero solo llegó a trabajar seis meses. Apenas obtuvo alguna ganancia con el oro de la mina se fue de viaje a Santiago y Buenos Aires a gastar toda su plata.

MATRIMONIOS DE ÁNGEL Y BLAS

Ángel se casó con Lina Elsner el 10 de mayo de 1950:

Matrimonio Angel Grisi

De izquierda a derecha: Rafael Grisi, Elsa Schweitzer de Elsner, Ángel Grisi, Lina Elsner, Rosa Orrico de Grisi y Bernhard Elsner. 

Blas se casó con Teresa Salmón el 31 de octubre de 1951.

31 de Oct 1951 matrimonio de mis papas abuelo Rafael y abuela Rosa con mis abuelos maternos Federico y Lola Salmon y mi tia Marilu

De izquierda a derecha: Rafael Grisi, Lola Alfaro de Salmón, Teresa Salmón, Blas Grisi, Rosa Orrico de Grisi, Federico Salmón. La niña es Marilú Salmón, hermana de Teresa.

matrimonio papi blas, mami tere, tio paco, amparo, mario orrico

Franco junto con Amparo (de diez años) y Marito (de ocho), en ocasión del matrimonio de Blas.

LA FÁBRICA CON LA SEGUNDA GENERACIÓN

Blas entró a trabajar a la marmolera el mismo año que se casó, es decir, en 1951. Con su padre viajó al puerto de Arica a aprender a recoger los mármoles de Italia, ya que había que lidiar con los estibadores chilenos que maltrataban la mercancía. Mientras tanto, Franco mantenía el negocio marchando en La Paz.

papi blas, abuela rosa, abuelo rafael

Rafael, Rosa y Blas, por el año 1951. La perra se llamaba Tosca, era una setter irlandés. En el vitral de la casa se encuentra dibujada esta perra, así como los pointier, Full y Crack. 

RETORNO A ITALIA, EL PUNTO DE VISTA DE RAFAEL

Con el paso del tiempo, Rafael tenía una inquietud que cada vez cobraba más importancia: quería volver a Italia. Había pasado más de veinticinco años desde que salió de su tierra natal, en 1924. En todo ese tiempo fue imposible volver a visitar, no solo por la distancia, sino porque el país vivió épocas muy complicadas por el régimen de Mussolini y los fascistas (a quienes detestaba) y por la Segunda Guerra Mundial. Adicionalmente, en Bolivia, estaba consolidando el negocio de la marmolería, que era próspero pero necesitaba de mucha atención. 

Seguramente extrañaba el cálido clima mediterráneo de su Trecchina natal, las cacerías en las colinas, las playas de Maratea sobre el mar Tirreno y el recuerdo de su madre, que se fue sin que él pueda despedirse. Como es natural, ha debido también extrañar estar con sus amigos de siempre, hablando su idioma y sentirse del lugar, no como un extranjero.

En Bolivia había logrado dar a sus hijos una educación, estabilidad, y hasta un lugar para vivir (el edificio construido en la parte delantera de la casa). Ocupó puestos importantes dentro de la comunidad italiana, que le dieron prestigio y una posición en la sociedad. Por ejemplo, en 1948 fue presidente del Consiglio Direttivo del Círculo Italiano en La Paz y también fue el primer presidente del Instituto Dante Alighieri. Esta última actividad le ha debido dar muchas satisfacciones, por sus estudios y trabajo como profesor de Literatura en Nápoles y en Sucre.

Los Grisi Orrico 1951 portada
FOTO FAMILIAR ORRICO-GRISI. Parados arriba, de izquierda a derecha: Franco Orrico, Blas, Ángel y Mario Grisi. Parados al medio: Amparo y Marito Orrico (hijos de Franco). Sentados: Teresa Salmón, Rosa, Rafael y Lina Elsner de Grisi. En las faldas de Lina está Bernardo Grisi (hijo de Ángel) (foto de 1951).

Por otro lado, Rafael no tenía una buena referencia de familia unida. Su padre, Angelo Grisi, se fue a Brasil cuando él era niño; es posible que ni lo haya conocido. Su mamá, María Niella, tuvo un segundo matrimonio después de haber enviudado, pero no le fue bien, ya que el segundo marido la dejó después de unos años de convivencia. Solo le quedaba como familiar cercano su media hermana, Agnese, pero seguía peleado con ella. Los sentimientos o rencores no habían desaparecido todavía, seguían sin hablarse ni escribirse.

El ambiente político de Bolivia no le ayudaba mucho a calmar esa inquietud. Los seis años desde 1946 hasta 1952 se caracterizaron por ser de mucha inestabilidad política. El 52 fue la gota que rebalsó el vaso: la Revolución Nacional con el MNR, que tenía la misma metodología de persecución a los opositores que los fascistas. Se avecinaban tiempos complicados para los empresarios privados. 

En cuanto a sus propiedades y negocios en Bolivia, Rafael tenía cierta tranquilidad de que estarían bien cuidados. Su segundo hijo, Blas, se encontraba ya dentro del negocio de la marmífera. Estaría acompañado de su cuñado Franco quien, con más edad y experiencia, sabría formar un buen equipo de trabajo. La casa se quedaría ocupada por Franco y sus dos hijos.

Tal vez quien más le preocupaba era Mario, el hijo menor. Para entonces, el muchacho tenía veintitrés años y seguía viviendo en la casa de sus padres, sin estudios universitarios fijos ni tampoco trabajo estable. Rafael reconocía el talento que tenía su hijo para relacionarse con la gente, lo cual, bien encaminado, le podría generar beneficios, solo tenía que encontrar su camino, casarse bien y sentar cabeza. Esa era su esperanza.

EL PUNTO DE VISTA DE ROSA

Rosa, por otro lado, veía las cosas de forma diferente. Ella sí tenía referencia de una familia unida. Sus padres, Biagio y Fortunata Orrico, habían venido a Bolivia y volvieron a Italia después, sin divorciarse (a pesar de que Biagio tuvo una niña fuera de matrimonio en Cochabamba, llamada María Luisa Orrico Candia). Sus hermanos menores eran muy queridos por ella: Amedeo en Trecchina y Franco, que la acompañaba en La Paz.

