Gilka Cortez: analista de compras en Droguería Inti (jubilada)

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Mi relación con Inti empezó apenas me gradué como secretaria comercial del Lincoln Institute, en La Paz, en noviembre de 1976. La gente del instituto me avisó que había una vacancia en esta empresa.

Me presenté y me indicaron que, antes de ser aceptada, primero tenía que dar un examen de competencia. La prueba me la tomó el supervisor de Roemmers, una línea representada de Argentina. Había varios términos que no entendía, pero pude orientarme bien porque había una serie de afiches pegados a las paredes del salón que me daban una idea de lo que se trataba.

Finalmente, entré a trabajar el 7 de febrero de 1977 al área de promoción médica, que ahora se llama comercialización. Estuve aproximadamente trece años allá y tuve muy buenos jefes, como los señores Hermann Ostertag, Julio Indaburu, Walter Mariaca y el Dr. Jorge Laquis.

Todos los jefes seguían la misma línea de papá Ernesto: eran caballerosos, educados, comprensivos y tolerantes. Eso sí, todos ellos eran muy exigentes, porque la disciplina en la empresa era, y sigue siendo, muy estricta.

MIS COMPAÑERAS DE TRABAJO

En esos primeros años de trabajo he tenido varias compañeras de mucha calidad humana, quienes me inspiraron respeto, confianza y colaboración. La primera persona que se me viene a la memoria es Marcela Castillo, la recuerdo mucho porque fue muy cercana a mí, tenía su estilo y era muy buena persona. Le decíamos Marcelita.

También recuerdo a Wilma Pastén, quien ha sido una de mis primeras compañeras de oficina. Ella era muy reilona, nos alegraba el día. Lamentablemente se enfermó y murió, fue una pena. Tanto Marcelita como Wilma me acompañaron y marcaron mi inicio en la compañía.

Debo mencionar a CArmen Gariazú y Lilian Vidaurre por la calidad de amistad brindada en Miraflores.

LOS SIGUIENTES TRABAJOS

Después que estuve en el área de promoción, fui asignada a la fábrica en Miraflores. Mi trabajo no estaba en producción sino en la parte administrativa, en importación de materia prima. Aquí fue donde llegué a colaborar muy estrechamente con el Sr. Federico Ohnes.

Manejábamos un libro grande que llamábamos “la Biblia”, porque ahí, a pulso, anotábamos todo el desarrollo y el seguimiento de las importaciones. Para mí era un área totalmente nueva y diferente, pero no me ha costado aprender.

No soy muy buena con los números, me gustan más las letras. Estuve unos años en importaciones y después, con el paso del tiempo, el Dr. Dieter Schilling me confió el área de compras. Sigo ejerciendo ese puesto, como responsable del área de compras locales.

CÓMO ES TRABAJAR EN INTI

Lo que me gusta de trabajar en Inti es la garantía y la estabilidad laboral. En los 42 años que estoy acá, nunca se han atrasado en el pago de sueldos. Esa era la voluntad del fundador, Don Ernesto, quien decía que no se debe pagar ni con un día de retraso. Esa política se ha mantenido hasta ahora.

Por otro lado, Inti también es una empresa reconocida a nivel nacional e internacional, estable y que está a la par siempre de la tecnología, actualizándose tanto en maquinaria como en recursos humanos. Eso nos da la confianza de que la empresa está avanzando y progresando cada día.

Otra cosa linda de trabajar en Inti son las relaciones con los compañeros, siempre de amistad, de afecto y de colaboración. Todos son muy buenos compañeros. Por mi parte, siempre hice mi trabajo con mucha voluntad, lo cual ayuda mucho en el relacionamiento.

Cuando algo me molesta o no me gusta, tengo la tendencia de no responder inmediatamente y “guardármelas”, nunca he podido explotar. Nadie puede decir que alguna vez me vio muy enojada por algo. Me gusta ayudar y colaborar a la gente cuando me piden alguna ayuda y lo hago con mucho gusto.

