Nota: Esta carta fue escrita originalmente en alemán. En la traducción, se dejó el saludo y la despedida en ese idioma a própósito, para no perder del todo el sentido del texto de origen.
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Lieber Uli:*
Te escribo esta carta desde el piso de mi cuarto en la casa de los abuelos, acurrucada en una esquina, con las luces casi apagadas. Es así como te puedo recordar, en paz, en silencio.
Después de tu accidente no quise levantarme de la cama por muchos días, lloraba todo el tiempo. Me sentía culpable por no haberte cuidado, por no haber sido la primera en cruzar la calle. Yo sabía cómo cruzar una intersección de autos, tú no, eras muy chiquito.
Ese sentimiento de culpabilidad de no haber hecho mi deber de protegerte no se lo deseo a nadie. Pasaron algunos años desde ese día, pero parece que todo sucedió ayer. Te fuiste, y no hay nada que pueda hacer para reparar mi falta.
Después de tu partida me llevaron con diferentes personas para tratar mi depresión. Tenía solo doce años y no entendía bien lo que me pasaba. Hablé con una señora muy amable de lentes redondos en un consultorio, era la psicóloga, que me decía … ya no me acuerdo lo que me decía. Solo recuerdo que yo hablaba, hablaba y hablaba, balbuceaba y lloraba, no podía decir ninguna palabra coherente. También me llevaron donde un cura, sin ningún resultado. Eso sí, el silencio de la iglesia hizo que pensara un poco más sobre las cosas, con más calma. Aun así, seguía muy deprimida.
Quien realmente me sanó del dolor por tu pérdida fue la persona que menos esperaba. Un día un amiguito tuyo vino a visitarme. Les dijo a sus papás que tenía algo que quería darme, insistió mucho y al final vino él con su mamá a la casa de los abuelos. Yo estaba, como siempre, encerrada en mi cuarto, sin querer recibir a nadie. Cuando abrí la puerta y vi a este chiquito, Luka creo que se llamaba, casi le doy un portazo en sus narices, Me hacía recuerdo a ti. Pero algo me contuvo.
Luka me miró tiernamente a través de sus grandes lentes de marco negro, extendió sus manos y me mostró una caja de zapatos forrada de azul. Me dijo con voz firme: «Esto era de Uli, ahora es tuyo». «¿Qué es?», le pregunté. Él me contestó que tú y él se reunían en su casa para jugar y para pintar, y ahí estaba lo que tú dejaste. «Uli siempre hablaba de ti. Ahora esta caja es tuya». Me abrazó, contuvo un poco la respiración y tal vez el llanto, se dio la vuelta y se marchó. Se notaba que te extrañaba mucho también.
Yo me quedé algo petrificada debajo del marco de la puerta, con esa caja en mis manos. Entré a mi cuarto y la abrí. Reconocí inmediatamente tus dibujos, que siempre tenían los bordes de las figuras muy marcados con negro y el interior de ellas pintadas de colores sólidos e intensos. Lo que más me llamó la atención era un recorte de papel, donde estábamos dibujados el papi, la mami, tú y yo, todos agarrados de la mano, con caritas felices. Recortaste unos corazones chiquitos que los pegaste en los pechos de cada uno. A mí me pintaste con unas trenzas a los lados, como las que usaba una época.
Lloré mucho ese día, hasta que se me secaron las lágrimas. Entonces comprendí, gracias a esos dibujos, que tu misión en la vida había sido cumplida. Amaste a tus padres, a tu hermana y a tus amigos. Reiste. Soñaste. Y te fuiste tal vez para seguir tu viaje y convertirte en otro niño que seguirá iluminando el mundo a otros seres humanos como nosotros. Creo que fue ese pensamiento, o esa forma de pensar algo forzada, no sé, que me permitió superar el dolor y seguir con mi vida.
Y ahora estoy aquí, en este rincón de mi cuarto, sentada en el piso. Buscaba unos zapatos debajo de mi cama, cuando encontré tu caja que la tenía un poco olvidada en una esquina. Me puse a revisar lo que había adentro y encontré ese recorte de papel. Entre lágrimas, me acordé de ti. Agarré con mis dedos izquierdos la mano dibujada del papi y con los derechos tu mano, y columpíé ese dibujo hacia adelante y atrás, cantando en voz baja una canción que mamá nos cantaba antes de ponernos a dormir. Eran lindos recuerdos de cuando estábamos todos juntos y éramos felices.
Después que te fuiste, los papis se separaron, creo que no pudieron soportar tu pérdida, se echaban la culpa uno a otro. A papá no lo veo hace una semana, creo que este fin de semana me recogerá para ir a pasear. Mamá llega tarde después de trabajar, así que me quedo sola aquí la mayoría del tiempo. Los abuelos salen mucho afuera de la casa o están de viaje.
Sé que ahora estas feliz donde estás, por lo menos así lo siento en mi corazón. Estoy ya decidida a seguir con mi vida, sin remordimientos y pensando que lo que pasó, tenía que pasar. Solo espero que tú me acompañes cuando esté triste y me envíes otro recorte de papel, con tu amor de muchachito alegre.
Deine geliebte Schwester, die dich so sehr vermisst,**
Anke
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* Querido Uli
** Tu querida hermana, que te extraña mucho