En 1952-1953 sus dos hijos mayores estaban empezando sus vidas familiares. Ángel ya tenía a dos niños, Bernardo y María del Carmen (Nini), mientras que Blas ya tenía a una, María del Rosario (Chichi). Como es natural, el deseo de toda abuela es ver crecer a sus nietos, así que la idea de Rafael de volver a Italia no ha debido ser de su agrado. papi blas, angel, mario, abuela rosa

Rosa y sus tres hijos (foto de 1951).

chichi, bernardo, nini

Chichi, Bernardo y Nini, en el solario de la casa de los abuelos (foto de 1952).

Adicionalmente, tanto su hermano, Franco, como el menor de sus hijos, Mario, necesitaban todavía algún apoyo. Franco tenía a su cargo a Marito y Amparo, uno un niño todavía y la otra entrando a la adolescencia. Amparito iba a necesitar de una mujer mayor que la pueda guiar, ya que la relación con su mamá estaba algo complicada.  Por otro lado, Mario necesitaba asentarse todavía. 

1953: RETORNO A ITALIA

Por fin, Rafael decidió volver a Italia. Rosa no tuvo otra opción que seguirlo. 

Se encontraron con varios cambios en los treinta años de ausencia. En la parte política del país, los fascistas ya no estaban en el poder -aunque todavía había células activas-, y el reino de Italia se había convertido en la República de Italia. La Segunda Guerra Mundial había finalizado recién ocho años atrás, seguramente con algunos amigos o conocidos fallecidos en el conflicto. El país estaba en reconstrucción.

En el plano personal, todavía eran jóvenes: Rafael tenía cincuenta y cinco años y Rosa, cincuenta y tres. Tenían mucha vida por delante. No tenían apuros económicos, ya que habían traído consigo dinero de Bolivia y podían vivir de sus rentas.

GIUSY Y EL MATRIMONIO POR PODER

Unos años antes que vuelvan a Trecchina, Franco había conocido, en una de sus vacaciones en Italia, a una señorita del pueblo de quien se había enamorado. Ella, llamada Giuseppina Papaleo Miraglia (o Giusy, de cariño), estaba de novia con el hijo de un industrial del norte, así que no hubo mucha oportunidad para insistir con una nueva relación.

Cuando Rafael y Rosa volvieron a Trecchina, tenían el encargo de Franco de averiguar lo que puedan sobre Giusy, si ya se había casado o no. En un pueblo tan chico, era muy posible que se encontraran, y así sucedió. Giusy les contó que no se había casado por desaveniencias con su futura suegra y que no tenía mayores planes en su vida.

Franco y Giusy iniciaron en 1954 un romance por correspondencia, siempre utilizando el servicio postal con la dirección de la casa de Rafael, ya que la madre de Giusy no aprobaba que su hija se relacione con un hombre divorciado y con hijos casi veinte años mayor.

Tres años después, en 1957, ambos decidieron casarse. Para efectos del matrimonio civil, tuvieron que acogerse a las leyes bolivianas debido a que en Italia no se aceptaba el divorcio. Es así que Franco envió un poder a su cuñado Rafael para que lo represente en el acto civil, que se realizó en la Embajada de Bolivia en Roma. Franco no podía viajar a Italia por razones de trabajo. Unos meses después, Giusy viajó a Bolivia, donde la recibió Franco con sus hijos Amparo y Mario (de 18 y 16 años, respectivamente). En 1959 nació la única hija de ambos, Patricia (Patty).

MATRIMONIO DE MARIO

Dos años después de que Rafael y Rosa volvieran a Trecchina, en 1955, Mario, el hijo menor, se casó con Ana María Reyes Ortiz. De los tres matrimonios de los hijos, este fue el único al que no asistieron ni Rafael ni Rosa.

Matrimonio Mario

De izquierda a derecha: Mario Grisi, Ana María Reyes Ortiz, Clara Mansilla de Reyes Ortiz y Abel Reyes Ortiz. El niño es Fernando Reyes Ortiz, hermano menor de Ana María. 

VISITAS DE ROSA

Rosa volvió en dos oportunidades a visitar a la familia. La primera fue en 1959 (es decir, seis años después de viajar a Trecchina) y la segunda en 1962.

La siguiente foto fue tomada en el solario de la casa de la calle Landaeta en su primera visita. En el vitral del fondo se puede apreciar la escena de cacería que hizo hacer Rafael.

Foto familiar con abuela Rosa aproximadamente 1960

Anita Reyes Ortiz (de vestido azul), Rosa (sentada al medio) y Lina (de vestido verde claro) con los niños de la familia. De izquierda a derecha: Nini, Chichi, Rodrigo, Clara, Roby, Rafo, Bernardo, Angelines (tercera hija de Blas) y Patty Orrico. No están en la foto los últimos nietos, Ana María y Marcos, que nacerían en 1963 y 1965, respectivamente (foto de 1959).

Esta te la mando porque la encontre

Chichi, Roby, Rodrigo, Clara y Rafo, en la misma ocasión.

Foto 2 roby, rafo, chichi, papi blas, rosa, lola, clara, rodrigo
Blas, Rosa y Teté, con los niños Rodrigo, Clara, Roby, Rafo y Chichi (foto de 1962, en el aeropuerto de La Paz).

Visita de Rosa a los Reyes Ortiz

Visita de Rosa a sus consuegros por parte de Mario. De izquierda a derecha: Anita Reyes Ortiz, Giusy de Orrico, Clara Mansilla de Reyes Ortiz, Abel Reyes Ortiz, Franco Orrico y Rosa Orrico de Grisi. Seguramente la foto fue tomada por Mario (año 1962).

Foto 7 Paco, Mario y Rosa

En la misma ocasión. Mario, al fondo. 

OPERACIÓN DE LOS OJOS A ROSA

En 1968 le detectaron a Rosa cataratas en el ojo derecho. Fue a Roma a que le operen, pero la intervención salió mal y perdió la vista de ese ojo completamente. Ese año Blas viajó a Italia a recoger a su madre para llevarla a la clínica Barraquer en Barcelona, donde fue atendida por el mismo doctor Barraquer. No se podía hacer ya nada por el ojo derecho, así que lo extirparon y reemplazaron por una prótesis. Además, el doctor realizó una pequeña intervención al ojo izquierdo que tenía el mismo problema de cataratas. Han debido ser tres semanas en todo el proceso, tras el cual volvieron a Trecchina.

 

JUEZ DE PAZ

En los más de veinte años en los que vivió Rafael en Trecchina después de su retorno, dedicó su tiempo a diferentes actividades por el bien de la comunidad, entre las cuales sobresale su rol como Juez de Paz. Trecchina, en la época, era básicamente un pueblo chico de gente de campo, estaba lejos de las grandes urbes y posiblemente no contaban con un buen apoyo para resolver problemas de índole legal entre sus habitantes.

