Tres cuentos locos

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MAMI, ¿PUEDO SALIR?

Mami, ¿puedo salir afuera a jugar? Es solo un ratito. No hijo, no puedes, está muy silencioso afuera, no me gusta. ¿Y que importa mami? Si no hay nadie, entonces tengo más campo para jugar. No me gusta hijo, por ahi no vuelves. Mami, te prometo que voy a hacer harto ruido para que no te preocupes, ¿ya? Bueno hijo, sal. Y así, pedito salió volando, haciendo mucho, mucho ruido. Y era cierto, había mucho silencio. Era una clase de yoga.


ERROR DE DISEÑO

La famosa costilla de Adán en realidad fue un error de diseño. Estaba puesta adelante rodeando el estómago para protegerlo, a una palma debajo del esternón . El comité se dio cuenta de que no funcionaba porque cuando Adán comía muchas sandías (le encantaban), su estómago se hinchaba y la costilla no le dejaba respirar bien. Entonces tuvieron que poner a Adán en estado de hibernación, le quitaron la costilla y le borraron la memoria. Ahora había dos problemas: una pieza que sobraba y un requerimiento nuevo del Jefe de hacer otro humano de compañía. A alguien se le ocurrió la brillante idea de reutilizar la pieza sobrante en el nuevo humano, mataban dos pájaros de un tiro. Al proyecto lo llamaron (entre risas) E.V.A., que quiere decir “Entierra el Vector Adentro”. Nunca se llegó a saber los nombres de los ingenieros responsables, pero sí hubo un efecto muy curioso que sobrevivió al tiempo: el rechazo inexplicable de Adán a las sandías. De solo olerlas, le producían una sensación de vacío estomacal.


EL EQUILIBRIO DE LAS ESPECIES

El responsable de equilibrio de especies no lo podía creer. Tanto que le costó armar el proyecto, siglos de planificación cuidadosa que incluía reproducción controlada, depredadores naturales y enfermedades oportunas. Todo funcionaba perfecto hasta que vino el tarado de proyectos especiales con la peregrina idea de dar más inteligencia a una especie que a las demás. En el directorio no se dieron cuenta que el efecto secundario sería catastrófico: esa especie mataría a sus depredadores naturales y superaría las enfermedades. Se extendería sin control y pondría en riesgo al planeta. Pero se dejaron hipnotizar por el hablar fino y melodioso de este tipo y al final dieron el visto bueno.

Esto pasó hace miles de años. Ahora somos casi ocho mil millones.

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Escrito por

Cada historia que escucho es como si fuera mi propia historia. Y en cierta forma, es la tuya también. Al leerlas, espero que lo sientas así.

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