ANÉCDOTAS DE TRABAJO

Una de las anécdotas que recuerdo trata sobre un compañero de trabajo que se llamaba Oscar Quevedo, visitador médico, quien era muy hábil para tomar el pelo a las personas. En esa época no eran muchos los visitadores médicos. Había entre ellos uno al que siempre le hacían bromas y don Hermann Ostertag les llamó la atención para que no lo hicieran.

Oscar, que además era muy hábil para el dibujo, le hizo una caricatura en la pizarra de la sala de visitadores. Cuando don Hermann le reclamó, él respondió: “Sí, usted nos ha dicho que no lo molestemos, pero no que no lo dibujemos”. Fue una respuesta muy ingeniosa de Oscar. Esa es una de las anécdotas que nunca me olvido.

PRUEBA DE FUEGO

Al año de entrar a mi trabajo, tuve mi primera prueba de fuego. Me tocó tomar las notas para el acta de una reunión muy importante en la empresa, que recibía la visita de un doctor peruano, quien era el representante de Berna/Suiza en Lima.

Esta persona tenía fama de ser muy exigente. El problema se presentó porque yo no podía entender todo lo que ese señor hablaba, ya que lo hacía muy rápido y con un acento diferente. Entendía la mitad de lo que decía, así que solo podía tomar notas parciales, dejando muchos espacios en blanco.

Cuando me tocó hacer el acta, no tuve otra que reconocer que no pude entender todo. Fue un momento difícil. No haber sido capaz de tomar nota de sus comentarios era una falla mía grave. Por fortuna, entre los asistentes me ayudaron y completaron las partes que faltaban.

MI FAMILIA AHORA

Me casé el año 1981. De aquel matrimonio tuve dos hijos varones, profesionales ahora. El mayor está casado y me ha dado un nieto, el menor está todavía soltero. Después de 13 años me divorcié.

Pasó el tiempo y, por azares del destino, me reencontré con un compañero de oficina; antes éramos muy buenos amigos. Él es de Potosí y trabajó durante muchos años en las sucursales de Inti en el interior del país.

Cuando nos reencontramos, él ya estaba divorciado y yo también. Empezamos a salir y finalmente nos casamos el año 2001, cuando yo tenía 42 y él 50 años. Ahora ya está jubilado, después de haber trabajado 25 años en la empresa.

EN MI JUBILACIÓN

Ya estoy próxima a jubilarme. Cuando eso suceda, quisiera dedicarme en pleno a mi casa, porque con el trabajo se descuida mucho esa parte. Además, quiero estar más con mi nieto, a quien veo dos o tres veces a la semana. Quiero dar ese apoyo a mis hijos, como lo he recibido de mi señora madre (+) en todo su crecimiento, porque seguramente el menor también ya se va a casar.

Me voy a retirar de la empresa con la conciencia tranquila y con el deber cumplido. He trabajado con responsabilidad, disciplina y honestidad, valores que he adquirido en casa gracias a mi papá, que en paz descanse. Me voy a ir así, tranquila y, gracias a Dios, gozando de salud, que es lo primero.

PARA TERMINAR

Ha pasado tanto tiempo desde que entré a la empresa, 42 años. Me acogieron muy bien aquí, me apoyaron, me sentí a gusto con mis compañeros y con mis jefes. Este ha sido mi primer y único trabajo. Me pongo muy sensible y emotiva acá, son muchos recuerdos acumulados.

A mis compañeros, decirles que pongan todo de ellos, que sepan conservar su trabajo. Recomendarles que siempre actúen con profesionalismo, que se pongan la camiseta de la empresa y logren sus metas, ya sean personales o profesionales. Que pongan todo de sí para que nuestra empresa, nuestra industria, siga siempre adelante.

Foto de Gilka y el equipo de producción
El equipo de producción.

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Nota del editor: El siguiente relato corresponde a la Sra. Celia Roca, asistente de facturación, con 42 años de servicio en la compañía. Por favor siga este enlace.

Si desea ver todos los relatos de Droguería Inti, por favor siga este enlace.

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“Historias de vida”, escritas por Marcos Grisi, están disponibles en Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest y LinkedIn.  

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Escrito por

Cada historia que escucho es como si fuera mi propia historia. Y en cierta forma, es la tuya también. Al leerlas, espero que lo sientas así.

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