Debido a su formación universitaria en letras y humanidades, Raffaele ha debido despertar algún tipo de ascendencia y respeto entre sus coterráneos. En su forma de ser era un hombre sumamente rígido, comprometido con unos principios que los cumplía a rajatabla. Además, era de poca paciencia y de carácter muy fuerte. Por otro lado, las experiencias de vida que tuvo (descritas en este relato) han debido contribuir para que su labor como juez de paz sea fructífera.

Lamentablemente no hay datos sobre qué tipo de casos le tocó atender y cómo los resolvió. 

POEMA ALLA MAMMA

Uno de los dolores que Raffaele tenía era el no haber estado en Trecchina los últimos años de vida de su madre. En 1968 le escribió un poema, del cual aquí mostramos la versión original con su traducción al español. Este se encuentra colgado en un cuadro en el departamento de Ana María (tercera hija de Mario). 

Trecchina Memento alta resolución

TRECCHINA MEMENTO

Dal Passo della Colla t’intervvedo
Picolo paesello del mio cuore
E alla tua vista in me rinnovo il credo
D’amore di speranza e di dolore.

Tre monti, quattro case, un campanile,
Una spianata breve in mezzo al verde,
Omorosi boschi all’aura gentile
Che dei tigli l’odor acre disperde.

Se emigrato nostalgico t’amai
Coll’animo incantato a te ritorno
Scordanco il tempo que lontan passai
Per fare più felice il mio soggiorno.

Dolce soggiorno pieno di speranza
Or che mi sento Anteo nella mia terra,
Mentre il vigor rinnova la baldanza
Giovanile del cuore che non erra.

Non erra è ver, ma del dolor il credo
In esso si ravviva como fiamma
Poiquè fra tanti volti più non vedo
Il volto pien d’amore della mamma.

MAMMA, quant’a ansia t’apportai partendo;
Ed or che non ti trovo al mio ritorno
Il mio cuore di figlio a Te riaprendo
Dico che questo attrista il mio soggiorno.

Coll’animo fanciullo son tornato,
E sempre nel più intimo del cuore
Il tuo dolce ricordo ho conservato
E venerato col più grande amore.

MAMMA, se è ver che là nel cimentero
Tu dormi in pace, vivi nel mio cuore
Di vecchio che ritorna a te com’ero
Bambino pieno d’ansia e pien d’amore.

E in ginocchio, il ricordo, una preghiera
A te rivolgo con malinconia
Nel mio soggiorno che già sa di sera
Nel sacro e santo nome di María.

Trecchina I-2-1968
Prof. Raffaele Grisi

(a continuación, la traducción al español)

TRECCHINA MEMENTO (del latín «RECUERDOS»)

Del paso de la colina te entreveo,
pequeño pueblo de mi corazón.
Y mirándote renuevo en mí el credo
de amor, de esperanza y de dolor.

Tres montes, cuatro casas, un campanario,
una planicie breve en medio del verde.
Frondosos bosques al aura gentil
que de los tallos el olor acre desprende.

Si de emigrado nostálgico te amé
con el ánimo encantado a ti retorno,
olvidando el tiempo que lejos pasé
para hacer más feliz mi estadía.

Dulce estadía llena de esperanza,
ahora que me siento Anteo* en mi tierra,
mientras el vigor renueva la seguridad juvenil
del corazón que no yerra.

No yerra, es verdad, pero el dolor en el credo
se reaviva como una llama,
después de que entre tantos rostros no veo más
el rostro lleno de amor de la MAMMA.

MAMMA, cuánta angustia te di con mi partida
y ahora que no te encuentro a mi retorno
mi corazón de hijo hacia ti se renueva,
digo que esto entristece mi estadía.

Con el ánimo de niño he regresado
y siempre en lo más íntimo de mi corazón,
tu dulce recuerdo he conservado
y venerado con el más grande amor.

MAMMA, si es verdad que allí en el cementerio
tú duermes en paz, vives en mi corazón
de viejo, que retorna a ti como un
niño lleno de ansia y lleno de amor.

Y de rodillas, el recuerdo, una plegaria
a ti dirijo con melancolía,
en mi estadía que ya sabe a noche
en el sacro y santo nombre de María.

*Anteo (en griego antiguo Ἀνταῖος Antaios) es un gigante de la mitología griega, descrito como hijo de Poseidón, el Océano, y de Gea, la Tierra. Siempre vencía en sus peleas, puesto que cada vez que caía en tierra o la tocaba, Gea le daba fuerzas de nuevo. 

VISITAS A LOS ABUELOS

Rafael y Rosa recibieron dos visitas de sus nietos. La primera vez fue en 1970, cuando Blas, su esposa Teresa (Teté), Rafo y Roby viajaron a Europa para conocer el continente y aprovechar para visitar a los abuelos. La mayor de los hijos, Chichi, no los acompañó porque acababa de casarse.

La segunda vez fue en 1972 cuando Anita (esposa de Mario) y Clara (su hija mayor) también viajaron por varios países de Europa y, para finalizar el tour, visitaron Trecchina.

Es así que Rafael conoció a seis de sus nietos:
– Bernardo y Nini (hijos de Ángel) y Chichi (hija de Blas), cuando eran bebés, a principio de los 50.
– Rafo y Roby en 1970, cuando tenían quince y catorce años, respectivamente.
– Clara, en 1972, cuando tenía dieciséis años.

A continuación están los recuerdos de quienes fueron a visitarlos. 

RECUERDOS DE ROBY

Cuando lo conocí, en 1970, se notaba que extrañaba no conocer a todos sus nietos. Yo lo miro ahora como abuelo que soy, irme lejos de mis nietos y no verlos crecer sería el peor error de mi vida. Pero eso fue justamente lo que el abuelo Rafael hizo: se fue y nunca más volvió. 

Fuimos de cacería varias veces. Un lugar que frecuentábamos era la cima de la montaña para cazar conejos. Nos subíamos a su auto Fiat, él, sus dos perros y yo y llegábamos a un lugar donde había una piedra grande sobre la cual se echaba y dormitaba, con la escopeta en su regazo. Me ordenaba callarme y no hacer nada de ruido. Mientras tanto, sus perros labriegos buscaban la liebre. Apenas la encontraban, se oían los ladridos, los perros dirigían la liebre hasta donde estaba el abuelo y ahí él disparaba. Después decía: “Hemos cumplido”. Daba las orejas a los perros como recompensa, llegábamos a la casa y entregaba la liebre a Rosa para que la cocine para el almuerzo. 

Otro lugar a donde íbamos era a la playa, de donde podíamos ver las codornices que venían de África. La forma de cazar era parecida: esperaba en la playa, mataba cinco o seis codornices, las llevaba a casa y ese era el almuerzo o la cena.

Foto 2 roby, rafo, papi blas, rafaelRafo, Roby, el abuelo Rafael y Blas (Trecchina, octubre de 1970).

 

Continúa Roby:

En el tiempo que compartí con él, no hablaba mucho, pero cuando lo hacía, por su forma de expresarse, te tocaba el corazón. La filosofía y el don de la palabra que tenía eran espectaculares. Me ha dejado, en los meses que viví con él, enseñanzas de vida que nunca he olvidado. Era una persona que internamente podía tocar, no solo el corazón, sino tal vez el alma de la persona.  

Por otro lado, el carácter de este hombre era rígido, a veces muy seco. Por eso tuvo tan fuertes encontrones con el tío Ángel. Si había que viajar a algún lado y él insistía en que debía hacerse a caballo, no aceptaba que le digas que era mejor ir en auto. Era de ideas fijas. 

abuelo rafael, abuela rosa

Rafael y Rosa en un almuerzo en su casa. De espaldas, a la izquierda, está Blas y, a la derecha, Amedeo Orrico, hermano de Rosa (foto de 1970).

 

RECUERDOS DE RAFO

Cuando fuimos a Trecchina en 1970, el abuelo ya llevaba diecisiete años viviendo allá. En todo ese tiempo no visitó una sola vez a su hermana, la tía Agnesina, ni le dirigió la palabra. Seguía peleado con ella desde la época del divorcio de su madre, hace más de cuarenta años.

En una ocasión mi madre y la abuela Rosa convencieron al abuelo para que él reciba a su hermana en su casa. Mi padre fue a recogerla. Tía Agnesina era chiquita, de cabello blanco y lentes grandes. La abuela Rosa la hizo entrar por la parte del garaje, de donde se podía subir por unas gradas al segundo piso. Mientras estaban subiendo, poco a poco, Rosa dijo: “Rafael, ha llegado tu hermana”. Él simplemente respondió: “Que siga llegando”. No se paró ni a saludarla. La ignoró por completo. Con el transcurso de los días, empezaron a comunicarse más e incluso a posar para alguna foto de familia.  

roby, papi blas, mami tere, rosa, rafael, añesiña

De izquierda a derecha: Rosa, Roby, Blas, Tete, tía Agnesina y Rafael (octubre de 1970).

 

LA CASA VACÍA

En los archivos de Chichi Grisi quedó guardada una carta escrita por Rafael, en la que hace referencia al momento cuando Blás, Teté, Rafo y Roby terminaron su visita a Trecchina y volvieron a Bolivia, llevando a Rosa temporalmente hasta Barcelona para hacerse ver el ojo. Rafael se quedó solo y escribió estas líneas, en una carta membretada de su época en Bolivia:   

Carta a Chichi publicada

 

Trecchina, 31 de octubre de 1970

Querida nieta: 

Llego en este momento desde la estación de ferrocarril de Maratea, donde he acompañado a tus padres, tus hermanos y tu abuela que va a Barcelona por una visita médica a la clínica del Dr. Barraquer. La acompañará tu padre de ida y de vuelta.

La casa se ha llenado de silencio, un silencio que despierta en mi ánimo una congoja sin igual, que me agarra a la garganta impidiéndome tragar las lágrimas que llenan mis ojos. Silencio, no más que silencio que me deja escuchar el latido de mi corazón lleno de dolor y de pena por el triste vacío de la casa. 

Me repliego en mí mismo buscando la fuerza para vencer mi dolor y me refugio en tu recuerdo escribiéndote esta carta, que hace muchos días había prometido a tu madre. 

La vida es lucha, competición y selección, pero sobre todo es dolor; solo el cariño y el amor la hacen bella y tolerable. 

Adonde hay cariño, hay todo. En nuestra familia jamás ha faltado el cariño y hemos obtenido todo cuanto hemos ambicionado porque solo el cariño nos podía haber dado la fuerza de vencer dificultades que tantas veces parecían insuperables. 

Tu madre me ha dado buenas noticias de tu vida matrimonial, y esto me hace pensar que, si el cariño que te une a tu esposo es recíproco, todo lo que ha pasado quedará como el recuerdo de una lejana pesadilla que acaba con la luz del día. Esto es mi deseo: que tú seas feliz con tu esposo, que las bases sobre las cuales descansa tu familia sean sólidas y que Dios os de salud y todo cuanto vuestros corazones desean. 

Esto y nada más que esto le pide a Dios tu abuelo que nunca ha sentido vacilar en su ánimo el cariño para todos en nuestra familia. 

Te dejé pequeña y quiero conocerte ahora ya grande: la casa de tu abuelo está abierta de par en par para ti y tu esposo, como también están abiertos nuestros brazos y nuestros corazones. 

A tu padre le he encargado que te compre un regalo: tú verás a su llegada lo que más quieres y necesitas. 

Saludos para todos en nuestra familia, para los abuelos maternos y para los tíos. Con la abuela te abrazamos cariñosamente en unión con tu esposo. 

Tu abuelo

Rafael

TETÉ 

A mediados de diciembre de 1970 llegaron a La Paz Blas y su familia, después del largo viaje por Europa y la visita a Trecchina. Tres semanas después, el 6 de enero de 1971, murió Teté en forma repentina, de un paro cardiorrespiratorio. Tenía cuarenta y tres años. Fue un golpe muy duro, todavía recordado con dolor. Ella ya tenía antecedentes de problemas en el corazón, producto de una enfermedad mal curada en la adolescencia.

La siguiente es una de las últimas fotos que tiene al lado de sus hijos, tomada en ese viaje a Trecchina.

Alta resolución roby, rafo, mami tere, rosaRosa, Rafo, Teté y Roby, en la costa de Maratea (octubre 1970).

Roby nos comparte la correspondencia que intercambió con su abuelo Rafael después de que murió su mamá. En esa época él tenía catorce años. Las palabras que leyó en esas cartas nunca las olvidará.  

Carta de Roby 1a

Trecchina, 2 de junio de 1971

Querido nieto:

Esta carta lleva para ti, tus hermanos y tu papi el cariño y la ternura de nuestros corazones y el gran deseo de volverlos a ver por acá antes de cerrar los ojos para siempre.

Sí, es como tú dices en tu carta: mamita ha salido de viaje, mas un viaje sin regreso y nosotros la sentimos presente en nuestros corazones, viva y hacendosa, viviendo nuestra vida en su recuerdo. Ella está a tu lado y te guía y te alienta y te protege, porque dos cosas te seguirán siempre en la lucha y las peripecias de la vida: el ojo de Dios que te seguirá por doquier y el corazón de tu madre que no te abandonará jamás.

Ella te dirá de querer y respetar a tu padre, de besar su mano cuando te castiga, porque él quiere que tú seas un hombre de bien, cabal y pundonoroso. Piensa que solamente el cariño puede inducirlo a castigarte, aleja de tu ánimo todo resentimiento pues, mientras te castiga, su ánimo es el primero en sentir la amargura del castigo porque está lleno de ternura por ti, de esa misma ternura de la cual reboza el corazón de tu madre.

Joven e inexperto, aún no puedes entender muchas cosas que entenderás cuando seas hombre probado por las adversidades y desilusiones que, ay de mí, son propias de nuestra existencia.

Comprenderás entonces que tu padre es hombre bueno, honesto y cariñoso; que no ha omitido esfuerzos y sacrificios, ayer, para salvar la vida de mamita, y hoy para colocarlos a ustedes todos en un plan social envidiable.

Dice una máxima bíblica «Odia al hijo, quien ahorra el bastón». Es pues el interés, fruto del gran cariño que nutre para su familia, que lo impele a mostrarse enérgico, y precisamente por esto él merece todo tu respeto y todo tu cariño. Unidos con tus hermanos por el cariño a tu padre, la vida será para todos más llevadera, porque si es verdad que el dinero es parte indispensable en nuestra existencia, solo el cariño puede aliviarnos el dolor y hacernos sentir felices en las desgracias.

Dile a tu papi que hasta la fecha todos los abonos me han llegado, menos la papeleta de depósito de $1.731.76 de fecha  15 de febrero. 

Creo que con la escopeta pueden disparar también cartuchos corrientes, hay que hacer la prueba. De todos modos, te seré preciso en otra mía (N. del E.: te comentaré más en la siguiente carta). 

Besos y cariños para la Chichi y su guagua, para Rafo, saludos para Enrique y para todos en la familia. 

Con la abuela te abrazamos y besamos con tu padre.

Los abuelos, Rafael y Rosina.

Esta es la segunda carta, del 24 de noviembre de 1971: 

Carta de Roby 2a

Mi querido nieto: 

Tu afectuosa carta de fecha 3 de noviembre me ha sido muy difícil descifrarla, pero con un tanto de buena voluntad y con la ayuda de un lente, he logrado entender tu grafía tan menuda y comprender tu dolor por la falta de tu mamita. 

El nuestro no puede alcanzar nunca el cariño de tu buena madre, pero tendrás siempre presente que los abuelos tienen para ti y para tus hermanos un puesto privilegiado en sus corazones, precisamente porque ustedes han quedado huérfanos. Nuestro corazón late al unísono con vuestros corazones y la palabra buena y cariñosa de tu abuelo podrá siempre guiarte en todos los contratiempos de tu juventud.

Tienes razón cuando afirmas que tu madre te sigue siempre: ella te dice que tienes que ser bueno, tienes que querer a tu padre y a tus hermanos, sacrificarse si ocurre algo por ellos, ser un hombre de bien y sobre todo un hombre bueno que sepa de sus deberes y comprender a los demás. 

Me he alegrado mucho de que hayas pasado de curso. Coraje pues, y otros dos años más saldrás bachiller y podrás entrar a la universidad. Así como habíamos hablado, yo quisiera que ustedes vengan aquí a Italia para conseguir una profesión. Todo requiere constancia y sacrificios, pero una profesión es siempre mejor que cualquier otra ocupación, tanto más que con tanto socialismo, lo único válido en la vida es la instrucción. Acuérdate de que todo está basado sobre el saber, cuanto más se sabe es siempre mejor, la vida mejorará con la experiencia y tu manera de ser. Te volverás más serio y tu carácter bueno y jovial te hará querido a los amigos. Depende de ti mejorarte y seguir los ejemplos de todos los tuyos, que han sabido mantener alto en la sociedad el buen nombre de sus padres. 

Este año ninguna cacería me ha salido bien, hay mil inconvenientes para seguir cazando en Italia. Los cachorros que dejaste se han muerto todos y solo me he quedado con Brío, el perdiguero, y Lila, la perra de licores. 

En estos días hace un mal tiempo terrible: lluvia, viento, granizo y nieve. Esto, no obstante, nos encontramos bien. Espero que Chichi se haya repuesto y así la guagua, y que en casa finalmente haya paz y tranquilidad, sobre todo para tu padre que, por lo que me dices, se halla siempre acongojado. 

Abrazos a todos en la familia, nómbralos de uno por uno. Tú recibe de parte de tus abuelos el beso más cariñoso. 

Tus abuelos, Rafael y Rosina. 

 

 

VISITA DE ANITA Y CLARA

En 1972, Anita Reyes Ortiz, esposa de Mario, y su hija mayor, Clara Rosina, viajaron hasta Trecchina a conocer a los abuelos. Es necesario hacer notar que Anita no conocía a Rafael ya que, cuando se casó con Mario, sus futuros suegros acababan de irse de Bolivia. La siguiente foto fue tomada por Clara: 

Agnese, Anita, Rosa y Rafael

De izquierda a derecha: tía Agnesina, Anita Reyes Ortiz de Grisi, Rosa y Raffaele (foto de octubre 1972).

Estas son las memorias de Anita de ese viaje: 

Rafael fue a Roma a recibirnos, nos llevó a un hotel a descansar del viaje y al día siguiente partimos a Trecchina en su auto, llegamos a media tarde. En el pueblo, Clara se puso a llorar de la emoción. El abuelo, que a veces era muy frío, le recriminó: “¡Y, de qué estás llorando!”.

Me admiré de ver el tamaño de Trecchina. Era un pueblito en las montañas sin mucha gente, con su plaza e iglesia. En las conversaciones que tuve con el «professore» (así le llamaba), le pregunté por qué había dejado Bolivia, si allá había hecho fortuna, tenía una hermosa casa, un negocio próspero, estaban sus hijos y sus nietos. No veía punto de comparación con el pequeño pueblo donde vivía ahora.

Su respuesta fue simple: le gustaba Bolivia y se sentía muy agradecido por lo que le dio el país, pero él siempre se sintió extranjero allá y quería sentirse otra vez italiano. En Trecchina era feliz, se notaba. Le visitaban sus vecinos, le consultaban, era una persona muy respetada, por eso le decían «IL PROFESSORE». 

Sobre sus hijos, preguntaba mucho por ellos. Blas fue el más cariñoso y el que más apegado a ellos. 

El español de Rafael era muy bueno, gramaticalmente perfecto, pero con un pequeño acento. Era un buen conversador, todo le interesaba, era un tipo que leía y estaba al tanto de todo. Rosa, por otro lado, tenía un español natural, sin acento, y eso es porque vivió en Bolivia cuando era niña.

Me divertí mucho en Trecchina, nos quedamos dos semanas allá. En esa época yo tenía treinta y seis años y Clara, dieciséis. Caminamos mucho por el pueblo y los alrededores. Había cerca un bosque de castaños y un calvario que estaba en la cima de la montaña. En Maratea, el pueblo sobre la costa, visitábamos a Teresa, la hermana de Giusy.

Recuerdo la placita del pueblo, la gente caminando alrededor, la iglesia y sus procesiones de santos, con la banda acompañando. El ambiente era exactamente igual a una de las escenas de la película El Padrino, en Sicilia. Es el mismo tipo de gente y de costumbres.

Como anécdota, recuerdo que tenían una empleada en la casa, la Carmelina, que ayudaba en la limpieza. Cuando le llamaban la atención por alguna falta, ella miraba al cielo, gesticulando con las manos, diciendo: “Maledeto Cristóforo Colombo!” Era como un reclamo de que, gracias a Colón, los italianos que se fueron a América pobres y regresaron con dinero, se volvieron presuntuosos e insoportables.

Un año después, en 1973, Anita fue otra vez a Trecchina, esta vez en compañía de Mario. Para Mario era la primera vez que veía a sus padres después de veinte años.  

EL SILENCIO DE LOS HIJOS

Giusy alguna vez contó que, en la correspondencia que intercambiaba con Rafael, este se quejaba de que sus hijos nunca le escribían, a pesar que él sí lo hacía. De todas las cartas que envió Rafael, solo sobrevivió una, enviada a Blas y guardada por Rafo, que dice lo siguiente:

Carta de Rafael a Blas

 Trecchina, 22 de marzo de 1974

Querido hijo:

Algunos días atrás he contestado a una carta de Rafito. Ahora te escribo a ti, con la esperanza de que todos estén gozando de buena salud. Nosotros ni bien ni mal, la vejez es una enfermedad que no tiene cura.

Nos da mucha pena no recibir noticias de ustedes. Hace tiempo escribí al tío pidiéndole que averiguara el porqué Ángel no nos ha escrito más. Ya van dos años, pues ni para Año Nuevo se ha hecho escuchar, ni él ni nadie de su familia. No digo nada de Lina, que hace años no se ha dignado de escribirnos más. El tío hasta la fecha no ha contestado a mi carta, sobre todo cuando le he preguntado sobre Ángel.

Mi conciencia está tranquila, porque yo nada he hecho contra mis hijos. Por consiguiente, te escribo para que seas tú personalmente quien me aclare esta situación por la conducta de Ángel hacia nosotros.

El pasado año hemos esperado al Bernardo. No solamente nadie ha venido, sino que nadie nos ha indicado el porqué. No se puede atribuir al correo la falta de noticias, pues si bien la correspondencia tarda mucho, al fin llega.

A ti te he escrito sobre la  importancia de mi hermana y te rogué escribirle, pero no lo has hecho, ¿por qué? Recomendé que le hicieras presente pero hasta la fecha [no lo hiciste]. Agradecerle es un deber de cortesía.*

La situación política marcha de mal en peor, me parece que estamos en pleno marasmo político del cual saldremos con la muerte de la nación italiana o con un gobierno militar fuerte que se haga al fin respetar. No hay otro camino en esta república clérico-marxista que nos lleva a la bancarrota y a la guerra civil. 

[Sobre] la cacería, casi no salgo más…, han creado tantas leyes inútiles y tantas multas que es preferible quedarse en casa. 

Te ruego hacerme saber cómo marcha tu hermano Mario; Anita me ha escrito que trabaja por su cuenta. Dios quiera que les vaya bien y que en familia reine la paz y la comprensión, que yo me he esforzado [en] inculcar en el ánimo de ustedes. 

Abraza y besa a nietos y bisnietos, saludos para todos y también para los amigos. Con tu madre te abrazamos y bendecimos. 

Tu padre, 

Rafael 

*(Se trata de que, cuando Blas y su familia llegaron a Trecchina, lograron reconciliar a Raffaele y a Agnese. En agradecimiento, Agnese donó su casa a Blas, pero este no llegó a agradecerle por el gesto, como se ve en la carta de Rafael).

 

ENFERMEDAD Y MUERTE DE RAFAEL

A finales de 1974, Rafael fue a Roma al médico por un problema de la próstata. Lo operaron, pero los especialistas no pudieron hacer mucho porque tenía un cáncer muy avanzado. Le dijeron que tenía solo seis meses de vida.

En esa oportunidad, unos meses después, Mario fue nuevamente a Trecchina a ver a su padre. Blas no podía viajar porque estaba atendiendo unos problemas personales. El caso de Ángel fue distinto: simplemente no fue, sin dar ninguna explicación. Este comportamiento llamó la atención de su hijo mayor, Bernardo, quien recuerda que se plantó frente a él en la salita del departamento para encararle por qué no había ido a ver a su abuelo, si ya se estaba muriendo. Ángel no tuvo una respuesta clara y evadió la pregunta. 

Uno de los recuerdos que Mario contó de esa experiencia fue acerca de cómo tuvo que lidiar con una tradición muy arraigada en los pueblos del sur italiano. En estos lugares era común contratar a las lloronas (mujeres que lloraban por contrato) para que acompañen al enfermo en sus últimos días. Mario leyó los ojos de súplica de su padre (ya que no podía hablar por la enfermedad) de que saque a esas mujeres de la sala, lo cual hizo contra las protestas de la gente del pueblo. Como la enfermedad se prolongaba mucho, Mario volvió a Bolivia.

Raffaele falleció el 15 de junio de 1975. Ninguno de sus hijos estaba presente. Esta es su lápida en el cementerio de Trecchina. 

Lapida Raffaele Grisi corregida

REGRESO DE ROSA A BOLIVIA

Mario volvió nuevamente a Italia a recoger a su madre y traerla a Bolivia. Las casas de Rafael, de los padres de Rosa y de Agnese las dejaron a cargo de Amedeo, hermano de Rosa. Llevaron consigo algunas joyas de familia y libras esterlinas que Rosa tenía como ahorros. 

Abuela Rosa llegando a La Paz
Rosa llegando al aeropuerto de La Paz (foto de 1975).

Una vez en La Paz, Rosa se alojó primero en una habitación de la casa sobre la calle Landaeta, que en ese entonces estaba habitada por Franco, Giusy y Pati. Después, se trasladó al segundo piso del edificio, donde vivió en forma independiente por algunos años. En sus últimos meses de vida estuvo en una habitación del departamento de Blas, que ocupaba la planta baja. 

Recuerda Roby:

Cuando fuimos a Italia en los 70, la abuela Rosa era una persona súper cariñosa, siempre queriendo hacer y cocinar lo que nosotros, los nietos, queríamos. A ella la llevó el abuelo a Italia sin los nietos, la privó de esa oportunidad de verlos crecer. Cuando fuimos, ella fue la abuela que nunca tuvimos.

Cuando ya vivía en La Paz después de la muerte del abuelo, vivíamos en el mismo edificio, pero en pisos diferentes: yo con mi padre en la planta baja y ella en la segunda planta. Yo subía con frecuencia a visitarla, hablábamos de cosas de la familia. Nunca se refirió al abuelo en alguna forma negativa.

Mario, Rosa y Marcos corregida

Rosa, Mario y (visto parcialmente) Marcos (foto de 1980).

Rosa falleció el 8 de mayo de 1981. Está enterrada en el nicho del mausoleo Grisi Orrico en el Cementerio General. 

 

 

LA GENTE SE VA…

El hermano de Rosa, Franco, falleció en 1982 a consecuencia de un accidente de tráfico.

Tía Agnesina falleció en Trecchina, en 1986.

El menor de los hermanos Grisi, Mario, fue el primero en fallecer, el 25 de mayo de 2001. Lo siguió el del medio, Blas, el 29 de julio de 2003, y el mayor de ellos, Ángel, fue el último, el 21 de octubre de 2016.

EN CUANTO A LA MARMÍFERA Y FUNDICIÓN BOLIVIANA

Repasemos ahora lo que pasó con esta compañía.

En 1968, Rafael decidió hacer algunos cambios en la composición accionaria de la sociedad. Hasta entonces, la fábrica se llamaba Marmífera y Fundición Boliviana Rafael Grisi, la cual era una empresa unipersonal, con el 100% de las acciones a su nombre.

El cambio se hizo con el objetivo de dar mayor participación a Blas, quien era el único que trabajaba en la fábrica y, además, formalizar la participación de Franco en la sociedad. El nuevo Código de Comercio de Bolivia, promulgado ese año, daba reglas claras para diferentes tipos de sociedad, entre ellas, la sociedad de responsabilidad limitada.

Después de varias cartas de ida y de vuelta, además de conversaciones por radio en onda corta, Rafael dio las instrucciones para la distribución de acciones de la siguiente manera:

Rafael Grisi: 65,90%
Blas Grisi Orrico: 22,20%
Francisco Orrico: 11,90%

TOTAL: 100%

En 1975, antes de su fallecimiento, Rafael instruyó más modificaciones en la composición accionaria, de la siguiente manera:

Francisco Orrico: 40%
Blas Grisi Orrico: 22,20%
Rosario Grisi Salmón: 7,05%
Rafael Grisi Salmón: 7,05%
Roberto Grisi Salmón: 7,04%
Mario Grisi Orrico: 8,33%
Ángel Grisi Orrico: 8,33%

TOTAL: 100%

De esta manera, al fallecimiento de Rafael, no se tuvo que hacer ningún trámite de herencia que modifique la estructura societaria de la empresa.

Con el paso del tiempo, la empresa no continuó con sus actividades. Actualmente, de la Marmífera quedan recuerdos de algunas de sus grandes obras, como el camerino de la Virgen de Copacabana en la iglesia de esa localidad; trabajos y obras que se realizaron en el Cementerio General de la ciudad de La Paz; embellecimiento de edificios públicos y privados; y realizaciones efectuadas en casas particulares, que se mantienen hasta el día de hoy con los materiales que la empresa proporcionaba. 

En todas estas obras se encuentra el espíritu, compromiso y dedicación que pusieron los distintos ejecutivos de la empresa.  

Carta membretada Marmifera

 

RECUERDOS DEL EDIFICIO Y LA CASA

El edificio y la casa sobre la calle Landaeta fueron vendidos en 1986. Queda de ellos el grato recuerdo de tantas vivencias para los nietos: los partidos de fútbol en el patio; las gradas de mármol color verde hasta el quinto piso; la reja de hierro a la entrada con sus timbres por cada piso; doña Olga, vendiendo sus mermeladas de durazno a la entrada; el solario de la casa del tío Paco; la campana de reloj de pared y el canto de su gorrión; el arreglo de Navidad de la tía Giusy; las riadas cuando llovía mucho; las sábanas colgadas en el patio; las bicicletas del depósito; la sacada de autos, uno a uno, hasta que salga el del fondo; los golpes militares tan cerca por la universidad; el callejón de al lado, a donde cada rato había que recoger las pelotas; las gradas de atrás con su baranda, la terraza y los globazos de carnaval desde la puerta del garaje. 

Muchos de nosotros, los nietos de Rafael, y Pati, la hija de Franco, todavía soñamos con el edificio y la casa donde pasamos nuestra niñez y juventud.

Rafo y Roby de niños

Rafo y Roby, en el patio del edificio (foto de 1966).

Angelines, Clara y Rodrigo, en las gradas de la tía Giusy

Angelines, Rodrigo y Clara, en las gradas de la tía Giusy (foto de 1960).

Cumpleaños de Pati

Cumpleaños de Patty Orrico. Ani Grisi es la más chiquita (foto de 1966).

Foto 4 Jugando con el autito en el patio

Angelines, Clara y Rodrigo, en ese autito de lata a pedales del que muchos nos acordamos (foto de 1960).

EPÍLOGO

Ha medida que escribía este relato, me di cuenta de que la personalidad del abuelo Rafael era mucho más compleja de solamente la del hombre estricto y hasta un poco insensible, como nos fue transmitida por nuestros padres y tíos. Lo que sucede es que Rafael fue un producto de su época, cuando los padres de familia tenían la expectativa de tener que mostrarse duros y distantes, especialmente con los hijos varones, para que estos se conviertan en hombres fuertes.

En una de las cartas dirigidas a su nieto Roby, escribe un párrafo que más parece autobiográfico respecto a cómo se sentía frente a los comportamientos que se esperaban de él. 

Piensa que solamente el cariño puede inducirlo a castigarte, aleja de tu ánimo todo resentimiento pues, mientras te castiga, su ánimo es el primero en sentir la amargura del castigo porque está lleno de ternura por ti,

Y también:

Dice una máxima bíblica «Odia al hijo, quien ahorra el bastón». Es pues el interés, fruto del gran cariño que nutre para su familia, que lo impele (a tu padre) a mostrarse enérgico, y precisamente por esto él merece todo tu respeto y todo tu cariño. 

Rafael hace referencia a un versículo en la Biblia, Proverbios 13:24, que dice: «El que no corrige a su hijo, no lo quiere; el que lo ama, lo corrige». Él aplicó este pasaje bíblico a rajatabla, lo cual aparentemente no fue entendido por sus hijos como un acto de amor, sino más bien de insensibilidad.

Por otro lado, había ciertos hábitos en la vida hogareña de los Grisi Orrico que llaman la atención. Anita recuerda que Mario le contó que su padre no permitía que se celebren los cumpleaños de los chicos ni las Navidades. Esto hacía que, por ejemplo, el día después de Navidad, todos los amiguitos tenían regalos, menos ellos. Al parecer, Rosa no intervino para revertir esta situación y se limitó a obedecer lo que indicaba su marido.  

A pesar de ello, el tono tan íntimo y cariñoso de las cartas a Chichi, a Roby y a Blas, además del poema a su madre, dan una pista del tipo de personalidad de Rafael, mucho más sensible de lo que se mostraba externamente. Debido a su formación como profesor de Filosofía y Letras, tenía un manejo del idioma extraordinario, tal como lo expresa en una parte de la carta a Chichi: «Me repliego en mí mismo buscando la fuerza para vencer mi dolor y me refugio en tu recuerdo escribiéndote esta carta».

Todo apunta a que Rafael no fue entendido por sus hijos, lo cual ha debido causarle un poco de dolor y soledad. Ángel, Blas y Mario no tenían el hábito de escribir cartas, ni tampoco eran muy comunicativos respecto a sus propios sentimientos. Por otro lado, el carácter a veces áspero y mandón de Rafael tampoco daba mucho campo para que entre padre e hijos haya una comunicación fluida. Rosa tampoco ayudaba mucho en abrir los espacios de diálogo, ya que ella hacía lo que Rafael le mandaba hacer, sin realizar actos por su propia iniciativa.

En este relato se ha recopilado lo que los nietos sabemos de nuestro abuelo Rafael. La principal fuente de información proviene de los hijos de Blas, quien fue el más apegado a su padre. Ángel, que se alejó de Rafael desde joven, prácticamente no contó nada a sus hijos de su padre; Mario, tal vez por ser el menor y el que menos compartió con su padre, tampoco transmitió a sus hijos mucho sobre su abuelo. 

Queda como una tarea pendiente saber más sobre la faceta humana, sensible y literaria de Rafael. Tal vez cuando este relato se traduzca al italiano y se haga conocer en Trecchina, podamos obtener más información. Si alguien quiere proveer con algunos datos más a esta historia, por favor enviar un mensaje privado a este vínculo o escribir un comentario abajo.

GRACIAS, ABUELO

Gracias, abuelo Rafael, por lo que nos dejaste. Pena que no hayamos podido conocerte más. Por mi lado, estoy seguro de que hubiéramos tenido lindas conversaciones. Este relato es lo más cerca que puedo llegar a ti.

Tu nieto,

Marcos Grisi

Y LAS SEMILLAS DIERON FRUTOS…

A septiembre de 2021 se cuenta la siguiente descendencia de Rafael Grisi y Rosa Orrico, incluyendo hijos, nietos y bisnietos:

Ángel: 33 descendientes

Blas: 24 descendientes

Mario: 23 descendientes

Total descendientes de Rafael y Rosa (incluyendo a los tres hijos): 83.

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Los descendientes

Última reunión de las familias Grisi y Orrico, en La Paz. Faltan Bernardo (vivía en Estados Unidos) y Anita Reyes Ortiz, Ani y Marcos (vivían en Santa Cruz). Foto de 2003.

Escrito por

Cada historia que escucho es como si fuera mi propia historia. Y en cierta forma, es la tuya también. Al leerlas, espero que lo sientas así.

6 comentarios en “Raffaele Grisi: desde Trecchina, las semillas de una nueva familia

  1. He disfrutado de cada línea querido Marcos.
    Admirable el trabajo. Gracias por compartir este emprendimiento que además nos invita a reflexionar y descubrir nuestras raíces.

  2. Solo añadir ,que cuando leía la historia desde el principio, pude entender ,que el personaje principal , no emigro por anhelo de riquezas, emigró por amor a su esposa , para poder darle la paz que el anduvo buscando.
    Luego también dio a sus descendientes estabilidad económica, así como un hogar bien fundamentado.
    Y cuando regreso a su país, lo hizo porque se sentía lejos de sus raíces.
    Por lo tanto solo quiero felicitar a escritor de esta biografía basada en hechos reales.

  3. Una historia maravillosa ,llena de vivencias ,que te hacen entrar en el relato e imaginarte cada situación.
    Gracias por compartir la historia de Rafael Grisi.

  4. Quien tuviera la dicha,de desentrañar y redescubrir sus raices,en su árbol genealógico.Gracias Don Marcos…por mostrarnos su historia familiar.

  5. Gracias hermano por transmitirnos tan emocionante y conmovedor relato. Lo he disfrutado plenamente!
    Se siente todo el amor que pusiste en sus líneas.

  6. Gran relato primo querido, trajo memorias y también un grado de nostalgia y tristeza a la vez.
    Un abrazo mi querido primo.
    Bendiciones

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